jueves, 29 de noviembre de 2012

Tipología de error

Me parece un tema a tener en cuenta porque nadie te habla de ello, en donde deberían hablarte de las cosas importantes en general, véase en el colegio, no te lo dicen como tampoco te dicen ni mu de tributación fiscal, qu creo que debería estar incluido en el temario de alguna asignatura, por ejemplo matemáticas, para formar al ciudadano en materia de impuestos, es algo que he pensado siempre, por otro lado serviría para crear conciencia en la contribución, en la construcción de la sociedad y en la consecuición de determinados objetivos o una mayor fiscalización de los esfuerzos colectivos, dicho esto, que o he pensado siempre, creo que también debería de hacerse, de enseñarse, de experimentarse al menos con una tipología de error, de varios tipos, de muchos tipos, de forma que cualquiera que se sintiera en riesgo de equivocarse pudiera medir las consecuencias a priori sin tener que experimentar, vaya, odio el verbo experimentar y lo he usado dos veces en cinco líneas, que odioso, pero bueno, lo siento, aunque esto tiene mucho de experimentar, el error, es el fin más lógico y habitual del ensayo, en eso consiste, pero no, en el colegio te enseñan normas, reglas fijas, principios universales pero no te enseñan los errores más comunes y sus consecuencias más obvias, que sería interesante para la vida práctica, para el día a día, lo mismo que si te enseñan el impuesto sobre el valor añadido, en qué consiste, por qué se paga o la renta de la personas física, ¿se dice así, qué más dá, ya entendeis por donde voy, espero, seguro que sí, el tema central es sacar tipologías de referencia para la vida real y tengo el ejemplo perfecto, que lo de Hacienda es tedioso y no nos vale a todos, tengo el ejemplo: el carnet de conducir, eso es, el carnet de conducir, porque resulta, y esto ya es experiencia propia que aquí el que escribe esto lo suspendió ¡CINCO! veces y digo, cinco, que ni cuatro que ni tres que ni dos, ¡CINCO! veces con otros cuatro o tres renovaciones de papeles, el desmbolso económico, la humillación pública en la autoescuela, la sensación de frustración e impotencia y etc etc, y entre el tercer y el cuarto examen o quizá entre el cuarto y el quinto, y hablamos del práctico porque el teórico tuve que hacerlo creo que dos veces, quizá tres, no, no, fueron dos, lo suspendí una vez, o puede que lo suspendiera dos veces la primera vez que estuve apuntado a la autoescuela con dieciocho años, en la que lo dejé por imposible y luego, lo aprobase a la primera en mi segunda intentona con veintitantos, el caso no es ese, la edad es lo de menos, el caso es que suspendí cuatro veces el práctico y por estupideces, un frenazo en mal sitio, un peatón que mira mal, un coche que pita y me sentía totalmente en manos del destino, de que se me cruzase cualquier conductor descontento con mi ritmo y me metiera un claxon por el culo de modo que mi suspenso cayera del cielo como un rayo, pero entonces, no sé en que momento, pensé: Al loro, no todos los errores valen lo mismo y es cierto, que se te cale el coche, por ejemplo, que es un temor importante que le vayas a dar gas con el acelerador y el coche suelte un suspiro y se pare en seco, es un miedo habitual en cualquier conductor novel, pues bien, eso no es más que error leve, no tiene importancia, sin embargo si en un stop pisas la línea o haces amago de saltártelo, estás suspenso, es un error grave, es eliminatoria, estás fuera, chaval, se acabó lo que se daba, bye bye, my baby, lo mismo tienes un examinador especialmente benévolo y te pasa la mano, pero lo habitual es no, a la mierda, se acabó el examen, pare por donde pueda y bájese del vehículo, así me pasó cuatro veces pero a la quinta me di cuenta de que solo debía estar pendiente de no cometer ningún error grave, que eran dos o tres los errores graves: problemas con peatones, con otros vehículos, los stop y los semáforos, y punto: el resto de errores eran leves y tenías que cometer siete u ocho para que te dijeran pare donde pueda, así que no era tan difícil, no pasaba nada si se te calaba el coche, se te tenía que calar seis o siete y nadie tiene tanta mala suerte, ni siquiera yo, ahora bien, ¿qué quiero decir con esto? que más dá, no quiero decir, solo pienso en una tiplogía de error útil para la vida, no sé cómo, no tengo todas las respuestas, de hecho no tengo casi ninguna y no tengo, desde luego la menor idea de que tipo de errores estamos hablando o qué o a qué podemos llamar error de la vida diaria y seguro segurísimo que nada tiene que ver lo que uno entiendo por error y lo que es para otro, lo de grave o leve, según el caso, pues eso, pero sí pienso que si no hubiera reparado en lo de jerarquizar mis fallos en el examen práctico del carnet de conducir, todavía estaría yendo con la bicicleta a tráfico para renovar los papeles de una siguiente convocatoria.

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