jueves, 24 de marzo de 2011

Fisionazo

Hace unos meses escribía en este blog sobre la coincidencia entre la novela de David Monteagudo, Marcos Montes, en la que unos mineros se quedaban atrapados y el accidente de Chile. Con lo que se tarda en escribir una novela, lo considero una jugarreta del destino, que una noticia, que un tema que ha tenido un gran seguimiento, te reviente tu argumento con la saturación que acarrean los titulares.
Pues ahora ha vuelto a pasar algo parecido.
David Torres, en su nueva novela "Punto de Fisión" cuenta un accidente nuclear en Japón, tiene guasa.
http://www.elmundo.es/elmundo/2011/03/23/cultura/1300904032.html?a=e81506259cc0e3c03017225a455c26fc&t=1300963128&numero=

Podría pensarse que es la mejor campaña de promoción posible para un libro, y por lo tanto, un golpe de suerte. Pero yo creo que solo acorta su vida útil del libro, de la novela, a través de un fulgor puntual, al calor de los titulares y que quita más de lo que da, pero bueno, es tan infundada esta creencia como casi todas las que dejo que chorreen por aquí, así que vaya usted a saber.

A David Torres, sin embargo, se le ve entre entusiasmado con la coincidencia, fascinado por el azar -se entiende- y algo supersticioso y temeroso de que le ataquen los males físicos que merman la salud de su personaje, uno de ellos, que tiene que enfrentarse a un cáncer de pulmón. En su blog, sale en la foto con un puro que mete miedo. David, fuma menos, o incluso escribe una novela sobre un tipo que deja el tabaco y... se hace millonario, yo que sé.

En el blog dice David, aún con el shock predictivo en mi opinión, esto: "Ese don profético de la literatura también es la facultad (como dice Zubiri en la novela) de dar un adelanto, un borrador de la realidad. De predecir el mundo. De ser, de algún modo, el mundo."

No sé que decir sobre esto. Las novelas son el mundo. Me recuerda a un aforismo: Hasta los sueños son la realidad.

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