lunes, 15 de julio de 2019

El drama de la semana

Suena guay. A título. No sé de qué pero suena bien. El drama de la semana. Quizá con algún cambio. Cada. El drama de cada semana. Suena a título. Me acaba de dar el punto de que sea el título del próximo disco. Aún no hace un año del último pero ya hay que ir pensando en estas cosas. Lo primero, el título. Aunque esto no venía a cuento. Ni los discos. Ni nada. Hace poco hice recuento. Se cumplieron cuatro del primero. Lo de los números y las estadísticas engaña. Menos de un año del último. Cuatro del primero. Cinco desde que se grabó. Es un poco engañifa. Me gusta esa palabra. La engañifa de cada semana. No suena tan bien. Drama. Drama rima con muchas palabras. Drama es una muy buena palabra. Me gusta. Esto venía por el drama. Todo viene por el drama. No dejo de ver películas, en el canal Drama. Ayer cayeron tres. tengo un ritmo de vacaciones imparable. Un ritmo de sofa que disloca hombros, siempre sin acabar de encontrar la postura. La muerte es siempre lo que hace llorar. En las películas y en la vida real.  Hay momento de llorar casi siempre y es por la muerte, la consumada o la posible y temida. O la de otros. De eso va la vida. De que se acaba. Y el drama a todo lo que la salpica. El drama de cada día. El drama nuestro de cada día. Asi en la Tierra como en el cielo. Los cielos que duran cada vez menos. Las malas noticias. Los malos ratos. Es lo que venía a escribir. Lo he pensado regando. Más regar y menos samba. Que se me secan los patos todos los años. Vuelven a salir al siguiente pero se secan. Cada vez menos rápido. Esto pienso yo que es una metáfora de la vida. Una buena metáfora de la vida. He hecho café. Y he recalentado el de ayer que me sobró. Los he mezclado. Esto es buena metáfora también del devenir diario. Pero volvamos al drama que es el principio de todo. Hoy me estoy saltando una comida familiar. Mientras escribo esto. Me estoy saltando la comida en general. Es todo un desayuno alargado. Mal muy mal por mi parte. Pero lo recompensaré o eso he prometido. Las conversaciones en las comidas familiares son algo que me desmotiva a todas luces. No digo que no estén bien, a veces lo están. No suelo estar bien yo. Es la constante. Pero íbamos al drama. A mi familia le da un poco de drama mi ausencia que en mi se reconvierte en regomello. Pero bien. Voy al drama. NO al de ellos, al mío. Al nuestro. A el que podamos sentir todos como próximo, como cercano y cierto. A mí me pasa. Hay pelos de gato en el teclado. Debe haber pelos de gato en todos sitios. La aspiradora y cómo tengo el filtro es un drama. Pequeño pero lo es. Como esos tengo cientos, que son limitaciones absurdas y tan íntimas que nunca verbalizas. Que es el caso. Verbalizar importa. Que las cosas existan del todo por más tontas que sean, es la máxima de mi vida. Es importante. Claro que sí. Es el motor de todo. Y de este blog. Las erratas dan igual. Los pelos de gato dan igual, importa la emoción. Importa el empuje. Y la soledad. Las cosas que importan no suelen ser las que parecen importantes. Los títulos vienen primero. Los títulos son el motivo. Es difícil de ver y más aún de reconocer, porque parece estúpido. Lo es. Pero es así todo. El primer impulso. La primera idea. El ánimo y las ganas. Por cierto, hace un par de semanas que no ensayamos y se nota un montón. Sigo con la idea de escribir sobre ello. Es la forma de contar las cosas. Los dramas se evaporan con el tiempo. Se filtra la emoción. Se olvida. Se acaba. Es lo que hay que recoger. Es difícil.Lo intento o lo intentamos. Cada semana. Con sus flipaderas. Con sus agotamientos. Con sus cansaciones cotidianos. Con su falta de sueño y falta en general de todo lo que vaya faltando. Es lo que pasa. Que así se llama una canción del último disco, un título regular. Le va bien. La canción tampoco quedó muy allá. A mí me gusta ver las tertulias de fútbol y no ver el partido. A lo mejor a alguien le gusta hablar de canciones sin necesidad de escucharlas. Es lo que pasa, decía. Pero en realidad, debería ser gerundio. La vida es gerundio. Gerundiendo. Gerundier. Ir gerundiendo. Es lo que es. Y es lo que decimos. Es lo que hay. Es lo que pasa. Pero en realidad no es así. Es lo que está pasando. Pasando hasta antes de llegar al punto. De todo lo que puede pasar de punto a punto. De lo que pasa. De lo que no. Haciendo. Pasando. Viviendo. Pensando. Escribiendo. Esto que hacemos ahora los dos. Y las dos o tres cosas que puedes hacer a la vez. Los gerundismos. Los tuyos y los míos. Lo que confluye en todo eso. De eso pensaba mientras le echaba agua a las plantas. La tierra es muy mala y necesitan de dos o tres manguerazos al día. Debería hacerme de un abono. Un año de estos lo haré, Mientras tanto, riego lo más que puedo. Lo más que me acuerdo. Lo más que estoy. Regando. Acordándome. Que es de lo que se trata. Me pita el oido izquierdo lo más grande. Hoy he pensado en si tuviera una engermedad degenerativa. Tengo mil libros por leer. Y el blog entero por hacer. Hay mil cosas. Vamos viendo. Vamos haciendo. Le he perdido el tono a lo que iba. El tono importa mogollón. No he comido nada sólido.Suele pasar que me pongo a escribir aquí y no hago nada más. Es una cosa rara. No sé qué es primero, empezar a comer o dejar de comer. Es una metáfora graciosa de todos modos. Al final entre el desmayo y el tecleo me siento como inspirao pero es un simple mareo por la falta de glúcosa. La falta de algo es lo que lo motiva todo, y la muerte, que podemos decir que es la falta de todo a la vez y en un mismo punto para un individuo. Es divertido jugar a definir. Es lo que hacemos todo el tiempo. Lo que vamos haciendo. Cada día, en cada línea, en cada frase. A cada paso. Nos ponemos un poco importantes, como si fuera algo. Luego da rubor. Pero está siendo. Es verdad. Cada segundo, cada cosa pequeña y sin importancia que pasa, está siendo. El jardín se está secando desde ya. Esto deja de tener un sentido para ir teniendo los que cada uno quiera dar. Entra el viento por las dos ventanas y me siento como un velero en la posición correcta. Escribir mucho y escribir hasta el final. Siempre lo he sentido así. No lo haces demasiado bien, siempre esa voz en la cabeza. No es que lo hayas trabajado lo suficiente, dice otra vez. Hay un jodido debate de voces imaginarias concluyendo que no lo merece demasiado. El puto mierda de tertulia que llevamos todos en la olla para no dejarnos hacer cosas, en especial el ridiculo. Es un mecanismo de defensa, pero los años lo aplacan. La soledad es la gran ejecutora de estúpidas ideas de juventud en sus necesarios mecanismos de socialización. Eso acaba. Solo o sola y ya está, ya da igual. Lo haces de todos modos. Lo acabarás haciendo de todos modos. Y es una cosa de tu mente. De tu mente y sus debates. De las voces y las mierdas que sueltan. La mala noticia es que las voces eres tú. La buena es que el silencio también te pertenece. Callar a la cabeza parlanchina cuesta más en unos casos que en otros. El aire en la nuca me da ánimos a seguir escribiendo. Estoy con las dos ventanas abiertas y la puerta. Todos los veranos aquí son duros pero los prefiero a los inviernos. No tiene sentido pero no es un motivo para abandonar. No es lo que quiero hacer pero no voy a dejar de hacerlo. No tiene sentido. No tiene sentido. Ahora es la voz de la cabeza la que escribe. Qué hija de puta, ahora es la voz de mis dedos. No tiene sentido. No tienen sentido las canciones. No tiene sentido tu empeño. No tiene sentido que sigas. Ya deberías haber sido feliz. Tenía una canción que se llamaba así. Era malilla. No pasó nunca el filtro. El filtro son siempre los otros. Los otros deciden. Es triste de ver pero es así. Nosotros proponemos sin parar. Hay decisiones que las trae el destino. Me refiero a canciones tan hechas que nadie puede negarse a ellas, porque han nacido de pie. No necesariamente tienen que ser buenas ni caminar directamente. Y ahí entran los otros. Alguna vez lo escribí aquí, somos los otros. Todo en nosotros pertenece a las elecciones y decisiones de los demás. No nos competemos. Por decirlo así, somos lo que los demás oyen, ven, leen o saben o dicen de nosotros. Somos lo que vive en los demás.
Joder, estoy de mierda hasta el cuello.
Esa frase de las películas siempre me ha gustado y me sirve para volver a la idea original de todo esto y no liarme. Me estoy liando. Siempre me lio. Es normal. Esto es un lío. Es para eso. Es para liarte a tí del mismo modo. Si no me cansase tanto lo haría más a menudo. El cansancio es la peor excusa. Para mí siempre lo ha sido. Si las ganas no vencen al cansancio, no las llames ganas, quédate en apetencia. Escribo siempre en postura raras. Y ahoraes igual. Con la espalda arqueada. No estoy en un escritorio ni nada parecido. El ordenador está en una silla. Se me duermen los brazos. Hoy he visto una noticia sobre esclerosis múltiple que me ha acojonado. Mi hipocondría es una mierda. Me pone de mierda hasta el cuello. Me encuentro rápidamente todos los síntomas. Y me diagnostico también con bastante rapidez. Total, me raya, y oye llega directamente el drama. Que era a lo que veníamos. A dramear. A drameando. Drama de cada semana. Drama de cada día. Drama de cada hora. Drama de cada minuto. Drama de ya, de ahora, de pura ansiedad. Que es un poco a lo que íbamos. La ansiedad es la madre de cada frase de este malnacido blog.
A lo que íbamos.
Los Dramas.
Suena bien para nombre de banda. Los Dramones. De versiones. Esto ya lo escribí alguna vez también. Se repite uno. O la mente está a vueltas siempre con lo mismo. O el cerebro busca la salida como el agua. Se mete por las rendijas. El drama de la rendija. El drama que brota. La vida es drama o lo va siendo. Porque la muerte por poco que lo parezca es el fin de todo, incluido el drama. Oye, ahí se acaba y conforme uno se aproxima te vas dando cuenta de lo poco que importaba todo. Lo mal que lo tomamos. Lo poco que supimos. La poca maña para evitar el choque. El poco arte para no caer en reproches. La nula habilidad para levantarse y andar del brazo con paso firme. La confianza. Todo lo que implica. Y el miedo. Temer. Desconfiar. Todo eso es paja cuando llega la muerte, son horas que se fueron por el desagüe sin obtener a cambio nada más que un mal rato. Son cabezas y los meandros de pensamientos. Siempre me ha gustado la palabra meandro. Suena a gerundio mal y quizá me guste por eso. No lo sé. Tampoco lo he pensado. Negarnos a pensar determinadas cosas estaría bien. Como métodos alternativos de combatir el drama. No pensamos en lo malo. Lo evitamos del modo que sea. Es algo que hacemos sin darnos cuenta de un modo natural. No se podría vivir de otra manera. Mi vecino ha sacado el taladro. Puede que sea una sierra. Suena mucho. He salido a echar un vistazo. No he visto nada. Que será que está haciendo. Ni idea. El caso es que el drama es lo que nos consume la vida. Sea el motivo que sea, es tiempo perdido. Esto suena a autoayuda. Y autoayuda es lo que necesito para que lo que suena no me perturbe y me refiero a la sierra o taladro o lo que sea de mi vecino, tampoco tengo claro si es el de la derecha o el de abajo. Da igual. El ruido paró. Ha vuelto. Suena a que arregla algo. Bueno, volvamos al drama. Sea el que sea.
Hoy es domingo, eso habrá que tenerlo en cuenta.
Tener en cuenta, tenentar. Tenetarse, tenerse en cuenta a uno mismo. Tenentaréame, tenme en cuenta a mí también. Me gusta lo de inventar palabras porque no sirve para nada. Este blog tampoco sirve para nada. Vuelve la voz cabrona de mi cabeza a hacerse con la batuta. Es pesado lidiar con voces pero es peor escucharlas. Uno hace lo que puede. Yo hago por poder. No es cierto que todo es ponerse. Poniendonos, todo es gerundio. Es preferible acabar un poco antes y dejarlo con menos erratas y menos conflictos sin resolver. Uno se genera los conflictos sin necesidad y las resoluciones, más. Ninguna necesidad. Las necesidades se generan solas pero se complican en compañia. Perdemos la perspectiva con facilidad o me pasa a mí, que soy gilipollas y a la gente normal. La voz de la cabeza a veces insulta. Soy gilipollas. Te insulta en primera persona porque esas es la gran habilidad de las voces en la cabeza que te equivocan con la puta mierda de los verbos y sus putos tiempos verbales, Quizá venga todo de ahí. Claro que sí. Mi madre era profesora de Gramática. La tuve que aprender perfecta y la odiaba. Nunca entendí la utilidad de recitar los tiempos verbales. Sigo sin verla. Quizá sea para ordenar el cerebro. Pero empleas la memoria. O así lo hacía yo. Y puede que por eso inventar verbos o querer un mundo en un perpetuo gerundio o creer que esa es la verdad. La verdad es que el vecino ha vuelto al taladro. Me gustaría saber qué hace. Eso es la vida. El misterio. Aún puede escribir esto.Cuando pensamos que vamos a morir, nos ponemos muy ceremoniosos pero todo es un suspiro. Se agota. Se ve venir. Claro que se ve venir. Son años viendolo venir. Te cansas de verlo venir. Te cansas de que no venga del todo. Según lleves lo de esperar, te cansas de vivir. De verlo vivir y no venir. Total, el drama. En todas sus formas y vertientes,ok y sin embargo, aún no he escrito lo que quería escribir. A lo que venía todo.
Esta semana se me ha roto la televisión. Ha sido un drama.
La semana pasada tuve un problema con la furgoneta. Fue un drama.
La semana anterior tuve un problema con el agua y una tubería rota. Fue un drama.
La semana de hace dos semanas tuve un problema con una rueda que explotó. Fue un drama.
Son solo algunos ejemplos de las últimas semanas. Ejemplos sin importancia del drama cotidiano.
La tubería, la rueda y la furgoneta están arregladas. El problema está finito. Está acabado el drama y sin embargo, oye, aún empapa. Esto era de lo quería hablar. El día que me exploto la rueda se me acababa el puto mundo. La puta rueda. La puta explosión y el puto mundo. Joder. NO era para tanto. Nada lo es. Tener que cortan el agua y no poder usarla por la puta tubería rota de los cojones. Pues no. No es para tanto. Cuando pasa, cuando lo descubro, me hundo de una manera exagerada, como peso muerto. No es para tanto, joder. Es la voz optimista de las voces de mi cabeza, que es casi sordomuda pero que está ahi también y a veces le pasan el micrófono. En fin, esto ya es un sistema complejo de interrelaciones que se me escapa. Esto ya anda solo. El drama se mueve a sus anchas en mis desdichas pequeñas y chiquitas. Que es eso. Que luego se arregla. Eso pensé cuando regaba. Que lo que se rompe, se arregla. Por qué tomarlo mal. Ya. Es así. Turno de palabra en mi cabeza para la voz lógica y mesurada que es prima hermana de la voz del sentido común. Que son parientes pero debe vivir en otra cabeza. Pues sí. Es verdad. No pasa nada. Lo que se rompe se arregla. Se arregla. Se rompe. Se arregla. Es tiempo. Tiempo para arreglar las cosas pero ya está. Dejar unas horas para eso. Se acaba el drama. Pero no. Es drama a tope por eso. Porque la vida es así. Lo sientes de verdad si de verdad lo sientes. Si no lo sientes de verdad, no es drama pero porque tampoco es sentimiento Esto es aplicable a ligues de verano, romances pasajeros de cualquier época del año o affaires varios y variados. Si de verdad te descolocas, no eres ni capaz de analizar porque de verdad estas descolocado. Son tonterias o lo parecen pero lo tonto es quedarse en la apariencia y no superar la mierda esta de la montaña rusa de emociones. Me pasaba de pequeño y lo recuerdo vivamente. Como el tiempo sin cagada. Entre fallo y fallo. Hasta volver a meter la pata. Eso sera la voz en la cabeza que escuchan las voces de mi cabeza en la suya caso de que no estén decapitadas, que es algo a lo que no encontraría explicación racional pero sí que le veo un gran potencial como estampa y gran margen de goce estético. Se habla poco del goce estético. Vamos a ello. Gozando estéticamente y ya luego, lo que tú quieras. Primero el goce estético y luego el placer porque el goce estético dignifica. Potenciémoslo, qué coño. Hoy mismo. No lo dejes para mañana, potencia tu puto goce estético.
Estoy de goce estético hasta el puto cuello.
Adelante, inmersión. Vayamos al grano.
El drama puede parar. El drama puede ser otra cosa. El drama no tiene que dominar tu vida. El drama solo necesita días de planificación y los días de planificación solo necesitan calendario, papel y boli y el boligrafo solo necesita tinta, una bolita que ruede y un tapón. El tapón no es imprescindible pero viene bien para, por ejemplo, llevarlo en un bolsillo. El drama al igual que el tapón no es imprescindible pero qué cojones, te acostumbras a llevarlo siempre en el puto bolsillo. Y no llevas uno. Llevas el de la semana correspondiente y los crónicos, los de siempre. Los dramas desde pequeño que se han ido haciendo pequeños pero nunca han salido de donde se originaron, todas esas mierdas juntas y peinadas eres tú al salir de la ducha. Sin ponerte aún los bolsillos en donde tienes fresquito todo el mal reciente, y luego, sin poder evitarlo pues te afecta al rictus con el pantalón ya puesto y el calzado y dispuesto para la calle, para los cabrones de todos los días y los cabrones sorpresa de hoy, por ejemplo y tu drama de ayer o de la semana pasada. El puto drama del agua y la tubería rota. Jodido. O el drama de la rueda pinchada o el drama de la tele rota.
Son todos jodidos, claro que sí.
Y todos tienen una cosa en común: No duran más de una semana.
Es un golpetazo. Los golpes duelen. El dolor se pasa. Eso decía una amiga. El dolor se pasa. Los golpes duelen. Como si nada más importase. Como si no se pudiera evitar o esquivar el golpe. Te lo llevas y te lo llevas y punto. Luego se pasa. Y ya está. Uno no puede hacer más que mirar el reloj y quitarle importancia a todo. Ver venir el alivio o el consuelo. O como pasa de morado a fucsia y luego amarillo para acabar sin rastro ninguno del golpe. El dolor se pasa. Las marcas, no siempre. Te marca el drama más que el golpe. El drama es como encajamos el golpe, se le llama drama porque encaje suena raro. Buen encajador, de los boxeadores lo dicen. Los golpes, eh. Lo pillas, lo pillas. La voz de la cabeza ya os interpela a vosotros directamente. Qué me cuentas.
La semana que viene, más.
Seguro. 

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