domingo, 12 de agosto de 2012

Que sea Ortega Lara el que opine de Bolinaga

Hey amigos periodistas, hubiera molado hacerle entrevista de domingo a Ortega Lara preguntándole por la huelga de hambre de Uribechebarria Bolinaga.
Habéis estado poco rápidos con el tema y yo creo que la concedía del tirón con el rollo de su campaña de http://www.reconversion.es/
Pepinazo.

Con la excusa de su movida con Vidal-Quadras y Abascal, dándole cancha a su presentación de junio y los nuevos firmantes, teníamos el gancho, compañeros plumillas, y después de que nos colase lo suyo, el argumentario y la evolución de la propuesta y tal y tal, pues la pregunta del millón de dólares sobre el cáncer, la clemencia y las huelgas de hambre, ¡zasca! Porque para hambre, la que pasó el propio Ortega en el zulo. Cargada de razones para opinar. Además es que no hay nadie, acaso es el único en mi opinión. que tenga verdadera autoridad o legitimación moral en ese tema, para mostrar o no mostrar clemencia, porque ya que opinar es gratis, ¿por qué no seleccionar bien a quien se le pregunta? ¿Quién mejor que el principal damnificado para emitir un juicio que al fin y al cabo es tan poco vinculante como el de cualquier otro, incluido el mío en este blog? ¿Es o no?


Me parece tan obvio el asunto que no descarto que desde algún periódico se la haya solicitado la interviú, ideal para suplementos dominicales y viéndose atrapado, tendrá un sexto sentido el buen hombre para atisbar atrapamientos, en la intuición de la difícil tesitura de tener que opinar sobre políticas presidiarias y enfermedades terminales, el señor secuestrado declinase la oferta para no meterse en el embolado. Puestos a imaginar, sigamos.
No lo sé, quizá me equivoque pero creo que el ex funcionario de prisiones tendría un atisbo de misericordia con su captor, sea por los restos del síndrome de Estocolmo, sea por simple empatía con los que sufren y apusto a que no sería tan inflexible como algunos políticos o víctimas del terrorismo que se pronuncian en contra de cualquier dádiva o parabien con el canceroso preso.

Me cuesta entenderlo y por otro lado se entiende perfectamente.
Vale, a las víctimas, pues se le perdona. O se les debe disculpar al menos.
Es, sin embargo, desde el punto de vista político una torpeza monumental. Señores políticos, a ustedes no puedo perdonarles su falta de estrategia y perspectiva. Es imperdonable que caigan en la trampa de los mártires de la causa terrorista. Es obvio, ¿no? Vamos de obviedad en obviedad. No participen de eso, no sean tan previsibles y accedan a convertir en héroes a los moribundos. Es más inteligente ser un poco flexible en este tema que por otro lado, está recogido en la legislación o dicho de otro modo, es de ley. Y no solo porque haya un argumento jurídico, que lo hay. Que debería ser bastante, que lo es. Ni por las excusas benévolas o los argumentos de caridad, que pueden ser todos idóneos y de hecho, lo son. Es simplemente porque el estado debe jugar con las mismas reglas siempre y no entrar en duelos con sus partes.

De Ortega Lara acepto todo. Es del único.
Por eso lo de la entrevista, amigos periodistas. Poneros con ello, que la concede fijo.Y es la opinión que me vale, la única. Me parece abominable lo de Ángeles Pedraza o Daniel Portero. No, claro que no. Y digo más, cualquier día me atrevo a escribir una entrada en exclusiva dedicada a las víctimas profesionales de este país que no es facil meterse en eso pero en un arrebato me lanzo a ello. ¿A quién se le ocurre darle voz y altavoz a víctimas permanentemente? No ocurre en ámbitos distintos, qué sé yo, víctimas de atropellos, por ejemplo, comentando los planes de la DGT o víctimas del aceite de colza o de los implantes PIP o de los abusos policiales o de las neglicencias médicas o de los bancos o del Forum filatélico o de la Talidomida... Hay tantas víctimas por ahí y opinan poco, o se les pregunta poco para que opinen. ¿Por qué? Porque no hay un uso tan directo que darle a esas opiniones en el ámbito político. Está claro, ¿no? O, ¿solo lo veo yo?


Veámos pues ese uso que hacen los medios del inevitable rencor.
Ellos no tuvieron compasión, dice Pedraza:
http://www.diariovasco.com/agencias/20120801/rechaza-acercamiento-etarras-enfermos-porque_201208011742.html
No merece ningún trato de favor, dice Portero:
http://www.ondacero.es/herrera-en-la-onda/entrevistas/daniel-portero-accion-garitano-manera-hacer-buenos-gestos-cara-posible-proceso-ilegalizacion-bildu_2012080900031.html
A ver, ¿hay una ley o no hay una ley? Ni compasión ni favores, entonces ¿no? ¿Nos interesa la ley cuando nos enfrenta a desagradables realidades o es que la consideramos injusta cuando no representa aquello en lo que creemos? No sé ni por qué lo pongo entre interrogantes. Como antes decía, se puede entender todo y lo entiendo, de hecho. Lo normal, es lógico entender el dolor de alguien que ha perdido, o que le han arrebatado mejor dicho, a un familiar. Es un dolor que no cesa, que no se olvida y que muy probablemente, no se perdona. Es cierto también que nadie ha pedido perdón. Pero al caso. Escribo esta entrada por otro motivo. No soy yo quien para enmendarle la plana a nadie, menos aún si se trata de personas que han sufrido injustamente y que han sufrido mucho, está claro. No se entienda esto como una crítica a ellos, ni a lo que lógicamente sienten o piensan, sino al uso que se le da a esas emociones en los medios de comunicación y al uso político, más aberrante incluso. Ese es el caso. Y lo que me sorprende, o me aterra, en relación a ellos directamente es que no haya servido para nada lo que han sufrido para convertirles en mejores personas o más comprensivas o simplemente mejores personas. Quizá eso no se pueda esperar del Estado pero se debería poder confiar en las personas. En una cierta superioridad moral, una educación aunque la palabra no es educación pero es como si, no sé, la situación o las circunstancias nos dieran la oportunidad de ser mejores y demostrar que usamos la inteligencia, que tenemos cierto sentido de la justicia, de la lógica, de la piedad incluso y que una persona con cáncer es una persona con cáncer antes que nada y somos mejores que los malos, mejores y por eso somos los buenos, porque no reaccionamos como ellos sino de otra forma, esa otra forma en la que deberían ser las cosas. Pero bueno lo que yo diga importa poco. Lo suyo sería preguntarle a Ortega Lara. Confío en que no me dejaría mal y se mostraría compasivo con sus captores y eso le honraría y me daría la razón, y además me haría recuperar un poco la fe en la condición humana, que es lo importante y defintivo de todo este asunto.

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