domingo, 15 de diciembre de 2013

Puestos a hacer listas

La lista de todo lo que nos haría felices. Hacer listas en general me encanta. De discos y eso, no. O de películas. Me parece un poco ridículo. No me parece real. Nadie escucha discos o ve películas para ponerlas en un ranking. Que es un modo de recuperar títulos que se te puedan haber pasado... Puede ser. Pero creo que se monta un status quo de lo mejor de noséqué que no es real. Que no se ajusta al modo de escuchar música actual. En general estoy en contra de los charts. No sirven para nada. Una vez lo quise comentar en mi programa de radio musical. No tiene sentido esa rivalidad para ser el número 1. En realidad no compiten los artistas. Son los que venden el género los que participan de esa absurda pugna. En tiempos de internet tiene mucho menos sentido.
Pero me gustan otras listas.
Os iba a hablar de eso. Me gustan las listas, de siempre. Y a veces, las listillas.
Se me va el tema. Vamos a lo que vamos. El blog ya sabes que me da pie a que se me vaya, es casi que para lo que está. Y para hacer ejercicio de dedos, mi gimnasio de redacción. En lugar de unas sentadillas, me curro unas líneas.
La lista de lo que hacer antes de cumplir 30.
Antes de cumplir 40.
Eso me parece un tanto estúpido. Nunca he hecho una, de hecho ni quisiera. Y ni siquiera hice la de las cosas que me harían feliz. Es importante tenerlo claro porque lo mismo te metes a hacer algo y con el tiempo te das cuenta que era un yacimiento de infelicidad continua. Pasa. Y claro. De aquellos barros... Y no la he hecho, escribo esto en lugar de dilucidar lo que me llenaría como persona y lo que me haría sentirme realizado. Un poco de rubor da. Con esta edad. Ponerse a eso. Pero oye, según te va llegando, ¿no? ¿Qué vas a hacer?
Mucha gente tiene la secreta creencia que tener hijos les hará feliz.
Y pasa.
Pero es una decisión vital que trae aparejada muchas más cosas, aparte de esa felicidad que transmite los bebés y las monerías y todo el pack. Pasa. Pero a veces, no. Y bueno, eso siempre he pensado que es complicado y que es personal. Cada uno lo vive a su manera.
En lugar de escribir esto y antes de que se fuera el sol, podría haber salido a por madera para la chimenea. Mis paseos a por palos. Me gusta. Haces ejercicio. Ye agachas. Es mi otro gimnasio. Y es práctico. Para ahorrarme electricidad. Me como el humo y luego huelo a humo, aunque me lave el pelo con suavizante. Que no me lo lavo con suavizante. El look estropajo va en mi ADN. El caso. El invierno ahumado. La leña gratis. El fuego es mejor que la televisión.
El fuego. La leña. Esos paseos.
Por ejemplo, una cosa que me hace feliz. Limpias el bosque. Agachas la raspa. Voy con el carrito de ir al supermercado de mi abuela. Que eso me gusta. Meter los palos verticales, como si fueran palos de golf. Cada uno es de su padre y de su madre, pero más o menos se ajustan. En un paseo de una hora, tienes una chimenea de dos. Es una buena matemática y una buena tarea para los domingos, mucho mejor que escribir en el blog. Dónde va a ir a parar.
Toda la pinta que esta entrada se queda en borrador.
Y además, voy al baño.
No pienso releerlo cuando vuelva... A ver.
La lista no la voy a escribir. Eso es lo que quería decir. Bueno, ahora vuelvo. Un segundito.


Más o menos lo tengo claro.
Ya he vuelto. Eran aguas menores. Pero acuciantes.
Estamos.

Hacer una lista de cosas que te harían feliz.
Que estén a la mano. Que dependan de ti. Que te toque la lotería, por ejemplo. Pues no. No depende de ti. Cosas que puedas hacer. Que se puedan incluir en la rutina. Unas clases. Un taller. Un seminario. Unas vacaciones. Un viaje. Ahorrar. Una hucha. Ese tipo de cosas.
Soy de listas. Para otras cosas. Pero de listas de siempre. A ver, me suelo tirar horas para poner por escrito todo lo pendiente. Pendiente. Listas de pendiente. Me encanta y después de ponerlo todo por escrito. Todo lo que debería llevar años hecho, en algunos casos. O lo típico de ... No sé... Arreglar el desván. Limpiar el trastero, movidas de esas y otras en plan. Pasar la ITV. Que es más del día a día pero que se me va quedando pendiente de una semana para otra. Listas de pendiente. Me encantan y me sirven para absolutamente nada. Hago dibujillos. Después de hacer la lista. A lo más importante le pongo ojos. Ojo. Un ojo es ojo. Ojo, que es importante. Dos ojos son alerta. Alerta que tiene fecha. Alerta que se pasa el plazo o lo que sea. Y dos ojos con cejas, cejar apretadas, es movida rayante con alerta fecha y por supuesto, importante. Después de los dos ojos con cejas, pues ya puestos, le acabo de sacar la cara y al final, casi siempre, mi lista de tareas pendientes acaba siendo un monigote. Limpiar la cocina. Poner una lavadora. Es lo típico. Lo de la ITV es dos ojos, cejas y careto chungeante. Mi coche tiene cinco o seis años, no debería salirme caro pero joder, los putos badenes me joden los amortiguadores que da gusto. Esto no venía al caso pero es que me jode. Está inventado el badén inteligente. Lo tiene patentado un tipo de Málaga. No parece que tenga facilidades para comercializarlo pero el badén inteligente existe. Es una realidad. Y aquí, donde yo vivo, estoy rodeado de badenes estúpidos que me joden los amortiguadores porque los paso a 40 en lugar de a 20 y me hacen tener que ponerle un piquín más al montante total de la fastidiosa ITV cada dos años. Mira que me jode. Los badenes estúpidos. Ir a 20 en travesía es demasiado. Residencial, vale. Pero en una travesía, 40 me parece lo bastante prudente, teniendo en cuenta que 50 es el máximo.
Lista de cosas odiosas: badenes estúpidos.
Cuando tenía diarios o agendas, eran agendas más bien, pues acaban siendo un cuaderno de dibujos. A lo que iba haciendo, le ponía OK. Entre los ojos y los OKs pues iban saliendo caretos.
Y con esto de dibujar tus tareas pendientes, una vez pensé que quizá fuera mi proceso. Que era beneficioso a pesar de ser inútil que es algo que me cuesta explicar. Todo me cuesta explicarlo pero eso más. Lo terapéutico de perder el tiempo, lo necesario. No sé si lo es o no. De dejar que pase. Y darte tiempo. Tiempo para hacerlo. Pendiente. El monigote es como el monstruo que llevo dentro, la cara de esa tarea sin hacer, porque casi siempre son caras expresivas y muy feas, porque las cejas apretadas ya condicionan mucho el gesto, claro, y es gesto de Pendiente. De urgente. Y esos monigotes, como si fuera los bichos que crea la ansiedad, pues salen de mí y se quedan encerrados en el papel. Son necesarios para eso. Para echar los bichos. Así le llamábamos a ensayar, con mi primer grupo. Echar los bichos. Era rock. Cañero. Echábamos los bichos dos veces en semana. También creo que ecualizábamos como el culo y el batería reventaba los parches. Y el dolor de oídos era brutal pero nos daba feedback y sobre todo, nos hacía una purificación interna de cualquier stress o ansiedad. Eso lo escribiría en la lista de cosas que me hacen feliz, echar bichos a base de decibelios. Y no tiene nada que ver pero usar bicho como palabra cariñosa es un contrasentido y a la larga, va mal. Ahí lo dejo.
Esto más o menos se ha quedado explicado.
Lo de pintar monigotes. Monigotes pendientes.
Los bichos secretos de la ansiedad. Quizá estos párrafos sean lo mismo. Otro tipo de monstruo, pero el mismo proceso. Puede ser.

Puestos a hacer listas, pasamos de discos, de películas, de actores, de personajes, de líderes mediáticos, políticos y espirituales, y vamos al hueso, a lo principal, a las emociones, a las filias, a las fobias, a los flujos, a lo físico, a lo que nos haga salivar, a lo que nos haga mearnos encima: lista de cosas que nos hacen mearnos encima. Olvídate del mejor concierto que has visto, a quién le importa. Háblanos de tu verdadera urgencia. Si estuvieras encamado en el hospital, no me hablarías del último de Arcade Fire casi con toda seguridad. Si estuvieras agonizando, irías a lo esencial. Vivir como si fuera una agonía para no llevarte sorpresas, no es una gran idea, pero bueno, tampoco es lo que quiero decir. Lo que te hace feliz. Felicidad y definiciones de ella, pereza sin final. Pero cada uno sabe cuando se le ponen los pelitos de punta. La lista de escalofríos. Racionalizarlo todo. Es lo que me pasa. Que pierdo el tiempo con ello. Sacándome monstruos. Alumbrándolos. Alimentándolos como si fuera mi prole. En lugar de cortarles la cabeza. Darles pasaporte. A otra cosa. Muchas veces he pensado que cualquier día quemo este blog y le doy puerta. Así. Borrar. Así. Del tirón. La vida funciona así. De repente algo desaparece. Sin previo aviso. Sin que se quede nada en el recuerdo. Pasa y punto. Es trágico. Está lo trágico y lo miserable. Lo decía Woody Allen. ¿Era en Annie Hall? Lo triste y lo miserable. No lo recuerdo bien si era trágico o era lo triste. Pero hacía esa distinción con la que estoy y siempre he estado plenamente de acuerdo. También había otra frase genial de Manhattan. Pero bueno paso de citas. Odio las citas. Cosas odiosas. Lista de cosas odiosas: los badenes estúpidos, las citas.
Últimamente pienso en la muerte.
En la mía, más concretamente y en la de mis seres queridos. Pensamos poco en la muerte, siempre lo he sostenido. Que ni se enseña a morir, ni a que se mueran los que no queremos que lo hagan. Es una carencia importancia en el mundo occidental. En el oriental parece o dicen que es de otro modo, no tengo la menor idea. Aquí es chungo de aceptar, de entender, de vivir. Es chungo vivir la muerte en Occidente. ¿Capitalismo? Puede ser. Para vender lo de morir pues como que no.
La lista de monigotes pendientes.

Me he perdido.
Sinceramente no tengo ni la menor  idea de adónde iba.
La lista de intenciones pendientes.
Argumentos.
También los dejo en cuarentena. No me parece mal. Es bueno, creo. Porque otras muchas veces escribo como si estuviera estornudando y claro, nadie me dice luego Salud o Jesús.
Achís.

La lista de mejores estornudos de tu vida.

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