miércoles, 21 de junio de 2023

Al viento le gusta tener la última palabra

 Escribir. Tocar la guitarra. Peinarme. Me peino este año. No suelo hacerlo. Antes no. Nunca me peinaba. La última década me fui quitando tareas y me hice a lo de ahorrarme el espejo. Dejas que crezca y una coleta. No te peinas. Una cosa menos. Un moño, a veces. Afeitarme tampoco. Lo que nace como economía de recursos acaba configurando personalidad de náufrago. El aspecto de vagabundo justifica mendicidades a veces imprevisibles y casi inapreciables. El blog es como el moño. Dejarse crecer las palabras y no buscarlas en ningun espejo. Solo escribir.  Solo cantar. No practicas, sangras. No puedes no hacerlo. No quieres no poder no hacerlo. Triple negación. Triple saltó mortal. Lo de sangrar es un decir. Pus. Flujo. Bilis. Lo que sea que tengas dentro y sale en el efluvio. Triple efluvio. Se dejó ir. La mente atrapada en la lista de la compra. El orden de las tareas cotidianas. Nos mantiene en el suelo. Escribir. Tocar la guitarra. Peinarme. Una ducha. Llegar a lo del mundo real se vuelve una odisea. Ir al supermercado. Volver del supermercado. No es nada super el plan. Antes pensaba que era un vago, ahora no tengo dudas que la vagueza es una vocación... Es una lucha por no hacer nada. Nada nunca. Es iluminación. Pensaba que tenía una depresión y no, estaba meditando.  Es broma. La presión, peor que su prima la depresión y cuando se juntan, montan la romería. A mi con dos bobadas, se me olvida todo. No sé qué es peor. Tres bobadas. Pon cuatro. Ponte. Me digo a veces.  Ponte. Que tu puedes. Pongo voz de ardilla y me doy ánimos a mí mismo. Como si fuera un dibujo animado. O como si las ardillas hablasen. Voy a escribir algo genial. Voy a hacer la mejor canción que he hecho. Voy a peinarme y va a quedarme cincelado pero no. Viene el viento y dice: Lo que escribes es basura, cantas como una rata y te crees una ardilla y te voy a cambiar todos los mechones de sitio. Y yo lo asimilo. Me pongo en mi sitio. Y vuelta a empezar. A diario. Un ritual. Ponte pero que no me pongo. Me pongo poco. El tiempo se va. Saltando los charcos. Llueve poco. Se ha vuelto poco todo. Se ha complicado el asunto. La vida cotidiana para mi es una continua novedad. No me da.  Para peinarme y cantar y escribir y seguir con ganas de que pasen cosas inesperadas. Pasan. Todo el tiempo, dice el viento. Al viento le gusta decir la última palabra. De hecho, le gusta llevarselas. 

El blog es el escondite de las palabras que se lleva el viento. La guarida del botín. El mapa del tesoro. El viento manda. Las rachas. Las velas. La raya del pelo. El rizo del flequillo. Escribir lo mío y que el viento lo esconda. Que se lo lleve y me deje tranquilo. Canción nueva. No paro de hacerlas. Una oleada. No todas buenas pero muchas. Como el amor. Lo de grabarlas es tortuoso como leer este blog. El viento decide donde acaban las cosas. Mi tendedero se vuela. Las camisas aparecen en el jardín. Quieren saltar la valla y ser libres. Los botones quieren, a su vez, romper el hilo y volverse piedras. Todos queremos ser libres a nuestra manera. Libres en el lineal de congelados. Libres de elegir la marca más barata. Libres de azúcar. Todo llega. Todo se va. Nada dura. Libres en nuestra duración. Una corta duración . A vueltas con la idea de la libertad. Libres de elegir el color. Libertad verde. Libertad negra. Libertad de tonos pastel. Están todos bastante jodidos.  Los tonos. Los pasteles. Las libertades. Las que tomamos o nos dan. Lo poco que nos damos. No tomaremos nada. Tengo que irme a dormir. Me despierto cansado. Escribir. Tocar. Una ducha. Una canción nueva. Otro párrafo.  Otro fracaso. Otro tema para un relato. Una tristeza para practicar esgrima. Un florete del desamor. Una espada en un estribillo. Un buen momento. Un viaje inolvidable.  Una vida para olvidar. Un nuevo día.

Cantar. Dormir. Escribir en sueños. Peinarme el subsconciente. Cambiar la raya de mi sentir más genuino. No tener expectativas. No andar con achaques. No temer a los temerosos. Ni dárselas de valiente. No usar ni una puta subordinada. Que el estilo no se rinda. Una mierda pero mía. Una vida pero mía. Un moño pero mío. Y aspirar a lo principal, ser el viento.

Y llevarse las palabras

Y traerlas para vosotros.

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