miércoles, 17 de octubre de 2012

¿Por qué hay que ser originales?

Me preguntaba hace poco un amigo: ¿Por qué hay que ser originales?


Joder. Me indignó. La mera formulación de la cuestión. Implanteable. Es que no hay un porqué. Es un como. Se trata de un cómo eres y no de un por qué eres. No es lo mismo. No se parece ni siquiera. Qué cojones de amigos tengo, que dirá otro. Ser original o no ser, esa es mi cuestión.


Me he acordado de las clases de dibujo en el colegio. Desde siempre he dibujado más o menos bien. Tenía lo bastante cómo para aprobar de sobra. Pero nos hacían copiar las láminas de Emilio Freixas. Yo las interpretaba y si había que dibujar un busto, pues lo hacía a mi modo, más o menos en los cánones pero no imitando el dibujo de Freixas. La profesora premiaba la mejor imitación y lo mío no quería puntuarlo. No era lo que había que hacer. Hay que joderse. No quiero imitar. No quería imitar desde sexto de EGB.

No tengo claro si lo de imitar se contrapone a ser original. En el caso del dibujo, es un dibujo original, no una copia. Ni Emilio Freixas, ni nada. Ser original es no tener a mano las láminas, que no existan láminas. Solo dibuja un busto. Y hacerlo. Sentir el dibujo, simplemente hacerlo. Sintiéndolo. Sentir un busto puede que no sea tan fácil. Simplemente hacerlo. Sin nada que se le parezca,  acaso esos cánones o ni eso, sin ninguna idea de imitación, sin ningún propósito. Sin buscar más allá. No es ser original, es simplemente ser. Simplemente hay que ser. Si dudas, no lo eres. Eso pienso yo. Más en el tema, claro. Si hablamos de creación o de cualquier disciplina artística, no entiendo cómo puede existir alguien sobre la faz de la Tierra que se pregunte: ¿Por qué hay que ser originales?

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