viernes, 4 de enero de 2013

Rato a Telefónica o cómo minar la confianza de un país

Que Rato quiebre un banco y a los ocho meses encuentre un nuevo trabajo es un insulto para los seis millones de parados españoles. Durar, no va a durar. Al tiempo. La indignación colectiva del personal no le permitirá estar como asesor más de un mes, lo auguro. Es un maniobra complicada. Teléfonica o por extensión, Movistar, tienen que convencer día a día a sus clientes, viven de sus clientes, al fin y al cabo. Ya se ve venir la espantada de abonados de la compañia. Ojo, Orange. Ojo, Vodafone. Saquen las bazas competidoras. Ahora el flanco está descubierto.  A por Teléfonica, ahora que flaquea. A por ella. La tienen a su merced. En su ética. En su jerarquía en las decisiones. Me parece que recularán la semana que viene, pero hasta entonces, pueden hacer ganancia de río revuelto. Me permito una disgresíón del tema central. Cuando viajé a Marruecos, lo he contado mil veces en el blog, me sorprendió la poca fe del pueblo en sí mismo. Está muy mal explicado y es díficil decir en qué se notaba eso. En la dimensión social. Cómo se usa o cómo se comparte el espacio público. Las papeleras. Las aceras. Los coches. Cómo se respetan los ciudadanos. Y creo que en los países en los que la situación está jodida y España es un gran ejemplo a día de hoy, pues se pierde la fe. Es sencillo, es solo una forma de confiar. Confiar en el trabajo. Confiar en la justa retribución al esfuerzo profesional, garantizado desde las instituciones que tienen o que se presuponen que fncionan razonablemente bien y con ello, la fe en las oportunidades, la confianza en uno mismo, en que el sistema no te roba y es injusto. Si piensas que los caudales públicos se malgastan, pagas sin convicción. Si puedes, te escapas. Si puedes no haces facturas... Si puedes pones más o menos, según te interese... Es una forma de hacer mal las cosas por las cinrcunstancias, por las condiciones que nos ha tocado vivir. Es lo preocupante. Ayer, con los datos del paro, que habían bajado en casi 60 mil personas, pues abrieron los teléfonos en la Cadena Ser, en el programa la Ventana, que por cierto, que bien lo hace Roberto Sánchez, coño, que ya lo sabiamos por su maaravilloso programa Si Amanece nos vamos, pero que bien que lo hace y nada tiene que envidiarle a su jefe, Francino, que, vamos a ver, ¿por qué se supone que tiene prestigio o reconocimiento Francino? ¿Es por algo que hizo hace mucho en Cataluña? Es por el careto, por el rollo de gentleman ligón o qué? No lo entiendo. No lo entendía cuando estaba en Hoy por Hoy y tuvo que sustituir a Gabilondo, oye, nada más y nada menos que Gabilondo. Pero, ¿de dónde sale el tal Francino? En fin. Roberto Sánchez le da patadas en el control de los tiempos y en la soltura ante el micrófono y a la hora de entrevistar y no sé, en recursos, es más periodista o a mí me lo parece. En fin. Los cambios en la SER me tienen muy negro pero de eso no iba la entrada de hoy. El caso es que abrieron los teléfonos para que llamaran oyentes que hubieran encontrado trabajo recientemente. En plan ponerle rostro a la estadística. Y fue un desastre. Uno llamó diciendo que se había tenido que dar él mismo de autónomo. Era periodista, por cierto. Otro, de camarero, con 10 horas firmadas a la semana y que echaba 10 al día. Una chica que llamó de Málaga que había conseguido trabajo de cajera en el Carrefour. Había sido secretaria de un estudio de Arquitectura hasta 2008. Había hecho un curso de la Junta para sacrse un título de ¡¡¡¡cajera!!!! Así lo dijo. Me quedé loco que haya títulos de eso. Creo que si tienes las matemáticas básicas del graduado social, pues ya valdría, ¿no? Y eran cursos patrocinados para mujeres maltratadas, que me parece todo muy psicodélico. En fin. Que menudo panorama. A nadie le hacían un contrato en los términos lógicos. En unas condiciones mínimas. Al menos en lo que se refiere a cotizaciones sociales. Y lo peor es que ante este tiopo de cosas y estando como está el patio, pues ¿qué se puede hacer? Te vas a negar a aceptar un curro por darte de autónomos, pues claramente, no. Pasas por el aro. Todos pasamos por el aro. A veces es el propio aro el que nos traspasa, el que nos pisa... No queda otra, lo siento. El aro es cada vez más grande y no es lo único, claro, hay más, no es la única consecuencia. Que el aro se ensanche, no es lo peor. Hay más consecuencias. La principal, cada vez pagan menos a la Seguridad Social. Cada vez hay menos cotizantes. Ese es el tema. Cada vez hay menos país, digamoslo así y retomo lo de antes, cada vez hay menos esperanza en el país. Menos esperanza ciudadana. Menos confianza en que la justicia es igual para todos, que las oportunidades con iguales para todos, que es posible prosperar de un modo noble si trabajas duro... Ese es el motor de un país, la esperanza. Y creo que los gobiernos, que las instituciones en general que los que mandan, deberían de garantizarnos eso. Al menos, eso.

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