viernes, 8 de agosto de 2014

Olvidar a todas de una vez por todas

A todas. Unas cuantas, eh. Todas. Sin excepción. De una vez por todas. Olvidarlas. A todas. Por orden. Una detrás de la siguiente. Estricto orden de llegada. Olvidarlas. Por salud. Por lógica. Por puros motivos de supervivencia básicamente. No sé quién me lo dijo una vez, pero es verdad, en la vida somos almacenes, o espacios, en los que caben un número reducido de cosas, y cuando digo cosas, no me refiero a objetos sino a motivos, a razones, somos eso, somos almacenes de razones, un muelle de carga de ilusiones, una nave industrial repleta de pequeños pensamientos, un discurrir continuo de palés con ideas.... ¿llegarán a su destino? ¿cuál es?


Varias veces lo intenté con una letras con todos los nombres, están en mi memoria, los que amé o las que fueron las primeras en algo, el primer beso, el primer viaje, el primer paseo de la mano, el primer polvo, la primera mamada, y darle aire poético. Un halo de ternura más allá del recuento y con los nombres. Raquel, Carmen, María Jose... Así. El destino está en los nombres. Y que fuera una canción larga, de estrofa larga quiero decir. Y bueno, a ellas seguro que algo de ... No sé, orgullo no es la palabra. Lo mismo les repugna. Hay un perfil en mis exs. La timidez. El ego a lo inverso. O un ego complicado o algo dañado o vete a saber. Quizá es culpa mía. Esa deberia ser la inscripción demi lápida, quizá es culpa mía. Aún hoy. Aún después. Aún muertas. Como el Cid. Ganando batallas. Pero no ganando letras porque nunca me salió y me lo dejé una y mil veces... No termina de convencer. Además que no le interesa a nadie. Lo digo no por falsa vanidad sino porque es obvio, se puede ver un poco cómo es de concreto el doble fraseo que vaya tras el nombre por el acierto de decirlo en pocas palabras y lo que es resumir la vida en general pero no convence, no es algo con lo que te vayas a sentir identificado. Aunque parezca una estupidez pienso en eso cuando las letras no terminan de salir, cuando simplemente aparecen pues por algo, saldrán y serán así y suelen estar bien, o convencerme automáticamente y cuando lo escucha una segunda persona, digo ok, esto era, y así pero cuando media un proceso de construcción, todo da más vueltas. Así. Estas vueltas. El destino está en los nombres. Es así. Los que siempre nos acompañan.

Debemos empezar de cero en cada amor nuevo y es tan difícil
La primera noche si hay sexo y cuando estamos desnudos y mojados o aún medio resecos uno encima del otro, se suelta la lengua y uno cuenta como perdió la virginidad o aquella vez que folló en un ascensor o hizo un trío... Se habla sin ambages y con el tiempo nunca vuelve esa espontaniedad. Es lógico. Empezar de cero pero sin dar detalles. Olvidar los detalles, no obviarlos. Simplemente que no los recuerdas, como lo que comiste ayer. No hay ningún motivo para recordarlo. Los platos. Pues igual los amores. Olvidarlos y ya está. Me esfuerzo a veces en todo lo contrario... En rastrear los motivos. En solucionar el caso. Como si fuera un crimen del que no se ha encontrado el cuerpo del delito. Y llevan razón cuando te dicen que olvides. Por salud. Olvido terapéutico. Una memoria selectiva de buenos y malos momentos, ¿es posible? ¿Manda uno sobre ello? Porque al final, pensar en esto es pensar en ella y pensar en ella es malo. Es justo lo contrario que una amiga me recomendo, que no me recree en ello, que no le de vueltas y no me es fácil. La cabeza se va inconscientemente siempre hacia los mismos sitios, los conocidos, las ruinas conocidas. Y paseo cómodo entre los destrozos. Le son familiares. Esas ilusiones rotas. Esos patrones o esos modelos que ya no valen y que nos hicieron cambiar nuestra forma de ver las cosas y mirar al mundo. Y hay que olvidar. Entrenar el olvido. Al revés de lo que hacemos con la memoria. Los juegos de memotecnia pues igual pero al revés. Convertirlo en acrónimo. Hacer un recorrido con los números o buscar una secuencia. Pues lo mismo para olvidar. Ha pasado el tiempo prudente. Cualquier alteración hasta no pasados seis meses, no llega a ser considerada desorden mental. Desde el punto de vista mental profesional es solo una mala época. Ella era la mala época que yo hubiera querido vivir siempre. No se libra uno de las circunstancias, lo que los rodea todo. Los nublos. Los temblores. EL temor. La mentira. Eso es lo que ella, mi amiga, me dice que me libre como si fuera fácil y como si estuviera en mi mano. No lo siento así y menos a nivel emocional. Solo hay una cosa que me hace vibrar más que nada y era ella, después de ella, cantar con la guitarra y escribir no sé si en tecer lugar o en tercer lugar simplemente dormir. Hubo un tiempo en el que sentía que había llegado al techo de nuestra felicidad y que todo sería después pena y dolor. Efectivamente era cierto, no lo del techo, aquello ni siquiera era felicidad ni tampoco fue un pico pero intuí a las mil maravillas que iba llegando el declive. Deprime ver o comprobar lo poco o nada que le importa al otro. No existir para el otro. No existimos para los que nos abandonan, desengañaos. Son años de amor. Son años de convivencia. Es algo que simplemente se vuela como unapluma, como una brizna de hierba. Y lo ves y piensas: era tan frágil? De verdad lo era? Fue un milagro entonces que aguantase, era como una rama rota que no cae del todo. Eso es. Y ahora yo sujeto el árbol entero desde mi autocompasión. Lleva razón. Ella lleva razón. Olvidarlo todo. No es una buena idea escribir esto. Intentaré olvidarlo también. Haced lo mismo que yo y olvidad que lo habéis leido.

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