miércoles, 24 de octubre de 2012

Menos yo

A veces me sorprende cómo se nos vuelven en contra las palabras.
Hay que tener cuidado sobre todo a la hora de ponerse trascendente.

El Rey de España, Juan Carlos I, por motivos que no vienen al caso, en su último discurso de Navidad pronunció aquellas palabras que devinieron en titular y casi en frase célebre: "Todos somos iguales ante la Ley".

Pues no. El monarca sacó pecho, pero se le olvidó un detalle. Menos yo.
Todos vosotros, súbditos, sois iguales ante la ley, menos yo. Menos yo.

En EL MUNDO:
http://www.elmundo.es/accesible/elmundo/2012/10/23/espana/1351023023.html

Otro punto de vista en ELDIARIO.ES
http://www.eldiario.es/politica/Justicia-investigar-paternidad-proteccion-especial_0_61593912.html

Mientras escribo estas palabras, veo que Escolar en twitter va por el mismo sitio. Es que, cae de su peso, oiga. En fin. Pienso que es por algo. El flujo de palabras. Lo que suponen. Que digas lo de la ley. Que digas que lo sientes. Que pidas perdón. Quizá eso se traslada a otros ámbitos. Quizá una mujer despechada, ¿hay algo peor que una mujer despechada, quizá un hombre despechado?, pues lo ve en la tele, y dice, pues lo mismo a mí también me pide perdón o me reconoce al chavea que es medio Borbón. Oye, es lo que hay. Lo que pasa es que es el Rey. Spottorno y Ayuso, al loro. Que la cosa se pone flamencorra. Actúan en favor de su imagen pero se guardan los secretos. Error. En la época de internet, there no secrets. ¿Qué pasa con Corinna? En un país con mil horas de periodismo rosa o de corazón, ¿no se atreven con Corinna? No me lo puedo creer. Avanti. Que asco. Que pila de cobardes. En un programa por cierto de Telecinco, "Nada es igual", la anunciaron en las piezas previas, colaron el tema, pero nada, ni la introdujeron en el debate y después nadie pronunció su nombre ni se habló de ella. ¿Por qué, Corinna no? ¿Por qué? Esa sí que sería la princesa del pueblo y no Belén Esteban. En mi opinión la gente, la gente llana, no conoce a Corinna. La gente que sigue a Belén Esteban, para entendernos. Ni falta que hace que dirá el otro, o que dirán Spottorno y Ayuso mismamente. Pues bien, no funciona. Saldrá. Y nos pillará mal o peor. Avanti. Hablemos de ello. O hagamos algo. Tomemos la iniciativa. Sin negar. Sin esconder la cabeza. Sin avestrucismos. Porque es lo peor, peor que mentir, agachar la cabeza, me parece cobarde. Y eso atañe al periodismo y atañe, nos guste o no, a la información o a su catalogación o a sus excepciones o a sus especiales protecciones a especiales personalidades, contra lo que estoy plenamente en contra. ¿Es información o no lo es? Conflicto de derechos. Derecho a la información. Derecho real inviolable. No creo que haya nada malo en que un rey sea mujeriego. Reyes mujeriegos, desde el principio de los tiempos. Claro que sí, es que van de la mano. Reyes mujeriegos, pues claro. Para eso es el Rey. ¿Es que no hábéis visto Juego de Tronos? No pasa nada. Qué más da. El amor les gusta a los súbditos. Eso es así. Pues como Julio Iglesias o el Cordobés. Sin embargo me sorprende que igual que en los dos señores mencionados anteriores, han tenido casos de paternidades en los que el parecido es más que elocuente y no, no lo han reconocido. Y dices: ¿por qué? Si sois dos gotas de agua... Supongo que va en lo personal, el momento de la vida, la pareja que tenían y lo que fue la versión oficial, en fin, no sé. Que sea un rey, pues sí, como que más aparatoso pero, qué más da. Quiero decir. Le afectará o le preocupará a Sofía, ¿no? La gran olvidada. O sin mordernos la lengua: La Gran puteada. Estoy en contra de eso. De la mujer sufriente. De la mujer que calla y otorga. Que acepta o al menos silencia en cómplice connivencia. En fin. No tiene culpa la mujer, pero entra en el juego. No es para tanto el divorcio. O eso pienso. Y más con los hijos criados. Los propios hijos se han divorciado, es el signo de los tiempos. Que no hablen de las Corinnas. Me jode. Que no hablen de los hijos de las Corinnas, pues me jode más todavía porque eso ya no depende de nadie, quiero decir, son seres inocentes que llegaron al mundo y se tuvieron que encontrar con la papeleta de ser los hijos bastardos de un rey de un país que ha salido de una dictadura y que va ahí, ahí. Uno acaba pensando que es mentira todo. Mentira el rey. Mentira su mujer. mentira sus hijos. Mentira el príncipe, la transición y la madre que los parió. Con lo sencillo que sería hacer lo mismo que con los elefantes. Pues sí, me he liado con Corinna. Y tuve dos hijos en Francia, no volverá a pasar. Lo de los hijos, al menos. Lo siento, me he equivocado. Usaré protección, yo qué sé. A mí como ya sabéis los lectores habituales de este blog es que me apasiona el tema de la comunicación de los asuntos reales, en general y en particular, los temas de los reyes españoles y cómo se cuentan, cómo se hablan y cómo se informa sobre ellos o se hace espectáculo con ello en los medios, o con interés nacional, en los desfiles o en los discursos, en el de Navidad, por ejemplo, con lo de la ley, por ejemplo, con lo de que todos somos iguales, pues eso. Pues no. Menos yo. Es un haz lo que yo diga, pero no lo yo haga. O lo que yo diga en mis discursos. A mí los medios españoles me parecen cobardes con el Rey. Por lo del tema de Corinna sobre todo, pero con lo de los bastardos también. Pero si estamos hasta el gorro de ver en televisión al bastardo de su abuelo, Alfonso XIII. ¿A quién quieres engañar, Juan Carlos? En fin. Menos tú. Y cuidadito con lo que decimos. Que se vuelve en contra. Con saña. Seas rey o mendigo. El primer estrato de la realidad son las palabras, está más que demostrado.


Y lo que no pueden ver en los programa de corazón de las teles que no se atreven pues, en internet:
http://lareinadecorazones.com/somos-hijos-del-rey-juan-carlos-de-espana/

No hay comentarios:

Publicar un comentario