jueves, 21 de septiembre de 2023

Pensar en lo que hacer es una excelente forma de no hacerlo

 Habrá de todo, claro pero yo no me siento a escribir: la escritura se sienta encima mía. Literal. Cae con un piano de cola. En mi cama. O se tumba. Oblicua. Como peso muerto. Escritura de todo tipo: relatos, canciones... O entradas de blog... Lo que sea. Hay que ponerse, sea lo que sea pero en mi caso, no sé si por falta de empeño o disciplina. El caos que me rodea. Que acecha y a veces me corta el paso. No me lo planteo. No de forma directa y clara. No con horario.  Pienso o siento más bien, que lo hago mal. Que necesito un método. Una fecha. Ponerle fecha a los sueños, los convierte en tareas. Por eso es todo posible. Todas las historias sin final son al menos, un consuelo. Breve.  Pasajero. Inconcluso. Pero no. Hay que terminar. El punto final. Lo que da sentido a todo. Que se acaba.

A veces es como el eximente o la excusa de no ponerse de todas todas. Y tiene algo de inevitable. De natural. De acierto no forzado. De no intentarlo del todo. Y algo de alquimia. Inspiración pura. Rima tonta. Salida fácil. Nada es fácil para mi últimamente. Nunca lo fue aunque  me lo pareciera. Los personajes lo son todo. No hay reglas. No hay una llave que abre las puertas. Los párpados no tienen cerradura. Pasa más en nuestra vida mientras tenemos los ojos cerrados. Los sueños existen. Es pasar todo eso al papel.  O al blog. O en notas musicales. Lo que sea. Pero tengo que buscar un hueco.

Que es de lo que viene. El motivo de esto. Ponerme. Si. Como ahora pero no repentino. Poco a poco. Todos los días un poco. Fines de semana incluso. Poco pero siempre. A ratos. No es nada fácil. Sacar un rato a diario para lo que sea. Lo pongo en la agenda. El caos también lo minuto. Dejo una hora libre para no hacer nada. Me organizo al dedillo la inactividad. Le saco el máximo partido. A lo que no hago. A lo que no termino. A la rima tonta. La rima no termina de convencerme en general pero para las canciones es bastante socorrida. Me saca de muchas. Son fáciles. Tontas a veces. No tengo una opinión del todo clara. El caso es que hay que ponerse. Ponerse. Una hora. Un momento. Una rutina. Una forma de hacer en la forma de decir. Que es lo que dices. Y tengo que hacer la colada. La comida. Lo del día a día. Que en el caos que me rodea los días tienen esquinas. Intento mirar adelante. Me choco con lo que menos te espera.

Pensar en lo que hacer es una excelente forma de no hacerlo. 

Pensar demasiado. Piensas demasiado. Me lo dicen con frecuencia. Cuál es la unidad de pensamiento. Cómo de grande. Cuánto dura. La unidad mínima. El núcleo. La unidad de medida del pensamiento. Cómo los contamos. No creo que sean iguales para todo el mundo . Estoy convencido de ello. Son charcos de distinta hondura.  Filtraciones de calado. Cuatro gotas. Una mancha en la pared. Pensar para no hacer.  Nada. Para no actuar. Abandonado a la teoría. Pensar como el que tiene una gotera en casa. Pensar como producto de la tormenta. Como una canción triste. Un trueno a cámara lenta. 

Habrá de todo pero a mí no me funciona casi nada. No lo que va en un plan previo. No me termino de No lo intento demasiado. Me falta ahínco. Sospecho que ponerle hora fija no va a ayudar. Hay que hacer algo. Hacerlo de todos modos. Contra viento y marea. Sobre todo marea que sube. Que vaya. Que viene. Que no llega. Que baja. Que se atrasa. Que es el tiempo perdido. Que no regresa más que en forma de recuerdo. Que es la cáscara de una nuez. Que es el suspiro de un gato. Habrá de todo pero mi gato suspira. A bocanadas. No es mío. En fin, los detalles. Canelita se llama. 

Tengo que sentar las bases de un borrador. Las tengo. Treinta páginas. Quizá cuarenta.  Pero hay diez que revisar. Pero no estaba mal. Le temo a releer. Que me parezca patético. El tiempo perdido en si mismo. Un despropósito. Una cagada. Una cagada gorda. Y encima. Porque la escritura se me caga encima. Como un pájaro con apretura. Cabron. Un pájaro cabron. Una vuelta de tuerca. Un vuelo de alivio. Un borrador. Algo definitivo. Algo terminado. Una mierda final. Una mierda acabada y gorda. O lo que sea. Una búsqueda. Lo que es siempre. Lo que es todo. O una excusa. O una diatriba.  Pensar y pensar para seguir quieto en la sucesión de escenarios posibles. Asistir a la película de lo que no va a pasar. Una proyección privada a todos los niveles. Un camino. Una búsqueda.  Una mierda gorda y profunda. Con rimas tontas. Una transformación. Un aprendizaje.  Un puto blog de mierda. Gorda y profunda.  Y profusa. Como un persistente dolor de muelas. Como una punzada certera. Como un calambre. Ponerse. Hay que ponerse como el que estira las articulaciones. Como el que se ejercita. Entrenar la voz del narrador. Manejar los tiempos. Las putas descripciones.  Las putas descripciones que las odio. Las putas descripciones de mierda gorda y profunda. Que me salen fatal. Me aburren. No son lo mío. Poca rima en lo de describir.  El color de las cortinas. La tapicería. El número de botones. El tono del linoleo. La cantidad de pasos hasta la puerta. El sonido de la ausencia tras el portazo. La orientación de las ventanas. El ángulo por el que se clavan los rayos de sol. El color del sol. Putas descripciones.  Las odio.

Ponerme a escribir todos los días a la misma manera. Por las noches es tentador pero también embriaga. Recién despierto es como desayunarse la verborrea. Y luego digerirla  en el curso cotidiano de la jornada. Pensar y no hacer nada. No hacer nada demasiado. Perderse en los detalles. Perderse en los detalles de las descripciones. Putas descripciones infinitas miradas al microscopio. No hacer nada Pero a diario y a la misma hora. En la siesta. En ensoñación. Con la duermevela. Con la urgencia. A golpes de ánimo. Con la marea baja. Con las pocas ganas. Con hambre. Con lluvia. Con sol sea del color que sea. Descripciones del color de la lluvia que suele ser gris pero tiene tonos. Habrá de todo pero el todo tiene tonos. Un todo muy blanco. El todo negro. Todo al rojo.  Escribir de todos modos, Aún que sea esto y me de sueño. Rimas tontas y medias  tintas. Ya estoy cansado por hoy. Igual vuelvo mañana.

Una canción en directo del otro día


miércoles, 2 de agosto de 2023

Jugar a escribir o solo jugar

 Desde que tengo memoria,  he querido escribir. Jugaba a escribir. De niño. Al poco de aprender. Las máquinas de escribir eran animales mitológicos. Algo mágico y ruidoso. Armas de expresión como aviones de combate. Violines de combate... Érase una vez... Canelita está roncando. Le da igual todo. Ojalá aprender de él.  Es mi gato. Me habla a su manera. Sus ronquidos son poesia. Escribir a máquina. Como de hace un siglo. El repiqueteo.  Era un juego. Guardo alguna de adorno. Tanques de palabras forjadas en hierro. Algo físico. Percusivo. Metralletas de letras en teclas. Un motor que hace ruido. Un ronquido que rima. Un gatito maravilloso. Un viaje de ideas. Un cuento. Un lugar al que ir. Una aventura. Un trayecto. Y un juego. Jugar a ordenar palabras, lo sigo haciendo. Juego a cocinar. Juego a fregar platos o pasar la fregona. Juego a no hacer cosas también.  Lo contrario. Jugar a leer, menos pero también. Con cómics o tebeos. Una diversión diferente. Mejor que la televisión.  Mucho mejor que el teléfono móvil.  Es una forma de poder jugar sólo. Otro tipo de juguete. Las máquinas eran caso aparte. Echo de menos leer más. Como antes. Me aficioné a los libros de Elige tu propia aventura. Los publicaba la editorial Timun Más. Aún conservo media docena. Hace poco los encontré, vaciando un estante. Jugando a vaciar estanterías. Leo ahora pero no como un juego. Leo como si ordenase estanterias. No como antes. Pasando páginas como el que da patadas a un balón. Menos horas. Menos libros. Menos tiempo. Mucho menos. O es que pasa más rápido . Leo pero con ojo crítico. Buscando ideas o referencias. No es un pasatiempo. Me empeño y me siento culpable si no me engancho o los dejo a medias. Me obligo a releer. Echo de menos leer como un juego. Echo de menos la ilusión voladora. Los sueños en bandada. Los suelos con alfombra. El cuarto de juegos. Dibujar lo era también. Un juego en solitario. Muy parecido. Una forma de conciliar el sueño. Un buen hábito.  Una buena costumbre . Con las ceras de colores se me calmaban los nervios. Rayando el cuaderno como si fueran puñaladas de color verde. O azul. Y amarillo. Y se vuelve verdoso. Recolocar colores. Desparramar en el papel. Como con un rastrillo. Como en cuadernos de arena. Sin reglas.  Sin un plan. Esparcimiento. Una forma de aislarse a través de los trazos y colores. Un entretenimiento. Otro juego. Pintar lo fue siempre y sin embargo, nunca confíe en hacerlo en el futuro. O en dedicarme a ello de un modo más serio. He hecho las portadas de los discos. Tampoco es que esté muy orgulloso. Muchos carteles. Muchas veces porque no sé a quién encargarle. No es fácil. Pintar sí lo era. Volví a hacerlo en el confinamiento. Fue una manera de matar el tiempo. Nunca fui constante en la escritura y sólo en épocas muy concretas, me lancé a terminar algo con resultados desiguales. Apremiado por terminar. Con trazo gordo. Con metáforas brutas. Sin mucho pulso ni tono. Una mierda, vaya. Alguna frase buena se escapaba o alguna imagen con fuerza. Las trazas de poeta malo. De texto poco hecho que llora la gota de sangre al meterle el hierro. Un intento fallido. Llevo intentándolo desde siempre. Desde que recuerdo. A saltos . A golpes. Con poco foco. Sin perspectivas.  A pulmón libre. Sin un plan o un mapa. A la buena de Dios. Jugando. Ahí si. Mantengo la actitud o lo intento. Por el mero placer de hacerlo. Como debería ser todo. Cuando escribía a diario y me pagaban por ello, estaba más ejercitado en lo de juntar palabras pero no es que lo hiciera mejor. Lo hacía más. A veces no es lo mismo. Otras, sí. La puntuación me daba menos quebraderos de cabeza.  Era más robot con todo respeto a los androides. Más mecánico. Más automático . Y tanto ir por el camino marcado de la redacción para todos los públicos  pues produce el efecto contrario.  El síndrome campo a través. Camino de enmedio. Sigo pensando en marcar una ruta. Escribir sobre un hecho real. Una crónica. Algo que no desborde la fina línea de la imaginación. Hechos reales. Fue mi último intento. Lo tengo casi acabado y quería retomarlo en estos meses. Lo veo lejos. Le falta el remate. Una novelita muy tonta. Un cuento de hadas en una modesta primera persona. Un hada barbuda. Jugar a escribir. Si son hechos reales, no juegas a inventar pero sigue siendo divertido escoger el camino. La forma de decirlo.  Lo más importante es la forma de no decir. Los silencios. Como en la música. Canciones tengo pendientes unas pocas. El último disco se está haciendo bola. Un álbum grabado a distancia y en varios tramos termina por ser un camino de piedras. Hemos ido disimulando cagadas y maquillando tomas. Justo lo que no hay que hacer. Y no suena. Por ahora. Jugar a grabar está bien también.  Se ha convertido en lo contrario de un juego  pero aún no nos hemos dado por rendidos. Aún no. Hoy, no. Mañana ya veremos. Todos los días son sospechosamente parecidos. Un bicho de varias cabezas. A veces me relajo. Muy poco. Todo es poco. Una sensación antigua. El aburrimiento mueve el mundo. Mi mundo lleva quieto meses. Llámalo mundo,  llámame mucho. No es tan grave. Va a mejorar. Empeorar es difícil. Nunca sabes lo que va a pasar. Un margen para lo imprevisto. Un change unexpected. Un chance a lo desconocido. Pasa poco pero nunca sabes cuánto de poco. Ni cuándo el cuanto de poco. No debe faltar mucho. Por una vez no saldrá igual de mal. Quizá peor pero empeorar es difícil. Nadie dijo que fuera fácil. Nadie dijo nada. Nadie tiene por qué hacerlo. A mi los veranos me dan una pereza extrema. Es cíclico. Es crónico. Va a peor incluso. Los mosquitos no ayudan. Estoy sembrado de picaduras. Un jardín de heridas. No me faltan ganas de quejarme por todo. Le gusto a los bichos. Lo asumo. Soy su postre. Me rasco hasta hacerme sangre. Siempre he querido meter eso en una canción. Lo de hacerse herida. Nunca he encontrado el modo. Toco poco. A veces las canciones se caen de los bolsillos y otras, se seca la fuente de inventiva como un pantano sin lluvia. Un repertorio de agua estancada. Viene la sequía. Se la teme. Nos estamos secando. Seremos un desierto. O dos. O algo peor. Un desierto detrás de otro. Un desierto que no para. Que no termina. Que es peor cada verano y no hay premio. Un premio desierto. Lo contrario de un juego. Nada divertido. Estoy incómodo en esta posición. Voy a intentar dormir un poco. 

domingo, 30 de julio de 2023

Un silencio activo

 Hoy me he terminado un libro pendiente. Aún me quedan unas páginas. Pero pocas. El último capítulo. Han caído doscientas el domingo de un golpe. Si lo dejaba, no iba a acabarlo. Me ha sentado bien la determinación.  Volver a leer sienta bien. Casi siempre. Depende del autor y el libro pero funciona por el acto en si. Ejercitar la paciencia para llegar al final de la historia. La que sea. Las historias.  Un verano que no se haya hecho largo no lo recuerdo. El sol me agota. La playa me cansa. No siempre apetece viajar. Desolador. Desalentador. Una ola de calor detrás de otra y un desierto por dentro y por fuera, sin ánimo de ponerse trágico pero sin ganas de nada.  Era peor o igual de adolescente.  Ganas de que acabe. Era interminable. Aún parece no haberse acabado. Una adolescencia eterna pronunciada como una vengaza proferida. Un verano de crímenes. Agosto de misterios. Leer en verano. Buen plan. Plan de fuga . En invierno, también. Plan de contingencia. No parar. No rendirse. No claudicar. Son sólo palabras pero la palabra rendición es odiosa. Y es mejor un léxico que ayude. Que protege. Frases como escudos. Párrafos como batallones. Palabras bonitas como esperanza o primavera. Irá en gustos pero hay cosas bonitas que lo son para todo el mundo. Unánime. Lo bonito. Lo objetivo. Lo eterno. Lo sencillo. Volver a lo esencial. Paseos. Flores. Canciones que te encandilan. Libros con los que llorar.  Lágrimas de emoción. Sollozos pero no de pena. Cosas bonitas. Una búsqueda permanente.  Un sentido de la estética.  Un buen momento.  Un buen día. Una buena frase. Una buena fase. Una buena dieta. Un buen final. Llegará.

Seguir leyendo el mismo libro. Empezar uno nuevo. No tengo decidido el siguiente.  Me gustaría empezar hoy mismo. Saltar de tren. Cambiar el tono con el que me hablo. Buscar un nuevo camino. Una voz nueva. Otro narrador. Un nuevo libro. La misma canción.  Un nuevo estribillo.  Las mismas notas. Una frase con gancho. Y volver a escribir. En cualquier momento. Como por sorpresa. Algo que merezca la pena. Una pena nueva. Una pena activa. Que haga cosas. La pena que sea. Mañana lunes. Tengo trabajo pendiente. Volver a hacer lo de siempre. Trazar planes nuevos. Liquidar el cajon de las ideas. Dejar a cero el marcador . Volver a escribir correos electrónicos. A dar las gracias. Contestar. Volver a la rueda de hacer cosas más que pensarlas o imaginarlo. Errores nuevos. Más pasos en el camino equivocado. Más medias vueltas. Es siempre el mismo proceso o me quiero convencer de ello. Que son los mismos pasos. Que los das sin darte cuenta. Y avanza. Mal a veces. Pero es siempre lo mismo. Olvidar el plan original. No era tan bueno de todos modos. Ser el saco de boxeo. Ser la jacaranda que se seca y no florece. Ser un galan de noche sin agua. Un cauce seco. Una causa olvidada. Una idea buena mal ejecutada.  Un favor pendiente.  Un día malo. Otro. Una lavadora sin poner. Un nuevo reto. Una nueva desilusión.  Una fantástica sorpresa. Un camino lleno de baches. Un calor que asfixia. Una sed que ciega. Los ojos secos. La cara pálida.  Es la vieja historia. El golpe en el estómago. La paliza de los años. El escupitajo del espejo. La sorpresa del viejo que viene q vernos al mirarnos. A buscar el camino. El rastro. La alegría. Los buenos recuerdos cada vez más lejanos. Es un ciclo. Se revierte. Son muchos tropiezos. Sin red. Sin ayuda.  Sin desahogarme.  Sin perspectiva de mejora o de cambio.  Te vienes abajo. Te hundes. Te metes en bucles. Te haces daño. Te rascas hasta hacerte sangre. Te sacas el veneno. Te sacas la herida entera. Te podrías sacar el brazo. Y vuelves. A otro lugar que parece el mismo. Y te vuelves a mirar en algún reflejo o en un libro. Una canción salvadora. Un buen pensamiento. Un silencio activo.  Las mimbres de la ilusión . En un te mando besos. En un buenas noches. En un adiós.  Un adiós corto.  Un adiós cercano. Una despedida a mano. Como dejar las gafas en la mesita. Como guardar el corazón en el primer ca. En una búsqueda permanente de la felicidad.


La vida está a la vuelta de la esquina. Va a ser como quiero que sea. Seguir. Sólo seguir. Pensar en frío. No caer. No bajar los brazos.  No darle demasiadas vueltas. No buscar demasiado. Confiar en ello. No sé en qué.  Pero creer firmemente y si no hoy, es mañana. O será. Quizá más tarde. Más tiempo para leer. Para escribir. Para volver a escribir un nuevo borrador. Un mejor borrador. Que sea emocionante. Que sea A secas. Está a la vuelta de la esquina. Lo tengo todo en mente. Queda un último empujón. Me quedan menos de diez páginas para acabar el libro. Cada día, un afán. Hoy, dos.  No hay que buscar más. Es suficiente a veces. Está bien como está.  Echo de menos grabar con auriculares. Salir con ellos. Caminar a empellones y transportado por la música. Llevar las orejas a salvo del ruido mundano. Libre de tubos de escape. Mi propia fuga. Echo de menos unos buenos auriculares.  Escuchar el mundo al detalle. Mis pasos. Los golpes a la guitarra. A los tambores. Todo el proceso. Lo echo de menos. El verano pasado no hice otra cosa. Y me gustó mucho. Leer igual es más calmado. Es otra forma de silencio. Un silencio activo. Un silencio con orejas que leen. Tengo sed. De victoria y de agua fresca. Leer mucho, beber mucha agua. Dormir a pierna suelta. Abrazarse a la pequeña respuesta de cada día. Conformarse con una nube menos. Abrir el cielo cada día. Tenerlo claro desde por la mañana. Que se encaje el día en si mismo. En calma. En silencio. Que funcione y no hacerse muchas preguntas. No más de las necesarias. Tener una rutina de ausencias. Un plan de pasos perdidos. Lanzar muchas fotos de cada momento y esperar un flash justo. Un párrafo que acierta como una bala perdida. Como una oración perdida. Como una canción que aún no tiene letra pero se adivina la melodía. Hay un apunte. Hay un aleteo. Un esbozo de vuelo. Pocas cosas se concretan. Pasa mucho que no esperar. Volar es a veces la única forma de tener los pies en el suelo porque aterrizas. Volar es aterrizar. Leer es leer la palabra FIN. Escribir es elegir cuando usarla. Y donde. Un silencio final. Un nuevo libro. Otro domingo vivo. 


viernes, 14 de julio de 2023

El perro perdido de hoy

Acabo de ver a un perro perdido. Hace unos minutos. Se les nota. Van rápido. Nerviosos. Miran a todas partes. Se ha ido detrás de una señora que iba antes que yo en la caja. Le ha olido el culo y ha seguido su ruta en dirección contraria. Se ha topado conmigo. A la puerta del supermercado. Se ha parado dos segundos y me ha mirado como si me conociera. La ternura de la pérdida. Unos ojos dulces y asustados. Luego ha dado un rodeo, ha hecho un segundo intento. Ha vuelto. Acercamiento. Tímido. Temeroso. Y sin llegar a mi posición, siguió calle abajo y apretó la marcha. Pobre perrito perdido, pensé.  Tampoco estoy yo para tirar cohetes, ha sido el pensamiento siguiente.  Veo muchos perros perdidos. Se van de una urbanización a otra y pierden el rumbo. Van rápido. Perdido y rápido. Me suena. Tiene eso. Efecto de trepidar. Miran esquivo. Buscan unos ojos que le reconozcan pero no paran el trote. Cruzan por mitad de la calle. Los ojos los llevan perdidos también. La mirada es primero en perderse. Se ve a muchas personas con ese mismo enfoque borroso y solitario. Personas que son mascotas de otras a las que no encuentran. A mi me parece muy triste pero aun peor es tener esperanza de encontrarae, porque lo último que se pierde es la esperanza. Los perros perdidos llevan la esperanza en la cola. No paran. No se acercan. Otean y siguen. Ni se acercan a oler. Van rápido.  Esperanzas pero miedo. Cobardía. Es lógico. Cuando te pierdes y aprietas el paso. Por si acaso. 

Es vocacional. La querencia por lo perdido. He pensado muchas veces en ser detective de mascotas. Vocación por la pérdida y en plan de negocio, por las pérdidas. Joselito detective de mascotas. Me veo. Ideas felices que vienen a la cabeza tan alegremente como se van. Hay nicho. Hay mercado. Veo muchos. Todos los días se pierde un perro. Todos los días se pierde algo. Los perros perdidos ya los tengo. Habría que implementar un método. Una forma de proceder. Profesionalizar el asunto. Devolver una mascota que se ha escapado o extraviado a su dueño debe ser de las mejores cosas de la vida. No hay duda. Me los tendría que llevar a algún sitio. Una perrera profesional.  En ese paso, me pierdo yo. Ya tengo la casa hecha una leonera como para hacerla perrera también. No es facil. No es práctico. Seguro que hay buenas recompensas. O donativos. Es vocación de todos modos. Gusto por la perdición,  en general.  Habría que ver si tienen chip. En el peor de los casos puede tratarse de abandonos. Es más bien, detective de dueños de perro sin perro. Buscar a los dueños. Dar con ellos. Es lo difícil. Me da mucha pena. Lo de andar rápido cuando te pierdes y correr. Y alejarte. Perderte más.  Huir hacia adelante. Perderte para siempre. Y alejarte del punto inicial. Sin más remedio. Sin vuelta atrás. Era un pastor belga. Negro y blanco. Con expresión amable. Algo espeluchao. Pero con collar. Collar rojo de cuero. Se ha bajado la calle antes de que entrase en la furgoneta con las cosas del supermercado. Perderse rápido. Perderte para siempre. Encontrarse nunca. Es una pena muy genuina. Me da en el hueso.

La rapidez no es mala en todos los casos. Me gustaría leer más rápido. Más libros.  Mejores. Lecturas y días. Encontrar libros perdidos y adoptarlos. Ser dueño de una biblioteca fiel. Una rapidez buena. También para descartar lo que no te convence o no te llega. Mejores momentos. Seleccionar. Una elección mejor. Menos móvil y más pasar páginas. Lo intento.  No lo consigo del todo.  Voy con prisa. Soy un perro perdido. A veces salto líneas de párrafo como el que baja escalones de dos en dos. En caída libre de palabras. Con el peso del aburrimiento. La gravedad. El tiempo. Como esquiando en escaleras. A golpes de vista. Leer a brincos. Achicando capítulos. Como un perro perdido. Como un dueño sin perro. Como una frase sin verbo. Como si todo fuera una poesía interminable.  Leer el Todo. Como si fuera rezar. Como medida de emergencia. Leer como último recurso. Como huyendo de edificios en llamas. Y obviar descripciones o circunloquios. Saltarse los diálogos. Esquivar lo sesudo. Buscar la frase que me haga parar un segundo. Volver a ella. Y me siento bien o lo más parecido a bien cuando llego a la palabra FIN.

Tengo ilusión por cosas estúpidas y me limito a no hacer nada. Me tumbo. Leo. Escribo. Nada. Voy lento. Muchas veces ni voy.  Me gustaría leer más libros a la vez. No estancarse en uno. No desfondar cuando la historia pierde fuelle. Me pasa con mi propia vida Como para no verlo en la ficción. No perder las ganas. Tener varias historias abiertas a la vez, como pasa ahora en casi todo. Polilector. Polilusión. Polihistorias. Varios títulos. Distintas épocas y puntos de vista. Alternar argumentos y narradores. Cuestiones de estilo. El estilo lo es todo. Y se le da poca importancia a ser estiloso. Y menos al estilo propio. Me gusta leer a alguien con su estilo. Con un tono.  Con un buen punto de vista. Leer me va mejor que escribir. Me ayuda a ordenar pensamientos y cuando me pongo a parrafear, lo contrario. Cuando escribo  lo desordeno. Soy yo el perro perdido. Acabáramos. El mejor acabado. Un buen lejos. Un cautiverio que compensa. Ganado. Un corral de pensamientos desordenados e idiotas. Egoistas. Y la cocina como un campo de batalla. La cocina es otro perro perdido. Somos una manada. Pienso poco porque hago trabajo físico y acabo muy cansado. Las ganas de continuar sin el entusiasmo inicial se diluyen. Todos los veranos se me atragantan. Se hacen interminables. Hoy puse una lavadora y limpie la freidora. Trato de poner de mi parte. De tender y doblar mi parte. Me sale regular. Se cayó el tendedero. Se llenó de arena. La vida. La pérdida. Las patatas fritas, muy buenas. Eso sí. El perro perdido de hoy.  La misma pena de siempre. Mañana más y mejor.

miércoles, 21 de junio de 2023

Al viento le gusta tener la última palabra

 Escribir. Tocar la guitarra. Peinarme. Me peino este año. No suelo hacerlo. Antes no. Nunca me peinaba. La última década me fui quitando tareas y me hice a lo de ahorrarme el espejo. Dejas que crezca y una coleta. No te peinas. Una cosa menos. Un moño, a veces. Afeitarme tampoco. Lo que nace como economía de recursos acaba configurando personalidad de náufrago. El aspecto de vagabundo justifica mendicidades a veces imprevisibles y casi inapreciables. El blog es como el moño. Dejarse crecer las palabras y no buscarlas en ningun espejo. Solo escribir.  Solo cantar. No practicas, sangras. No puedes no hacerlo. No quieres no poder no hacerlo. Triple negación. Triple saltó mortal. Lo de sangrar es un decir. Pus. Flujo. Bilis. Lo que sea que tengas dentro y sale en el efluvio. Triple efluvio. Se dejó ir. La mente atrapada en la lista de la compra. El orden de las tareas cotidianas. Nos mantiene en el suelo. Escribir. Tocar la guitarra. Peinarme. Una ducha. Llegar a lo del mundo real se vuelve una odisea. Ir al supermercado. Volver del supermercado. No es nada super el plan. Antes pensaba que era un vago, ahora no tengo dudas que la vagueza es una vocación... Es una lucha por no hacer nada. Nada nunca. Es iluminación. Pensaba que tenía una depresión y no, estaba meditando.  Es broma. La presión, peor que su prima la depresión y cuando se juntan, montan la romería. A mi con dos bobadas, se me olvida todo. No sé qué es peor. Tres bobadas. Pon cuatro. Ponte. Me digo a veces.  Ponte. Que tu puedes. Pongo voz de ardilla y me doy ánimos a mí mismo. Como si fuera un dibujo animado. O como si las ardillas hablasen. Voy a escribir algo genial. Voy a hacer la mejor canción que he hecho. Voy a peinarme y va a quedarme cincelado pero no. Viene el viento y dice: Lo que escribes es basura, cantas como una rata y te crees una ardilla y te voy a cambiar todos los mechones de sitio. Y yo lo asimilo. Me pongo en mi sitio. Y vuelta a empezar. A diario. Un ritual. Ponte pero que no me pongo. Me pongo poco. El tiempo se va. Saltando los charcos. Llueve poco. Se ha vuelto poco todo. Se ha complicado el asunto. La vida cotidiana para mi es una continua novedad. No me da.  Para peinarme y cantar y escribir y seguir con ganas de que pasen cosas inesperadas. Pasan. Todo el tiempo, dice el viento. Al viento le gusta decir la última palabra. De hecho, le gusta llevarselas. 

El blog es el escondite de las palabras que se lleva el viento. La guarida del botín. El mapa del tesoro. El viento manda. Las rachas. Las velas. La raya del pelo. El rizo del flequillo. Escribir lo mío y que el viento lo esconda. Que se lo lleve y me deje tranquilo. Canción nueva. No paro de hacerlas. Una oleada. No todas buenas pero muchas. Como el amor. Lo de grabarlas es tortuoso como leer este blog. El viento decide donde acaban las cosas. Mi tendedero se vuela. Las camisas aparecen en el jardín. Quieren saltar la valla y ser libres. Los botones quieren, a su vez, romper el hilo y volverse piedras. Todos queremos ser libres a nuestra manera. Libres en el lineal de congelados. Libres de elegir la marca más barata. Libres de azúcar. Todo llega. Todo se va. Nada dura. Libres en nuestra duración. Una corta duración . A vueltas con la idea de la libertad. Libres de elegir el color. Libertad verde. Libertad negra. Libertad de tonos pastel. Están todos bastante jodidos.  Los tonos. Los pasteles. Las libertades. Las que tomamos o nos dan. Lo poco que nos damos. No tomaremos nada. Tengo que irme a dormir. Me despierto cansado. Escribir. Tocar. Una ducha. Una canción nueva. Otro párrafo.  Otro fracaso. Otro tema para un relato. Una tristeza para practicar esgrima. Un florete del desamor. Una espada en un estribillo. Un buen momento. Un viaje inolvidable.  Una vida para olvidar. Un nuevo día.

Cantar. Dormir. Escribir en sueños. Peinarme el subsconciente. Cambiar la raya de mi sentir más genuino. No tener expectativas. No andar con achaques. No temer a los temerosos. Ni dárselas de valiente. No usar ni una puta subordinada. Que el estilo no se rinda. Una mierda pero mía. Una vida pero mía. Un moño pero mío. Y aspirar a lo principal, ser el viento.

Y llevarse las palabras

Y traerlas para vosotros.

Promo de nuestro concierto en Al Sur conciertos

 


Aquí, el vídeo de promo:

Enrique Octavo En Al Sur conciertos. 


Y aquí se puede el concierto entero y la entrevista:

https://www.canalsurmas.es/videos/detail/77944-al-sur-conciertos-18062023


Espero que os guste...

Hay varias canciones nuevas.


domingo, 11 de junio de 2023

Soy tú antes de tu yo de ahora

 He vuelto a escribir con un propósito en firme. Con un fin. Lo de escribir aquí, es más como tender la ropa. Ropa a la que le ha llovido, un segundo intento de secado. He vuelto a escribir. Eso ya es alegría suficiente. Llámalo alegría o llámalo ilusión pero son palabras que avanzan en un camino y eso me agrada. Es un avance. Cómo en las tragaperras. Avance. Avance. Es algo. Al menos. Algo. Un comienzo. Será un camino equivocado y errático. Un sendero que se pierda en ningún sitio, y será una puta mierda, y bien, lo será y lo va a ser, o me lo parecerá como suele parecerme todo lo que escribo pero escribo y estoy andando o es lo que siento al encadenar párrafos, poner comas a mi aire y simplemente, escribir y escribir así, a mi manera según lo sienta pues me gusta. Es de otro estilo. Las frases son directas. Aquí. Allí. Voy. No llego. Ni quiero.  Llegué.  Me voy. Y así Y me parece bien. Con prisa. Son frases cortas. Muy cortas. Frases impacientes. Una palabra y punto. Palabras que se llevan mal con otras. Es una pelea de monosílabos. Un baile de sordos. Poca metafora. En el blog me gusta. Que corran las imágenes como si fuera un parque infantil. Como en un sueño.  Lo otro es escueto. Es con prisa. Prosa apresurada. Un verbo. Un adjetivo. Es muy poca cosa. Se nos va la vida. Se nos escapa de las manos. La vemos pasar y no saluda. Ni adiós. Quería hacerlo así pero es probable que se vuelva en contra. 

Es como un diario. Me molesta el narrador. Es un sabelotodo. Me gustaría mejorar en mi capacidad descriptiva. En mil cosas más. Lo de estar siempre sólo es una ventaja. Y la confusión es la que más habla por boca de unos y otros. Un buen narrador. Un buen narrador es siempre un buen narrador. Me gusta ver películas antiguas por que la voz de los dobladores me resulta familiar. Cercana. Conocida. Me reconforta eso. Me gusta el ruido de las teclas al escribir. Me gusta el hecho en sí. Me gusta escribir. No siempre aparece el narrador. Lo de diario, ayuda. Es como un blog. Somos como blogs. Cosas antiguas, a su manera. Motines de repentina verbalizacion de algo cotidiano y con poca importancia. La primera persona le parece poca cosa al gran narrador, pensó él hablando para sí mismo en busca de la persona narrativa para su relato. La primera persona es como lo facil. Concesiones a las confesiones. Pensé.  Vi. Oí. Sentí y todo así. Que, a ver, bien. Pero es no salir de uno y a veces, no salir en absoluto.  El relato estaba ya casi escrito. Era un relato corto pero se estaba alargando. No se habían cumplido los plazos. Él lo quería todo de inmediato, me dije como si mi yo impaciente fuera otro. El yo impaciente ni siquiera me escuchó.  No hay formas de saber quién somos hasta que se vuelve al estilo directo:

- Quién eres?  

Era como debía hacer sido. El que se dispuso a contestar. Soy tú antes de tu yo de ahora. En nuestras cabezas lo que no pasó sigue reproduciendo su no existencia. Encasquillado. Un final posible. Un menú de DVD en bloque. Se repite. Una sintonía para Elije tu vida. Los debía haber sido así son casi más importantes que los como realmente fue. Es una guerra de guerrillas que se libra silenciosa en una parte de nuestro cerebro por donde nunca pasamos la escoba. Tengo la cabeza sin barrer ultimamente, es cierto. Y aquí puede hacer ocho nudos a la cuerda para desquitarme de que lo que sea que escriba en otro lado para que quede sólo como un lindo lazo. Aqui la sinrazón y en lo otro, las flores. Es un decir. Un reducto de libertad. De varios usos.  Poder meter la pata. Poder cagarla. Ojala conocer a alguien y que te dijera: No te preocupes, puedes equivocarte todo lo que quieras. Qué tranquilidad. Soy todo margen de error contigo. Me parece hasta bonito.

Me gusta escribir. Cuando vuelvo a hacerlo, me pregunto que es lo que me lleva a desistir. A no hacerlo. Y, sí,  claro. No siempre hay tiempo o ganas pero es algo más. Es como no entregarse. No del todo. No querer sentir algo Y que luego resulte que lo que sentias era una mierda. Escribir. Y ya está.  Y con todo lo mismo. Amar y ya está. Cenar y ya está. Pasear y ya está. Pero no es suficiente. Algo sencillo. Directo. Unívoca. Una realidad tangible pero escrita. Entra por la ventana un cuadrado de luz ocre. Color miel y está ensalzando la pared de gotele. Estoy en la cama. Se oye la música de los vecinos. Son las nueve. Se alargan las tardes. Un bonito atardecer para estar escribiendo frente a una pantalla brillante. Me sale mal lo de describir. Ya hay gris. La miel es cemento. De aquí a nada, será de noche. La luz de la mesilla es verde. Compro bombillas de colores por que las otras explotan. Subidas de tensión. Instalación vieja. Como yo. Poco instalado para la edad que tengo.

Escribir es importante aunque sean gilipolleces. Las gilipolleces son importantes. Las tonterías. Hacer las cosas sin juzgar. Es importante. Sin ninguna duda lo que mas pensamos desde que somos capaces de hacerlo son estupideces. Tonterias. Nimiedades. Invenciones. Asociaciones de ideas peregrinas. Ideas nomadas. Ideas sin casa que ni siquiera viven en las afueras. Es la mayor parte del tiempo y da igual que seas una lumbrera o que leas, o estudies o solo veas cine de autor, piensas mucho material de desecho. El cerebro es asi. El de todos. Escribir eso. Ese barullo. Ese tintineo. Ese jaleo. Escribir de un modo cotidiano.  Como un acto mas de higiene.  Como el que templa un instrumento. Escribir como el que se cocina la cena... Tener hambre de palabras. Querer cocerlo todo. Es una manera de emplear la soledad y la tristeza en algo útil. De varios usos. Es algo bueno. Poner en orden tus pensamientos. O lo contrario: desordenarlos más. O el reto definitivo, escribir sin pensar en nada.

Escribo como el que entrena.  No sé para qué.  Es como documentar la confusión. El músculo de la escritura, volver a ejercitarlo.  Encontrar el tono. Correr seria mejor. Tengo bastante claro que me vendría mejor ponerme una sudadera y salir a trotar loma arriba pero sigo tumbado. Hoy di tres golpes con la azada y siento que he cumplido. Me queda mucho por hacer y a veces, es el motivo para cansarme antes. Me he puesto a leer. Me he acabado el libro. No me gustó el final. Esperaba otra cosa. Los finales que queremos. A lo mejor va de eso lo de escribir. Poder ponerle un final. El mejor final.  El final que ya estaba desde el principio. Pero lees y te sientes bien. Al menos durante un rato. Escribir es importante pero leer mucho más. He empezado con otro libro del mismo autor de inmediato. Me he pulido el primer párrafo en un parpadeo. 


Para mí, la tiene. Escribir es importante. Querer hacer algo. Hay etapas de querer algo y temporadas de no querer nada de nada. Nada. No. No querer. Frases cortas. Ideas muy concretas.  Casi ni ideas. Lo de antes de llegar a la idea. Las afueras de las ideas. Los barrios pobres de las ideas. Las chabolas de las ideas. Igual ya quedó clara la idea... Y he pasado por las mismas fases. He vivido a las afueras de las ideas y me he vuelto andando y no es tanto. Haces ejercicio en lo que se enciende la bombilla o te cansas de pensar estupideces.  Ahora quiero moverme y eso es bueno. Muy bueno. Del agua estancada, no esperes nada. Es un dicho. Lo escuché hace poco.

El estancamiento. Para qué.  Cómo y hacia dónde.  Lo del camino es una metáfora pero también se establece un itinerario. Es como un diario pero empecé a intervenir en la línea temporal. Otra mala idea que vino sin ser invitada. Y funcionaba. O eso creía. Las cosas funcionan hasta que dejan de hacerlo. Y dejó de hacerlo. O quizá nunca lo hizo. Y me di cuenta entonces y me vi estancado. Escribo esto por eso. Por saltar esa valla.  Por avanzar. Por liberar la presa. Son sólo palabras. Es sólo agua.  No moja. Es sólo lluvia. Leer es lo siguiente que he vuelto a hacer. Leo rápido. Lo hago poco. Es como no querer tomarse en serio una relación, para que no te atrape y te devore del todo. Estar como amigos. Jugar a la superficialidad.  Mantenerse a cubierto. No entregar el cetro. Valerse por uno mismo frente a la propia soledad. Sale mal antes de que empiece. Y volvemos al mismo punto. El estancamiento..

Cuál era el sentido. Empiezas. Escribes. Lo vomitas.  Lo lees. Pensaba: Será gracioso. No lo es. Será ameno. Pues tampoco. Para qué.  Para qué era esto. Para qué es todo.

El sentido de todo. Hay cosas peores. Muy malas. El origen del mal me tiene a  mal traer. De dónde viene. Da igual. No es lo peor pero buscar sentido es jodido. Y buscar el sentido de las cosas es lo que más te lleva a perderte.  No hay sentido. Nada lo tiene. No hay un fin. Pasan cosas... Y eso es todo. Pasan cosas a la vez todo el tiempo. Pasan cosas como dentro de una lata de sardinas y no llegamos a ser ni una escama.  No nos enteramos de nada. Al menos, yo. Nos pasa el tren de la vida por encima mientras tratamos de llegar al andén correcto. Vaya mierda de metáfora. Las metáforas ferroviarias en general deberian esrar prohibidas.... El tren. El tren. Que le jodan al tren. Pasan cosas. Pasan como los trenes se paran. Pasa y punto. Y te esperas. Si te toca esperar, pues te esperas o aprietas el culo, sí es lo que hay que hacer y un día no te responden las piernas y punto. Siguiente. Y a paseo. Es muy sencillo. Pasan cosas buenas también. O que lo padecen. Algunas pasan porque sí y sin previo aviso, y otras, pues se ven venir desde muy lejos y de la misma forma, te pegan en la cara como una farola que no ves. Farolas apagadas. Apagadas a cabezazos. Farolas traidores. O señales de tráfico. Mirada gacha, envite severo. Choque frontal. Así es la vida. Golpe a golpe. Despiste a despiste. Como si fuera gracioso. No tiene sentido. Tiene que tenerlo para ti, me dijeron hace poco Y no, no estoy de acuerdo. Los sentidos o el sentido de las cosas no es algo personal e intransferible. No lo es. No lo creo. Hay un significado.  Puede que me haya ya cansado de más. Voy a preparar algo de comer. Mañana será otro día. Pero igual intento escribir algo más hoy.

Desde mi yo de antes de ser tu tú de haberlo leído.

jueves, 2 de marzo de 2023

Condominio sentimental

 Tengo ganas de escribir y suelo traer las ganas aquí y a ver si se me pasa. Tengo que fregar los.platos y eso no es.plan de traerlo al blog. Pero dame.tiempo. echo de menos lo de procrastinar en prosa. Y lavar.los platos en verso. Ser amo de casa es lo que más me cuesta

 Amo.en general. Lo que puedo. Y me.dejan

 Sólo tienes el amor que das y me esfuerzo en tener un alguillo. Cuesta una barbaridad en estos tiempos pero en otros, seria igual. Tengo siesta pendiente y no puedo entretenerme. Amo en plural pero muchos amos, pues casa sin guardar


Difícil. No el amor. Que siempre es espinosa empresa. El alternar amores y amoríos y los anhelos ajenos. Que cuando soy Bonico, lo soy mucho. No siempre pero a raritos. A ratos. A rotos. A retos. A ritos.  

Menos no sea A gritos. Todo va saliendo. 

Todo es cuestión de tiempo, pero quien lo tiene hoy en día. Que hasta descansamos con prisa. Prefiero buscar descanso en la prosa. A ver si lo envíen. A ver si lo encontrase

Hay que tener los huevoa en varias cestas y que se lleven bien entre ellas. Es muy de ahora el condominio sentimental. Y ni falta que hace. Todo es ponerse y puesto que es así, intento que no se me pase.la puesta de sol sin su paseo.de.rigor. Paseo lo que.puefo. lo que me dejan. Nadie quiere andar hoy en día. Son tiempos convulsos y de aparcar en la puerta. Aparcar mal en general. Veo que va a peor eso. Puede que sea sólo mi impresión. O que me hago viejo. O ambas.

Con dominio sentimental, el condominio sentimental no está tan mal. Es peor la soledad en solitario que compartida. Las soledades son para dos, como mínimo. Como las paellas en algunos restaurantes o los hoteles u hostales que sólo tienen habitaciones dobles. Los números pares son muy suyos. Tienen peor carácter que los impares que van más por libre.


Tengo muchas novias, como dice Bar Bunny y hoy tengo a una, mañana a otra pero no hay boda. Es sólo una canción que suena a vacilar de semental pero en mi modesta opinión, creo que habla de la soledad. La.soledad en solitario. La soledad sin compartir. La siesta sin compartir. Los platos a pedir sin compartir. 

Nadie se.pone de acuerdo y al final, todos con hambre. Y los platos sin fregar, la cama sin hacer y la casa sin barrer. Lo típico. En la mierda. La mierda en soledad. La mierda compartida suele ser peor todavía,  no siempre es bueno no estar solo. Para dar de vientre, no se me.ocurre mejor ejemplo. 


Y ya me.duermo. Y sigo otro día. 

Un besico, primores.

En el micro abierto de La Tertulia

En el.micro abierto de La Tertulia.

Cante " El miedo no exiate" y "El frío es psicologico" que era la primera vez que la tocaba en directo.

Y se me rompió una cuerda. Pero estuvo bien a pesar de todo. 

Y echamos un buen rato. Y unas risas.

Gracias a David y a Pilar por los vídeos.







 https://youtu.be/Ysh_8OIwMcY


https://youtu.be/TY1sIXmmR6Q



En el micro abierto del Entreauelo

 Por.loa suelos. Toqué " No trabajar nunca " y " Que salga el.sol y yo lo vea " 

Que era la primera vez que la tocaba .En directo y me gustó. 

Gracias a Pedro por las fotos.