miércoles, 29 de agosto de 2012

Un método que se me ha ocurrido para dejar de fumar

Lo estoy poniendo en práctica, veremos cómo acaba.
Es sencillo y lo mejor es que no tienes que dejar de fumar mientras lo llevas a cabo.
Cuatro sencillos pasos.

Paso 1
Coges un bote de aceituna gordal.
Vacío, claro. Previamente te comes las aceitunas y después lo limpias y lo secas convenientemente.
No estaría mal tampoco quitarle con agua caliente la etiqueta en la que se ve la foto de las olivas.
También vale un bote de melocotón en almibar de los grandes o de espárragos o de lo que sea.
Que sea más o menos grande.
Y que sea de cristal.
Importante, cristal.

Paso 2
Te deshaces de tu habituales ceniceros.
A partir de ahora el bote de cristal grande será tu único cenicero.
Cada cigarrillo que fumes tienes que fumarlo con el bote de cristal cerca para ir tirando la ceniza.
Solo la ceniza. Las colillas las tienes que tirar en otro sitio. Si te molesta el olor del bote, pues le pones la tapa. Si llevas los años suficientes fumando, lo más probable es que no distingas olores, así que no pasa nada. Solo la ceniza, repito. Las colillas, no.
Poco a poco el bote se irá llenando de ceniza.
Un paquete de tabaco entero apenas da para dos o tres dedos de ceniza, quizá menos.

Paso 3
Asimilas el bote a tus pulmones.
Se corresponden más o menos por tamaño y la ceniza que estás acumulando, tienes que imaginártela como la chamusquina que se te queda dentro.
Verás que la ceniza no se acumula rápidamente. Te va a costar llenar el bote de ceniza. Te ocurrirá que estés en otra habitación y enciendas un pitillo y no tengas el bote a mano para echar la ceniza y entonces te sentirás mal y culpable de no estar haciendo bien mi método para dejar de fumar y ese cigarrillo tendrá una dosis extra de culpabilidad.
Habrá lógicamente cigarrillos que fumes fuera de casa.
Esos que se salen del método, también ayudan

Paso 4
Cuando el bote esté lleno, se acabó el método.
Dejas de comprar tabaco y dejas de aceptar los eventuales cigarrillos que puedan ofrecerte.
Conservas el bote y cuando te den ganas de fumar, lo miras fijamente y piensas en tu pulmón, de un tamaño parecido igual de lleno de alquitrán y carbonilla. Y lo multiplicas por dos. Que son los que tienes, dos pulmones. Tan llenos de porquería como ese bote de aceituna gordal que ahora rebosa ceniza. Y si estás concienciado realmente de la importancia de tu salud, lo dejas fijo.
La ceniza la puedes usar más adelante, cuando ya lleves más de un mes sin echar humo por la boca y sin que tampoco te eche humo la cabeza, para abonar las macetas de la terraza en moderadas dosis que tampoco se trata de ahogar a las plantas en ceniza.
O sea que todo son ventajas.

PD: Yo llevo una semana con el método y el bote aún no ha subido de los cuatro dedos, y por lo menos he fumado cuatro o cinco paquetes, así que veremos que pasa.
Pero por ahora pinta bien.

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