domingo, 28 de julio de 2019

cuatro mil sordos

Hemos pasado de las diez mil escuchas en bandcamp. Buena noticia. En apariencia, sí. En total, catorce mil y pico visitas. Curioso. Diez mil plays. Catorce mil clicks. Podría hacer varios análisis. El más claro es hola a los cuatro mil sordos. Es fuerte. No ha quedado muy claro. Que hay un sesgo notable entre visitas y escuchas. Cuatro mil curiosos que solo estaban mirando, como se les dice habitualmente a los dependientes afanosos que te abordan. Son unos números modestos por más vueltas que uno le de. Por mucho blog personal y por mucha redacción enrevesada porque ya llevamos unos añitos dando la vara. Empecé a subir canciones en 2011. Llámalo canciones, llámalo berridos, llámalo desgarradores lamentos o aullidos de dolor. O sea, que hace tiempo ya. Que no es de ayer. Y claro. Pues siempre sin compartir muchos. A esas mierdas me refiero. Como en plan secreto, en esos primeros años. Y tal. No es para menos. Eran maquetas de mierda grabadas con el movil. Y rajaban el timpano. Aún siguen sonando molestos. Luego vinieron los discos y eso. Que suenan igualmente molestos. Esa es la constante. Da bastante igual lo que cuente. O les dió igual a nada menos que cuatro mil navegantes, que es muchito. Cuatro mil visitas que no se han parado a darle al play. No les ha hecho falta. Es curioso. A mi me lo parece. A primera vista, no les hizo falta primera escucha. Eso pasa mucho. Ha pasado siempre. Te llegaba antes una foto o un nombre o una portada que la canción en sí. Siempre ha sido así. La música se ve. Muchas veces no llega a sonar. La puta radio secuestrada, os he hablado otra veces. Música sorda. El signo de los tiempos. Música para los ojos. Imagen y nombre. Foto.Y filtro. Y foto y foto y foto. Y me gusta. Que lo mismo suena a queja o a reparo. No, para nada. Siempre se ha escuchado por los ojos. O con ellos. Con el cerebro. Va por ahí la cosa. Cuatro mil escuchas cero. Cero cerebros afectados. Me parece mucho. Qué impotencia. Ni les interesó.  Y es mucho, porque por momentos, ha habido muchas visitas. Me lo parecen. No es falsa modestia, es todo hecho por mí. Sin discográfica o bueno, sí, con la mía. La Corte Inglesa records, con un par. Lo de darle vuelta a los números siempre me ha parecido engañoso y poco fructuoso, pero no dejo de hacerlo últimamente. No sé por qué. En cualquier caso, plantearse por qué no te escucha sea una persona o mil es de lo más estúpido en lo que se puede perder el tiempo.  Estar interesado en las personas que tampoco están especialmente interesadas en tí. Pensar estas mierdas en cualquiera de los sentidos es una papanatez. Pero joder. Tienes ahí tu pestaña de estadísticas y a veces estás tan aburrido que lo miras. Y según el día, parece mucho o parece poco. Dices diez mil y parecen muchas pero la canción con más escuchas no llega a quinientos cincuenta o ahí le anda. El resto andan en unos pocos cientos. Muchas con cientos. Pero pocas con mucho. Mucho y poco, y todo es tan relativo. Tan en el aire.  Es todo dificil de analizar. Para mí, por lo menos. Es una mierda lo mires por donde lo mires. Pero es la mierda de uno y por eso, no sabes a qué carta quedarte. Tanto da. Que no haya ninguna canción con mil escuchas me deprime un poco. Es una cifra moral. Es como la canción del gol psicológico de Alfaro. Que es perfecta. Ese punch. Esa garra. Esa potencia invisible que sale de no se sabe dónde y te cambia. La cosa cambia. A veces cambia. A veces fallas. A veces te equivocas. Otras, aciertas. Es tonto deprimirse por eso pero parece inevitable. Es una mierda. También me deprimía un poco el corte de la canción uno a la canción dos en el disco del gato. Se caía más de la mitad de los escuchantes. Esas mierdas son curiosas. Te dan nuevos motivos para enbajonarte. Nuevos prismas del fracaso. Del último tiene menos oyentes totales pero también menos deserciones, que anima. Que gusta. Que entre entero. Que se tome por como viene. Significa que es más entero, es una pequeña victoria. Muy pequeña. No llega casi a victoria. Hoy en día que escuchen tres seguidas es la ostia. No te digo seis. O doce. Es lo que tiene. Pero son muchas. Luego no son completas, son escuchas parciales. Las estadísticas de bandcamp tienen mil entresijos para deshuesarte el alma. No las escuchan enteras. Puedes entretenerte en las miserias al detalle. El rastro del que se fue. Del que no aguantó más. La curva de la atención buscando el motivo del abandono. Qué coño estoy haciendo con mi vida. Joder. Qué coño hago. Es lo que piensas. Qué cojones es esto. Para qué. Es lo que pasa. Si tiene quinientas, no llega a trescientos que se esperaron a los putos tres minutos completos. Joder, qué poco gancho. Qué tostón. Como esto. Doble tostón. Tostonazo. Piensa uno en esto aunque no quiera. Es la puta mierda del aburrimiento y las estadísticas en general. Pero pasa con todo con lo que te sientes a hacer balance. A pensar. A contrastar. A pensar en los números. También es cierto que el primer disco solo salió en bandcamp y que las maquetas, que son horribles y sangrantes para el oido y que solo están ahí por suerte para todos. Hay en spotify. Hay en youtube. Se nos reparten los escuchantes que no tenemos tantos. Uno se rompe la olla para captar oyentes. Es una mierda. Uno está de espaldas hasta que son los demás los que están de espaldas. Llega un punto que no sabes si la espalda es la tuya o la de otro. Te pasa que te acostumbras. Como a todo. No es que el bandcamp tenga meneo, quiero decir, que se va a tiro hecho. O es la impresión que da. Por el youtube hay más permeabilidad. El que te va a buscar en bandcamp, es que te buscaba. Quizá los tags. Y por las ciudades, y tal.  Los estilos.... No sé. No tengo ni idea por qué me planteo estas cosas. Es una mierda. Es dificil saber donde uno está, aunque casi siempre sea en la mierda. Es dificil saber cuánta mierda. Cuánto de jodido con respecto a jodimientos anteriores o jodiendas de caladas. Son heces pero no son iguales todas las veces. Es una mierda, la verdad. Pero uno sigue en ello. Porque no es siempre igual. Es una caca distinta cada vez. Flotas en la caca. La caca cambia. Según se mire. Según se ilumine. Según esté uno por dentro y cómo lleve las expectativas. Lo parece del todo o disimula que es una defecación con sus seducciones sutiles. Pero que sí. Totalmente caca. Es verdad. Pero estás en la mierda y estando en la mierda, es complicado ubicarse. Nos pasa a todos. Es el peor momento de encontrar la dirección para el siguiente paso, es jodido tomar referencias estando en la mierda pero están, y estar, está. Estás tú, está la referencia y está la mierda, y ya puedes bracear o tratar de sacartela de encima que te vas a poner hasta arriba de excremento y puedes lloriquear o quejarte o maldecir o blasfemar o no asumirlo o meterte en un agujero o dejar de respirar o lo que quieras, pero lo que es, es o está siendo y es así, poco más que decir, es todo bastante mierda. Pero está guay. Es una buena mierda o lo es a veces. Eso de las estadísticas. Piensas: Pues vaya mierda de escuchas. Y ya. Te quedas ahí. Es poco. Poco y punto. Pero tiene cero de presupuesto. En promoción y publicidad, literalmente cero euros de presupuesto. Y qué quieres. Pues menos de mil. Menos de cien. Menos de lo que ya parece que es poco. Por otro lado, lo piensas y dices: Ey hay gente escuchando. Uno. Dos. Doce. Veintitrés, no lo sé. Da igual. Te dices: Da igual. Sabes que no da igual. Pero dices: Da igual. Así es o así te lo dices a ti mismo. No sé por qué. Esto venía a cuento de los cuatro mil sordos. Las cuatro mil visitas y pico que ni le dieron al play. Venía a cuento de eso. Pero me he perdido. Me pierden los números y las ínfulas. Las expectativas. Nada es poco. Todo es suficiente. Y todo es como tiene que ser. Todo lleva el ritmo que lleva. Todo es simplemente como es. O como está siendo. Puede ir siendo de otra manera. Es la zanahoria. Yo escucho esa voz que me dice; Cero presupuesto. Que repite: Cero presupuesto. Los cuatro mil luego son cuarenta mil que no escuchan pero siguen y apoyan. Igualmente sin dar a play. Es así. No es cuestión de querer cambiar las cosas como son. O como están siendo. Las cosas cambian. La caca cambia. Cambian a peor. Cambian a mal, casi siempre. No siempre pero mal, mayormente mal. No es verdad es leyenda de lo inmutable, de la gente no cambia, las cosas no cambian, el poder no cambia, la mierda no cambia o las injusticias no cambian.... Que es verdad casi siempre que no cambien a bien pero cambiar a  mal pues claro que cambian. Todo cambia. Quiero decir que nos escucharán menos. O que eso puedo esperar. Tendra que ser como sea. Pinta mal. Pero seguimos pintando. La gente que no escucha, no interesa. Lo he pensado siempre. Los cuatro mil no los quiero para nada. Pero si te pones en ese plan, a los de las escuchas parciales tampoco los quiero por vagos. O por inconstantes. Es cansado escribir, siempre lo pienso cuando llevo más de un folio. No me apetece cansarme. Siempre escribo sobre gilipolleces, lo siento pero tampoco es mi culpa del todo que tú lo leas.

Ayer abrí una botella de vino con una cuchara

Ayer abrí una botella de vino con una cuchara. Me siento muy orgulloso. Un corcho jodido. Vino blanco. Estaba cocinando. Empantanado. Tengo la cocina, zona catastrófica. Busqué sacacorchos. Nada. Busqué abridor. Nada. Busqué opciones retorcidas o puntiagudas o ambas. Nada. Nada. Nada. No tengo claro si tengo o no tengo sacacorchos en casa. Me cuesta encontrarlo. Lo mismo hay. Una cosa curiosa. No suelo necesitarlo. Soy más de cerveza. En casa mejor no beber. En general. Depende del día. No tengo gran pericia para abrir botellas. En general para nada, aunque también depende del día. Le conseguí sacar el corcho para fuera con una cuchara. Joder, ayer fue un gran día. Un corcho jodido. Mi intención era hundirlo pero salió limpiamente para fuera. Y fue glorioso. No fácil. Una sorpresa. Una movida. Me tiré media hora. Le metí la punta y apreté, luego hizo palanca o no lo sé. Parecía físícamente imposible pero pasó. No me lo esperaba. era una botella vieja de vino blanco. Quizá de hace un año, no lo sé. Por eso digo vieja. No era para beberlo. Usé un pinchito. Usé un cuchillo. Usé varios cuchillos, de varios tamaños. Era para la salsa de la carne. El vino. Sentí que si me rebanaba un dedo, iba a sangrar como un cerdo para posteriormente marearme al ver la herida, caerme redondo al suelo desmayado y morir por culpa de la hemorragia. Lo vi tan claro que pensé si realmente era necesario el vino para la salsa. Y lo era. Tenía que abrirlo. Pero un mal tajo era o podía llegar a ser letal. Y a la primera de cambio o si hacía un mal gesto, lo mismo allí mismo mi vida cambiaba para siempre. Todo eso pensé mientras no aparecía el puto sacacorchos y mi ansiedad iba en aumento. En general, soy torpe. Y nervioso. Ayer estaba patoso a tope. El caso es que para la cena tenía mucha carne y muchos ajos. Y poco más en el frigorífico. Y mucha hambre. Me acordé de la botella. Cené tarde y me volví loco cortando cabezas de ajo. No sé cuántas. Muchas. Necesitaba el vino blanco. Le da el toque. Con lo quemado de la sartén que era el ingrediente secreto. Busqué otra cosa pero no había. Me acordé. Estaba olvidada en un cajón desde hace muchos meses si no años. No es que me guste especialmente el vino blanco. Tampoco el tinto. No soy de vino. No tengo sacacorchos por eso. Quizá tenga todo sentido o quizá no. Tampoco soy muy de carne. Pero ayer y en aquel momento, era totalmente imprescindible la salsa con los ajos y el vino blanco. Tardé un poco en conseguirlo pero lo hice. Por eso escribo sobre ello. Quizá me estoy alargando. Ya lo siento. Pero era por situar la acción. Por el proceso. Primero fue una hendidura con el pincho de hacer pinchitos en el corcho. Que tenía como un lazo en su trazado y un buen pincho y se abría camino muy bien. Pero se doblaba. Después probé con cuchillos ya en el agujero ese. Ahi fue cuando temí seriamente por la continuidad operativa de mis falanges. Por un momento pensé en darle un golpe seco contra un ladrillo. Un golpe seco en el cuello. Mortífero, como en las películas. Teniendo cuidado con los cristales, el líquido y claro, mis dedos. Salí a la puerta. Hice un amago. Golpe seco. Sonó tín tin. Como un brindis. Fue un golpe triste y flojillo. No es fácil. Menos mal, pensé luego. Vaya gilipollas, pienso ahora. Le di dos toquecitos pero no se rompió.  Los ajos se quemaron un poco. Desestimé la idea. Tarde pero sin lesiones que es lo que cuenta. Tengo las noticias puestas. Solo desgracias. Qué pena, oye. Qué mala época. La gente enferma o muere mientras escribo esto, la gente muere. Qué mierda. Especialmente en verano. La muerte es muy de verano. Que parece que es todo holgazanear y playa y montaña y fiestas y jolgorio. Pues no. En verano la gente muere. Muerte y jolgorio. Que veranean, sí. Que van al pueblo, pues sí. Que se mueren, pues también. El calor es asesino, este calor y los otros. El frio también. Todo mata a su manera, esa es la verdad. Mata hasta la tibieza, fíjate lo que te digo. Pierdo el tiempo exiguo de vida que me quede aquí, justo aquí, qué despropósito en lugar de, por ejemplo, quitar mala hierba. Siempre tengo que quitar mala hierba. Puta mala hierba. Qué manía le tengo a la mala hierba, coño. ¡Repollo!
En Nueva Orleans le llaman repollo al pussy.
Aquí no se está mal aunque no sea la ostia pero es que fuera de aquí, me despisto un poco y se me quema la salsa. A poco que tal, se me va el hilo. Pierdo el tono. Me olvido de lo que iba a hacer. Se me ocurre una idea absurda. Se queman los ajos. Me quemo yo. A la sombra. Se me pasan muchas cosas por la cabeza, pocas se quedan. Por suerte a veces. La botella y el ladrillo, ojo peligro. En ese plan. No solo se me ocurren ideas locas. A veces razono y tal. Más o menos lo llevo. No me autolesiono demasiado, al menos en lo visible. En lo que sangra. En lo otro, soy un poco bodoque. Para qué decir otra cosa. Esto básicamente es un largo auto enculpamiento a cuenta de una pequeña hazaña doméstica. Sobre todo, es largo. Es lo que hay. Pero ojo, que abro una botella con una cuchara. Ojo. Esto es lo extraordinario. Que sí. Por eso lo cuento. Claro. O lo intento. Por eso lo del proceso. Es importante, claro. Los detalles y tal. Por eso y porque solo cuento gilipolleces aquí, que es lo que hay. Me voy a hacer otro café.
Se me ha hecho largo. No el café. Esto. Es que es largo. Y todo es largo. Se hace largo de contar. La vida en general. Por mucho que uses frases cortas. Intento ir al grano. Es el grano el que no viene. Es todo una gilipollez grande entonces tiene poco. En apariencia. Son cuestiones cotidianas. Es un blog personal. Qué cojones esperas. Máximas para la vida. Pues esto va más por lo mínimo. No deja de sonar la misma canción en bucle, iba a cambiarla pero será en la siguiente. Esto es lo que pasa. Voy contando lo que pasa. Con lo que pasó. Con lo que pensé. Con lo que prensé. En fin. Son muchas cosas. Y es todo una gilipollez. Partiendo de esa base. Pero tiene su cosa. O su rato. Se lo echo y es un tostón para ambos. Ya lo siento. Me hago cargo pero aquí descargo, sin resistirme ni querer hacerlo a cualquier rima de mierda o juego de palabras barato. Es cierto que podría estructurar algo y escribirlo, con subordinadas, con ánimo de estilo, con algo un poco mejor en cuánto a figura literaria, un voy y vengo, un ida y vuelta, un doble partido con algún punto de vista narrativo que sea la polla. La polla con cebolla. La repolla con cebolla y repollo. El otro día escuché que repollo era en jerga de Nueva Orleans, chocho. Repollo. Me pareció un acierto. Era domingo. Pinchaban el disco de los Meters, que me lo pasó en cinta mi amigo Javi de Sevilla en el 99 y me hizo gracia la anécdota que venía a cuento por el título. Repollo: Chocho. Es una graciosa forma de nombrar las gónadas: Cabbage Alley se llama el disco.
A lo que íbamos. Me quedan tres dedos de café. Tendré que rellenar en breve. A ver. La potencia de la determinación. El peso de la determinación. El valor de la determinación. Qué coño es la determinación. A qué me refiero. A abrir una botella con una cuchara. La determinación de abrirla contra un ladrillo, o ser capaz. Es algo bueno que como no se encauce bien te puede dar tela de malos ratos, esto es así. Pero en esencia es bueno. O eso creo. Que el bien y el mal es como concepto dual bien traicionero y tan pronto es uno, como que se vuelve otro. Y todo eso. A ver que tampoco estoy yo con el verano de la ostia, como para sacar en claro nada. Cuando me rayo en verano y estoy solo en casa, pienso: Joder, el puto frio que hace en invierno. Que de esto he hablado mucho aquí. Del puto frio de las casas de montaña y bla bla bla El calor es más aburrido pero más leve. ya estoy hablando del puto parte meteorológico. Y no voy a lo que hay que ir, el ánimo de ir a cualquier sitio, el punto de decir, venga, me levanto y lo hago. Me pongo. Escribo esta mierda. Me expreso. Todo es lo mismo. Me refiero al punto de hacerlo. De decir: Ya. De decirte: Hazlo, coño. Hazlo ya, repollo. Pues eso.
Es todo posible. Aunque no lo parezca. Nadie lo sabe. Nadie puede decir: Esto no va a ser así. Porque luego las cosas pasan. Ocurren. Sea una botella y una cuchara, o tus sueños. Puedes abrir tus sueños con una cuchara, es a lo que me refiero. Pero necesitas determinación. La determinación de lo imposible. La determinación contra las leyes físicas La determinación de los condenados a muerte La determinación de la niña bailarina en la función del colegio. La determinación del saltador de trampolín. La determinación del monitor paracaidista. La determinación de la ley de la gravedad. Pero quitandole importancia a todo, ¿sabes? Las dos cosas a la vez. La determinación de la naturaleza. La determinación de la mala hierba. Que ahí está. La quito. La quemo. La pongo en un montón y la quemo. Le pego fuego. Me flipa eso. Y al año siguiente, sale. Y sigo. Y sale. Y sigo. Y así estamos. Va ganando en la parte de atrás del patio pero en el jardincillo de delante le he ganado la batalla y ha tenido que rendirse. Por momento aparece algun tallo insurrecto al que le doy pasaporte rápido. Está controlado. Esa determinación de mi lado, de ponerse en la esquina a distinguir cada pistilo que asoma o cada cotiledón que se forma, pues es determinación. Que la determinación está en todos sitios. Poner una lavadora. Habrá algo que exija más determinación que eso. Poner su ropa de color o pone su ropa blanca. Que no se cuele ningún calcetín rojo. Luego tender. Poner los trapos al sol. Poner la mente al sol, que decía la canción. Y que se airee todo. Pero se me ha ido la pelota por enésima vez de lo que venía a contar. Mira tú. Eso es lo contrario de determinación. Es indeterminación. De ideas en este caso. O de planes en esta noche. O de cosas concretas que hacer en la vida. Qué me gustaría leer a mi. Vaya mierda, pienso. Qué autocomplaciente. Las batallitas domésticas me gustan pero no leo una mierda. Estoy poco determinado a pillar ningún libro y ponerme en serio. Tengo muchos esperando. La determinación es lo que importa: usar lo que tienes. Abrir la botella. Darle toquecito. Hacerle palanca a la vida. Leer todo lo que caiga en tus manos. Abandonarlo sin rencor  Que se produzca lo que quieras con carambola, con lo que buscas. Que pase y parece que ha venido solo pero es que estabas muy determinado a que eso ocurriera. Lo cuento todo falta. Pero ni falta que hace contarlo bien. Ni contarlo siquiera. Esa es la cosa Qué quieres que te diga, yo tampoco lo sé. Indeterminación. Qué va a pasar el curso que viene. Indeterminación. Me compraré algún día un sacacorchos o viviré siempre al filo de lo desconocido. Indeterminación. Que me voy a hacer de cena hoy. Indeterminación. Qué voy a hacer con mi vida. Indeterminación. Hay mucha indeterminación que nos rodea y que nos dice cosas. Cosas de mierda, claro. Que nos las filtra sutilmente, que nos las inocula. La indeteminación huele a repollo. Repollo cocido.
La determinación. La determinación huele a canela. La determinación sabe a victoria. Por más que te pegues la ostia. Se necesita determinación para todo, hasta para comprar el pan. Sobre todo, si hay mil variedades. Blanco. Integral. Semillas. Centeno. Baguette. Barra. Artesano. Rústico. Bollo. Pues la determinación es necesario para todo. Pan o lo que sea. También para rematar entradas de blog y darle a publicar. La determinación. Servida como sea. En entera o en media ración. En salsa o con golpecillo de la brasa. Con rima o a lo llano. Con metáfora o sin gracia. Con tedio o con picaresca. Con frases cortas o en interminables peroratas. Todo vale. Hay que atreverse. Todo cansa. Hay que decir sí. Adelante. Lanzarse. Por pequeño que sea el escalón. O el reto. Ya ves tú pero sí, que es verdad que como todo necesita su click, pues hay que darselo. Su ya. Su sí. Su pum. Su ahora. Su lo hago. Y no mirar atrás. NO pensar dos veces. Y no releer para no cansarme. Para no deprimirme. Para no querer ser otra cosa. Para no dejarlo como simplemente viene. A las bravas. Con su candidez. Con su ternura. Con su caos. Con su latente estupidez. Dejarlo así. Dejarme aquí pero seguir. Seguir siempre. Tienes que seguir, que me decía mi amigo Juanito. Tienes que seguir. Tienes que seguir. Es lo de siempre. Ya lo he dicho. Mil veces. Ahí va la mil una. Esto era para eso. Es solo para recordar mis convicciones cuando flaqueo. Un cuaderno de certezas. De absurdos atrevimientos. Un dietario de las bravuconadas.
La mierda esta del blog para desahogarme, repollo. Repollo y repollardado que estoy.
Da igual. El caso es hacerlo. El caso es terminar. Aunque no hablemos de lo que es. De lo que somos. De lo que fuimos. De lo que estamos siendo. Aún en silencio. No hablemos. Solo leer o escribir. Cada uno a lo suyo. Vamos a disimular. Y como si no fuera con nosotros. Y vivir. Así, de ese modo. Como por un carril despejado. Como al trote. Como con ritmo. Escuchándolo y sabiendo seguir lo que toca el universo. Llevarle el compás. Seguir la corriente. Es eso. Para eso me cuento estos rollos. Al fin lo he descubierto. Por fin tengo motivo para la incontinencia de dedos. Me pongo a ello. Ponte a ello. Hay que ponerse. En mi habitación tenía un post it que ponía: Hay que ponerse. Siempre he tendido a posponerme. No ponerme. No tomarlo en serio. No darle más vueltas. A veces es simplemente aceptar cómo eres. Hacerlo, sin más.
Es importante lo que nos rodea. Es básico. Claro. Siempre lo es. Para todo. Y es normal que nos afecte y mucho más en según qué cosas. No sería lo mismo en pareja. Nunca lo es. Si hubiera estado acompañado, la botella seguiría cerrada. Los demás te instan a desistir todo el tiempo. Con o sin motivo, acaso si no lo hubiera, tanto da. No. Siempre no. Mucho no. Todo no. NO lo hagas. Déjalo ya. NO le gusta a nadie. NO le gusta a la gente. Desiste. Abandona.Olvida. No le eche vino blanco a la comida si no tienes sacacorchos. NO desafíes a la física. NO hagas simplemente lo que te venga en gana. Y lo cuentes. Como puedas. Como quieras.
Y lo que quieras. Siempre.
Siempre.
Lucha por tus sueños. Es que no sé si lo he puesto en todo el tocho. Por si acaso: Lucha. Lucha, repollo. Lucha con todo. Lucha a tope por tus sueños. Lucha como un cochino. Lucha como un unicornio. Lucha por tus sueños con todo. Que sí. Es frase de taza. De azucarillo. Es cita penca. Pero no te cortes. Esto no es una mierda motivacional. Ni lo pretende. Lucha y punto. Luchar, joder. Sea lo que sea. Botellas, ok. Cucharas, ok. Tus sueños, ok. Era por lo que escribía todo y no sabía si lo había dicho. Por eso lo repito: Lucha, repollo. Lucha por tus sueños. Es que era el puto núcleo y por lo que me senté a contar esto. El quid del tostón. El sentido del agua. Lo más caliente del volcán. El penacho que corona. La crema del asunto. La guinda al parloteo. El mapa del tesoro. Lo principal de todo. Lucha a muerte. Lucha con uñas y dientes. Aprende karate para luchar por tus sueños. Aprende judo o kung fu. Gas pimienta por tus sueños. Técnicas de defensa personal para tus sueños, es justo eso. Insisto porque no es fácil hacerlo. Es o debe ser siempre épico. Los sueños acaban vencidos por cualquier medianía. Un comentario de un compañero de trabajo. Una broma de una vecina. Una conversación de tono serio en la comida con tus padres. Cosas pequeñas. Acaban con todo para siempre. Y acechan. No se ven venir. Por eso es importante estar alerta. Saber lo que se viene. Estar entrenado en la pena y el desengaño. Tiene contrapartidas. Los golpes duelen menos al que lucha como un jabato. Los golpes duelen. Luego se pasa. El luego llega antes cuando uno va bien de determinación. Cuando uno huele a canela. Cuando lo hace. Cuando la abre.Que no te frene un corcho. Ve armado para luchar por tus sueños. Ve con una cuchara cargada. Lo que tengas a mano con tal de luchar y seguir luchando. Lucha por tus sueños hasta en sueños y apuntalo en una libreta y duerme con un revolver bajo la almohada por si alguien viene a despertarte de malas maneras. Lucha como Bruce Lee y lee, que nunca está de más. Lucha como Rocky hasta el último asalto y ponte la banda sonora todas las veces que sea necesario. Lucha con música que siempre es más animado. Recurre a bandas sonoras en general para ambientar tus ensoñaciones y entregarte sin reparos a simplemente imaginar. Lucha en paz pero lucha como un luchador de lucha libre y a todo el que se acerque al sueño en cuestión a dar la vara, pues patada voladora. Doble llave al que te venga a echar todo por tierra. Lucha con los ojos, con la mirada. Apartándola básicamente del que viene con mierdas. Lucha por tus sueños pero sobre todo, pasa de las mierdas de la gente. Incluso si no tienes sueños, pues pasa de las mierdas de la gente lo más que puedas, y acabaran apareciendo. Ten paciencia. Lucha pero con paciencia. La lucha lleva su tiempo. Haz lo que te de la gana en esencia y pelealo pero no jodas a nadie, especialmente a los que te rodean y muy especialmente, a animales o plantas. Piensa dos veces si vas a joder a alguien por luchar por tus sueños y echa el freno, Macareno. Lucha pero sin joder a nadie por tus sueños porque si ves que es necesario eso, pues cagada, cagada gorda, o te has equivocado en el diseño y puesta en marcha de la lucha o has errado en la parte de lo que sueñas, y te has flipado o te has saltado pasos. Esto no es que sea un puto método infalible. De hecho, no es nada. Sólo ensayo y error. Pues como todo, repollo. Permítete ser benigno con lo que hagas y con lo que no. Sobre todo con lo que no. Permítete todo. Echate un rato y descansa, que si has llegado hasta aqui te lo has ganado. Y compra un sacacorchos, repollo.
O dos, por lo que pueda pasar.

cartel definitivo


Salobreña Beach Party 2019. Concierto de Indianápolis + Rey Chico + Enrique Octavo en 18 Nudos de Salobreña (Granada) - ConciertosenGranada.es

Salobreña Beach Party 2019. Concierto de Indianápolis + Rey Chico + Enrique Octavo en 18 Nudos de Salobreña (Granada) - ConciertosenGranada.es: Salobreña Beach Party 2019. Concierto de Indianápolis + Rey Chico + Enrique Octavo en Salobreña (Granada) en 18 Nudos el Sabado 3 de Agosto de 2019

lunes, 15 de julio de 2019

El drama de la semana

Suena guay. A título. No sé de qué pero suena bien. El drama de la semana. Quizá con algún cambio. Cada. El drama de cada semana. Suena a título. Me acaba de dar el punto de que sea el título del próximo disco. Aún no hace un año del último pero ya hay que ir pensando en estas cosas. Lo primero, el título. Aunque esto no venía a cuento. Ni los discos. Ni nada. Hace poco hice recuento. Se cumplieron cuatro del primero. Lo de los números y las estadísticas engaña. Menos de un año del último. Cuatro del primero. Cinco desde que se grabó. Es un poco engañifa. Me gusta esa palabra. La engañifa de cada semana. No suena tan bien. Drama. Drama rima con muchas palabras. Drama es una muy buena palabra. Me gusta. Esto venía por el drama. Todo viene por el drama. No dejo de ver películas, en el canal Drama. Ayer cayeron tres. tengo un ritmo de vacaciones imparable. Un ritmo de sofa que disloca hombros, siempre sin acabar de encontrar la postura. La muerte es siempre lo que hace llorar. En las películas y en la vida real.  Hay momento de llorar casi siempre y es por la muerte, la consumada o la posible y temida. O la de otros. De eso va la vida. De que se acaba. Y el drama a todo lo que la salpica. El drama de cada día. El drama nuestro de cada día. Asi en la Tierra como en el cielo. Los cielos que duran cada vez menos. Las malas noticias. Los malos ratos. Es lo que venía a escribir. Lo he pensado regando. Más regar y menos samba. Que se me secan los patos todos los años. Vuelven a salir al siguiente pero se secan. Cada vez menos rápido. Esto pienso yo que es una metáfora de la vida. Una buena metáfora de la vida. He hecho café. Y he recalentado el de ayer que me sobró. Los he mezclado. Esto es buena metáfora también del devenir diario. Pero volvamos al drama que es el principio de todo. Hoy me estoy saltando una comida familiar. Mientras escribo esto. Me estoy saltando la comida en general. Es todo un desayuno alargado. Mal muy mal por mi parte. Pero lo recompensaré o eso he prometido. Las conversaciones en las comidas familiares son algo que me desmotiva a todas luces. No digo que no estén bien, a veces lo están. No suelo estar bien yo. Es la constante. Pero íbamos al drama. A mi familia le da un poco de drama mi ausencia que en mi se reconvierte en regomello. Pero bien. Voy al drama. NO al de ellos, al mío. Al nuestro. A el que podamos sentir todos como próximo, como cercano y cierto. A mí me pasa. Hay pelos de gato en el teclado. Debe haber pelos de gato en todos sitios. La aspiradora y cómo tengo el filtro es un drama. Pequeño pero lo es. Como esos tengo cientos, que son limitaciones absurdas y tan íntimas que nunca verbalizas. Que es el caso. Verbalizar importa. Que las cosas existan del todo por más tontas que sean, es la máxima de mi vida. Es importante. Claro que sí. Es el motor de todo. Y de este blog. Las erratas dan igual. Los pelos de gato dan igual, importa la emoción. Importa el empuje. Y la soledad. Las cosas que importan no suelen ser las que parecen importantes. Los títulos vienen primero. Los títulos son el motivo. Es difícil de ver y más aún de reconocer, porque parece estúpido. Lo es. Pero es así todo. El primer impulso. La primera idea. El ánimo y las ganas. Por cierto, hace un par de semanas que no ensayamos y se nota un montón. Sigo con la idea de escribir sobre ello. Es la forma de contar las cosas. Los dramas se evaporan con el tiempo. Se filtra la emoción. Se olvida. Se acaba. Es lo que hay que recoger. Es difícil.Lo intento o lo intentamos. Cada semana. Con sus flipaderas. Con sus agotamientos. Con sus cansaciones cotidianos. Con su falta de sueño y falta en general de todo lo que vaya faltando. Es lo que pasa. Que así se llama una canción del último disco, un título regular. Le va bien. La canción tampoco quedó muy allá. A mí me gusta ver las tertulias de fútbol y no ver el partido. A lo mejor a alguien le gusta hablar de canciones sin necesidad de escucharlas. Es lo que pasa, decía. Pero en realidad, debería ser gerundio. La vida es gerundio. Gerundiendo. Gerundier. Ir gerundiendo. Es lo que es. Y es lo que decimos. Es lo que hay. Es lo que pasa. Pero en realidad no es así. Es lo que está pasando. Pasando hasta antes de llegar al punto. De todo lo que puede pasar de punto a punto. De lo que pasa. De lo que no. Haciendo. Pasando. Viviendo. Pensando. Escribiendo. Esto que hacemos ahora los dos. Y las dos o tres cosas que puedes hacer a la vez. Los gerundismos. Los tuyos y los míos. Lo que confluye en todo eso. De eso pensaba mientras le echaba agua a las plantas. La tierra es muy mala y necesitan de dos o tres manguerazos al día. Debería hacerme de un abono. Un año de estos lo haré, Mientras tanto, riego lo más que puedo. Lo más que me acuerdo. Lo más que estoy. Regando. Acordándome. Que es de lo que se trata. Me pita el oido izquierdo lo más grande. Hoy he pensado en si tuviera una engermedad degenerativa. Tengo mil libros por leer. Y el blog entero por hacer. Hay mil cosas. Vamos viendo. Vamos haciendo. Le he perdido el tono a lo que iba. El tono importa mogollón. No he comido nada sólido.Suele pasar que me pongo a escribir aquí y no hago nada más. Es una cosa rara. No sé qué es primero, empezar a comer o dejar de comer. Es una metáfora graciosa de todos modos. Al final entre el desmayo y el tecleo me siento como inspirao pero es un simple mareo por la falta de glúcosa. La falta de algo es lo que lo motiva todo, y la muerte, que podemos decir que es la falta de todo a la vez y en un mismo punto para un individuo. Es divertido jugar a definir. Es lo que hacemos todo el tiempo. Lo que vamos haciendo. Cada día, en cada línea, en cada frase. A cada paso. Nos ponemos un poco importantes, como si fuera algo. Luego da rubor. Pero está siendo. Es verdad. Cada segundo, cada cosa pequeña y sin importancia que pasa, está siendo. El jardín se está secando desde ya. Esto deja de tener un sentido para ir teniendo los que cada uno quiera dar. Entra el viento por las dos ventanas y me siento como un velero en la posición correcta. Escribir mucho y escribir hasta el final. Siempre lo he sentido así. No lo haces demasiado bien, siempre esa voz en la cabeza. No es que lo hayas trabajado lo suficiente, dice otra vez. Hay un jodido debate de voces imaginarias concluyendo que no lo merece demasiado. El puto mierda de tertulia que llevamos todos en la olla para no dejarnos hacer cosas, en especial el ridiculo. Es un mecanismo de defensa, pero los años lo aplacan. La soledad es la gran ejecutora de estúpidas ideas de juventud en sus necesarios mecanismos de socialización. Eso acaba. Solo o sola y ya está, ya da igual. Lo haces de todos modos. Lo acabarás haciendo de todos modos. Y es una cosa de tu mente. De tu mente y sus debates. De las voces y las mierdas que sueltan. La mala noticia es que las voces eres tú. La buena es que el silencio también te pertenece. Callar a la cabeza parlanchina cuesta más en unos casos que en otros. El aire en la nuca me da ánimos a seguir escribiendo. Estoy con las dos ventanas abiertas y la puerta. Todos los veranos aquí son duros pero los prefiero a los inviernos. No tiene sentido pero no es un motivo para abandonar. No es lo que quiero hacer pero no voy a dejar de hacerlo. No tiene sentido. No tiene sentido. Ahora es la voz de la cabeza la que escribe. Qué hija de puta, ahora es la voz de mis dedos. No tiene sentido. No tienen sentido las canciones. No tiene sentido tu empeño. No tiene sentido que sigas. Ya deberías haber sido feliz. Tenía una canción que se llamaba así. Era malilla. No pasó nunca el filtro. El filtro son siempre los otros. Los otros deciden. Es triste de ver pero es así. Nosotros proponemos sin parar. Hay decisiones que las trae el destino. Me refiero a canciones tan hechas que nadie puede negarse a ellas, porque han nacido de pie. No necesariamente tienen que ser buenas ni caminar directamente. Y ahí entran los otros. Alguna vez lo escribí aquí, somos los otros. Todo en nosotros pertenece a las elecciones y decisiones de los demás. No nos competemos. Por decirlo así, somos lo que los demás oyen, ven, leen o saben o dicen de nosotros. Somos lo que vive en los demás.
Joder, estoy de mierda hasta el cuello.
Esa frase de las películas siempre me ha gustado y me sirve para volver a la idea original de todo esto y no liarme. Me estoy liando. Siempre me lio. Es normal. Esto es un lío. Es para eso. Es para liarte a tí del mismo modo. Si no me cansase tanto lo haría más a menudo. El cansancio es la peor excusa. Para mí siempre lo ha sido. Si las ganas no vencen al cansancio, no las llames ganas, quédate en apetencia. Escribo siempre en postura raras. Y ahoraes igual. Con la espalda arqueada. No estoy en un escritorio ni nada parecido. El ordenador está en una silla. Se me duermen los brazos. Hoy he visto una noticia sobre esclerosis múltiple que me ha acojonado. Mi hipocondría es una mierda. Me pone de mierda hasta el cuello. Me encuentro rápidamente todos los síntomas. Y me diagnostico también con bastante rapidez. Total, me raya, y oye llega directamente el drama. Que era a lo que veníamos. A dramear. A drameando. Drama de cada semana. Drama de cada día. Drama de cada hora. Drama de cada minuto. Drama de ya, de ahora, de pura ansiedad. Que es un poco a lo que íbamos. La ansiedad es la madre de cada frase de este malnacido blog.
A lo que íbamos.
Los Dramas.
Suena bien para nombre de banda. Los Dramones. De versiones. Esto ya lo escribí alguna vez también. Se repite uno. O la mente está a vueltas siempre con lo mismo. O el cerebro busca la salida como el agua. Se mete por las rendijas. El drama de la rendija. El drama que brota. La vida es drama o lo va siendo. Porque la muerte por poco que lo parezca es el fin de todo, incluido el drama. Oye, ahí se acaba y conforme uno se aproxima te vas dando cuenta de lo poco que importaba todo. Lo mal que lo tomamos. Lo poco que supimos. La poca maña para evitar el choque. El poco arte para no caer en reproches. La nula habilidad para levantarse y andar del brazo con paso firme. La confianza. Todo lo que implica. Y el miedo. Temer. Desconfiar. Todo eso es paja cuando llega la muerte, son horas que se fueron por el desagüe sin obtener a cambio nada más que un mal rato. Son cabezas y los meandros de pensamientos. Siempre me ha gustado la palabra meandro. Suena a gerundio mal y quizá me guste por eso. No lo sé. Tampoco lo he pensado. Negarnos a pensar determinadas cosas estaría bien. Como métodos alternativos de combatir el drama. No pensamos en lo malo. Lo evitamos del modo que sea. Es algo que hacemos sin darnos cuenta de un modo natural. No se podría vivir de otra manera. Mi vecino ha sacado el taladro. Puede que sea una sierra. Suena mucho. He salido a echar un vistazo. No he visto nada. Que será que está haciendo. Ni idea. El caso es que el drama es lo que nos consume la vida. Sea el motivo que sea, es tiempo perdido. Esto suena a autoayuda. Y autoayuda es lo que necesito para que lo que suena no me perturbe y me refiero a la sierra o taladro o lo que sea de mi vecino, tampoco tengo claro si es el de la derecha o el de abajo. Da igual. El ruido paró. Ha vuelto. Suena a que arregla algo. Bueno, volvamos al drama. Sea el que sea.
Hoy es domingo, eso habrá que tenerlo en cuenta.
Tener en cuenta, tenentar. Tenetarse, tenerse en cuenta a uno mismo. Tenentaréame, tenme en cuenta a mí también. Me gusta lo de inventar palabras porque no sirve para nada. Este blog tampoco sirve para nada. Vuelve la voz cabrona de mi cabeza a hacerse con la batuta. Es pesado lidiar con voces pero es peor escucharlas. Uno hace lo que puede. Yo hago por poder. No es cierto que todo es ponerse. Poniendonos, todo es gerundio. Es preferible acabar un poco antes y dejarlo con menos erratas y menos conflictos sin resolver. Uno se genera los conflictos sin necesidad y las resoluciones, más. Ninguna necesidad. Las necesidades se generan solas pero se complican en compañia. Perdemos la perspectiva con facilidad o me pasa a mí, que soy gilipollas y a la gente normal. La voz de la cabeza a veces insulta. Soy gilipollas. Te insulta en primera persona porque esas es la gran habilidad de las voces en la cabeza que te equivocan con la puta mierda de los verbos y sus putos tiempos verbales, Quizá venga todo de ahí. Claro que sí. Mi madre era profesora de Gramática. La tuve que aprender perfecta y la odiaba. Nunca entendí la utilidad de recitar los tiempos verbales. Sigo sin verla. Quizá sea para ordenar el cerebro. Pero empleas la memoria. O así lo hacía yo. Y puede que por eso inventar verbos o querer un mundo en un perpetuo gerundio o creer que esa es la verdad. La verdad es que el vecino ha vuelto al taladro. Me gustaría saber qué hace. Eso es la vida. El misterio. Aún puede escribir esto.Cuando pensamos que vamos a morir, nos ponemos muy ceremoniosos pero todo es un suspiro. Se agota. Se ve venir. Claro que se ve venir. Son años viendolo venir. Te cansas de verlo venir. Te cansas de que no venga del todo. Según lleves lo de esperar, te cansas de vivir. De verlo vivir y no venir. Total, el drama. En todas sus formas y vertientes,ok y sin embargo, aún no he escrito lo que quería escribir. A lo que venía todo.
Esta semana se me ha roto la televisión. Ha sido un drama.
La semana pasada tuve un problema con la furgoneta. Fue un drama.
La semana anterior tuve un problema con el agua y una tubería rota. Fue un drama.
La semana de hace dos semanas tuve un problema con una rueda que explotó. Fue un drama.
Son solo algunos ejemplos de las últimas semanas. Ejemplos sin importancia del drama cotidiano.
La tubería, la rueda y la furgoneta están arregladas. El problema está finito. Está acabado el drama y sin embargo, oye, aún empapa. Esto era de lo quería hablar. El día que me exploto la rueda se me acababa el puto mundo. La puta rueda. La puta explosión y el puto mundo. Joder. NO era para tanto. Nada lo es. Tener que cortan el agua y no poder usarla por la puta tubería rota de los cojones. Pues no. No es para tanto. Cuando pasa, cuando lo descubro, me hundo de una manera exagerada, como peso muerto. No es para tanto, joder. Es la voz optimista de las voces de mi cabeza, que es casi sordomuda pero que está ahi también y a veces le pasan el micrófono. En fin, esto ya es un sistema complejo de interrelaciones que se me escapa. Esto ya anda solo. El drama se mueve a sus anchas en mis desdichas pequeñas y chiquitas. Que es eso. Que luego se arregla. Eso pensé cuando regaba. Que lo que se rompe, se arregla. Por qué tomarlo mal. Ya. Es así. Turno de palabra en mi cabeza para la voz lógica y mesurada que es prima hermana de la voz del sentido común. Que son parientes pero debe vivir en otra cabeza. Pues sí. Es verdad. No pasa nada. Lo que se rompe se arregla. Se arregla. Se rompe. Se arregla. Es tiempo. Tiempo para arreglar las cosas pero ya está. Dejar unas horas para eso. Se acaba el drama. Pero no. Es drama a tope por eso. Porque la vida es así. Lo sientes de verdad si de verdad lo sientes. Si no lo sientes de verdad, no es drama pero porque tampoco es sentimiento Esto es aplicable a ligues de verano, romances pasajeros de cualquier época del año o affaires varios y variados. Si de verdad te descolocas, no eres ni capaz de analizar porque de verdad estas descolocado. Son tonterias o lo parecen pero lo tonto es quedarse en la apariencia y no superar la mierda esta de la montaña rusa de emociones. Me pasaba de pequeño y lo recuerdo vivamente. Como el tiempo sin cagada. Entre fallo y fallo. Hasta volver a meter la pata. Eso sera la voz en la cabeza que escuchan las voces de mi cabeza en la suya caso de que no estén decapitadas, que es algo a lo que no encontraría explicación racional pero sí que le veo un gran potencial como estampa y gran margen de goce estético. Se habla poco del goce estético. Vamos a ello. Gozando estéticamente y ya luego, lo que tú quieras. Primero el goce estético y luego el placer porque el goce estético dignifica. Potenciémoslo, qué coño. Hoy mismo. No lo dejes para mañana, potencia tu puto goce estético.
Estoy de goce estético hasta el puto cuello.
Adelante, inmersión. Vayamos al grano.
El drama puede parar. El drama puede ser otra cosa. El drama no tiene que dominar tu vida. El drama solo necesita días de planificación y los días de planificación solo necesitan calendario, papel y boli y el boligrafo solo necesita tinta, una bolita que ruede y un tapón. El tapón no es imprescindible pero viene bien para, por ejemplo, llevarlo en un bolsillo. El drama al igual que el tapón no es imprescindible pero qué cojones, te acostumbras a llevarlo siempre en el puto bolsillo. Y no llevas uno. Llevas el de la semana correspondiente y los crónicos, los de siempre. Los dramas desde pequeño que se han ido haciendo pequeños pero nunca han salido de donde se originaron, todas esas mierdas juntas y peinadas eres tú al salir de la ducha. Sin ponerte aún los bolsillos en donde tienes fresquito todo el mal reciente, y luego, sin poder evitarlo pues te afecta al rictus con el pantalón ya puesto y el calzado y dispuesto para la calle, para los cabrones de todos los días y los cabrones sorpresa de hoy, por ejemplo y tu drama de ayer o de la semana pasada. El puto drama del agua y la tubería rota. Jodido. O el drama de la rueda pinchada o el drama de la tele rota.
Son todos jodidos, claro que sí.
Y todos tienen una cosa en común: No duran más de una semana.
Es un golpetazo. Los golpes duelen. El dolor se pasa. Eso decía una amiga. El dolor se pasa. Los golpes duelen. Como si nada más importase. Como si no se pudiera evitar o esquivar el golpe. Te lo llevas y te lo llevas y punto. Luego se pasa. Y ya está. Uno no puede hacer más que mirar el reloj y quitarle importancia a todo. Ver venir el alivio o el consuelo. O como pasa de morado a fucsia y luego amarillo para acabar sin rastro ninguno del golpe. El dolor se pasa. Las marcas, no siempre. Te marca el drama más que el golpe. El drama es como encajamos el golpe, se le llama drama porque encaje suena raro. Buen encajador, de los boxeadores lo dicen. Los golpes, eh. Lo pillas, lo pillas. La voz de la cabeza ya os interpela a vosotros directamente. Qué me cuentas.
La semana que viene, más.
Seguro.