martes, 30 de octubre de 2012

Mi peor disfraz de Halloween

No me gusta disfrazarme porque no se me da bien. Soy la tipica persona a la gente le pregunta: De que vas disfrazado. nunca temrina de quedar claro. En fin. Menos en Halloween . Lo del negro, el vampirismo, el rollo zombi no es lo mio. Nada lo es, en realidad, en lo referido a los disfraces. Y bueno, tampoco es que me lo curré. Fui a los carnavales de Cádiz y me tuve que disfrazar de Grease, vemos el nivel del ignominia del que hablo. Fue impuesto porque mis acompañantes iban de Sandy, cada una con una falda de vuelo en un color. Y aun asi. Me decian: illo, de que vas disfrazado. Porque claro, no sabian si iba de rocker con tupe o era un rocjer con tupe. En fin. La mentabnle. Pero no es el peor disfraz de mi historia. Ahora me acabo de acordar del mehor. Fue en el colegio. Un disfraz de reloj payaso. Yeah. Realoj payaso. maquillaje y goirro de payaso y una caja puesta con tirantes con un gran reloj y forrada de papel brilloso. Reloj payaso. Me dieron un premio por ese disfraz. Estaba conseguido a pesar de la poca conexion racional entre el tiempo y la comedia. Pero váyamos a los malos tiempos, mi peor disfraz. Fue en Halloween yo queria que fuera algo asi como caballero del XIX resucitado, me valía también un toque vampírico, para lo cual me calce un lazo al cuello y una chalequito, un reloj con cadena y un sombrero de copa, todo muy cutre y en distintos tonos de negro. El sombrero de copa era en realidad un sombrero de cerveza Guiness del revés, con el forro negro por fuera. No quedaba bien, para qué engañarnos. Necesitaba un toque y pensé en que fuera un caballero del XIX revivido. Darle el toque zombi. Y con una chaqueta vieja pues me embadurne un poco de polvo y tierra, sin conseguir grandes resultados todo sea dicho. No se me ocurrio otra cosa que buscar polvos de taco para echarme por encima, pero como no encontré, pues: harina. ¡Harina! Buen momento para semejante ocurrencia. No sé si era la de freir oi de reposteria, pero el caso es que me eche medio kilo. Harina. Por la cabeza, claro. pero tambien repartido por la pechera de la chaqueta, el lazo, chaleco, etc. En fin, harina de arriba a abajo. Hasta que mi vi lo bastante blanquecino como para darme por resucitado. Me centré en la cara, claro. El pelo, en fin. Cara de resucitado. Mucho blanco. Mucha harina. Estaba listo. Y me fui. A ver un concierto de Ladytron, por cierto. Y llovía. Llovía que no veas. No sé si es que aparqué lejos o qué, pero el caso es que me mojé bastante y claro, también se mojó la harina. Cuando me di cuenta, ya en el concierto, tenia incipientes mini bollitos de pan formandose en mis mejillas. Dios. La harina por el contacto con la lluvia se habia puesto grumosa. Grumosa. Y no era un toque zombi. No. No quedaba bien. Era un toque estás sudando base de pizza por la frente. Realmente una porqueria. No podias tocarte porque estonces los grumos cogian consistencia. Si te lo retresgaba tenías rápidamente tu buñuelo en formación. En el pelo la cosa tenia otros similes más pegajosos y desagradables y ni me tocaba. El sombrero de copa me servia para disimular, bueno, el supuesto sombrero de copa que ya dije lo que era. Conforme avanzo la noche, el sombrero fue deformandose hasta parecer una capucha de verdugo. En fin. Creo que ante el bochorno, acabe quitándome incluso el lazo. No era un buen disfraz, lo reconozco. Era más bien un aspecto intrigante que perfectamente podia ser el habitual, vaya. En fin. No al disfraz, al menos para mí, que es divertido y tal, pero que no me queda bien y a veces la cosa queda en harinada catástrofe.

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