sábado, 1 de diciembre de 2012

Belén Esteban y su toxicidad


































Sobre la adicción de Belén Esteban. No me puedo morder la lengua con esto.
Creo que es un tema con dimensión social y con un efecto claro. Medible, me atrevería a decir.
Instaría a todas las instituciones que trabajan con dinero público en el tratamiento de las drogadicción, que se mirarán este tema y las consecuencias que tiene.

Ayer Belen Esteban en prime time sacó unos analisis sobre toxicidad en los que el resultado era negativo.
Nadie mencionó ninguna sustancia, nadie digo la palabra "droga" ni siquiera pero sí que se hizo mención de la palabra "toxicidad" de modo que se sobreentiende que es una sustancia. Que la adicción es a una sustancia. La sustancia es lo de menos, siempre lo he defendido.

A mí Belen Esteban y sus análisis me importan cero. Que haga o deshaga lo que quiera.
Me preocupa que una persona con altos niveles de toxicidad estuviera cuatro horas cada tarde dando berridos a rienda suelta en televisión, con máxima audiencia y con máximos niveles de toxicidad trasmitidos a través de las ondas. Piénselo. Es delicitivo casi tener a alguien que está bajo los efectos de cualquier sustancia, trabajando y excediéndose y aprovechándose de ese exceso, en términos de audiencia.

Piensen en esos subidones de sustancia que le darían a esa persona que se ha reconocido adicta y que a las cuatro o cinco de la tarde, le pega la subida y la lía. Es comportamiento clásico. Materia de adicciones y demás. Nadie pone el nombre a la sustancia. Yo siempre he defendido que el nombre de la sustancia es lo de menos, que no es la sustancia la que tiene la culpa. No tengo cifras ni datos para apoyar eso, pero es una convicción moral que probablemente no compartan en las instituciones. En resumen, no es lo que tomas sino lo que te hace lo que tomas y cómo afecta a lo que haces, en este caso, hablamos de Belén Esteban colaborar en televisión. Colaborar en televisión bajo el efecto de las sustancias... Pues picos de audiencia. Los mismos picos de sustancia. Es fácil de ver.

Lo alarmante no es ella, que haga lo que quiera, lo que de verdad es denunciable es la actitud de los productores, los que la contratan, los que saben de esa situación y la explotan comercialmente. Como digo que la sustancia da igual, pensemos en que es vino. Vino. Alguien bajo los efectos de unas cuantas copas de vino, hablando de su vida en televisión. Imagínenselo. Es como si le ponemos una silla en el plató de un programa al borracho del pueblo que cuenta sus penas. Y no solo eso: es ver que el borracho se emborracha cada vez más y que las penas son más penosas cada vez, pero comprobar que el público cada vez aplaude o se sorprende más ante las salidas de tono y los improperios. Es lo mismo.

No quiero insultar niofender a nadie, sino compartir mi visión del asunto.
Y poner de manifiesto la extraordinaria hipocresía que hay con las sustancias en España.
Creo que en EE UU no es así: si un famoso se desintoxica, dicen de qué. Si le pillan con sustancias, dicen cúales. En España está ese eufemismo de las pastillas para dormir. Y en el cajón desastre de las pastillas para dormir, se incluye todo o en el peor de los cajones, la palabra "droga" en la que meten todo. Estoy en contra de esa palabra. Del uso de esa palabra, en España y no sé si en otros países existe. Droga.

En el programa de Belén Esteban o al menos en el rato que yo lo vi, nadie mencionó la palabra Droga.
Supongo que decir Droga es demasiado. Para asociarlo a la Princesa del Pueblo.
Sin embargo, soltó un eslogan propio del discurso de Trainspotting, de Danny Boyle.
"Ahora tengo adicción a la vida"
Es el discurso rebote propio del yonki y siento decir o usar esa palabra porque es claramente ofensiva, pero es lo que decía o más bien, lo contrario de lo que decía el yonki que interpretaba Ewan McGregor en aquella mítica peli de desboque con las sustancias.
¿Adicción a la vida?
Pero ¿de qué me hablas?

Me alegro de que la de San Blas se encuentre mejor, de salud, de ánimo y de todo.
No tolero el tratamiento falaz en el medio.
No me parece de recibo que los jefes de Sálvame Diario y Sálvame Deluxe que es La Fábrica de la Tele vaya, la productora, que es la empresa que se lleva los beneficios, usando la técnica de aprovecharse del borracho del pueblo mientras le invitan a chatos de vino, pues ya sea Esteban o San Judas pues le sacan la bilis hasta dejarlo seco, hasta exprimirlo, hasta que explota definitivamente la persona que hay detrás del personaje. Los jefes lo sabían. ¿Cómo pones o cómo dejas que un adicto esté cuatro horas en un plató saliéndose del pellejo a horas de tarde además en horario infantil y bueno, no sé, qué más añadir? Un jefe sabe eso. Una empresa sabe eso.

Si ayer Belén Esteban saca unos análisis y habla de toxicidad, es que antes lo era.
Una colaboradora tóxica. Una trabajadora tóxica.
nota mental: Ayer pensé en escribir una entrada en el blog sobre el vocabulario y el lenguaje que utilizan en los programas del corazón, porque por un lado, suena mucho, tiran mucho de la jerga periodística (mis fuentes, mis nosequé...) y también hablan constantemente de "mi trabajo" y lo repitan mil veces, Belen Esteban ayer mil veces dijo "mi trabajo" y me dieron ganas de escribir en twitter... "Cada vez que Belen Esteban repite "mi trabajo" ofende a seis millones de españoles" Pero no lo puse. En fin, me autocensuro en twitter. Soy un chungo. En fin. El lenguaje. La perversión del lenguaje en los programas del corazón. Fin de la nota.
Lo importante es que la televisión intoxica. Usa la toxicidad de sus personajes.
Me parece una obviedad. Quiero decir que es como el clásico componente trágico de drama en la ecuación del espectáculo, vale, de acuerdo, Se entiende. Pero la toxicidad...
El discurso, esconder el nombre de la sustancia.
No decir "Droga": decir pastillas para dormir.
Creo honestamente que hace un daño terrible a la juventud y a los hijos que tendremos, porque es un manto de desconocimiento, de ocultar lo que es, lo que pasa y lo que es. Punto.
Lo que son las cosas. Y... Bueno, podría seguir escribiendo mil horas. Pero voy a fregar los platos.

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