jueves, 28 de agosto de 2014

El no amor pendiente

Me cansa escribir. De un tiempo a esta parte, me harto antes de entrar en calor. Pocas historias, menos ganas.Me cansa, es tedioso pasar a palabras mis vivencias y sensaciones. No hay historias que contar realmente. O es siempre la misma. Estoy cansado de esa.historia y sin embargo, me retroalimenta. No tiene el menor sen tido. Lo veo claro. Es siempre lo mismo. No tiene nada que destacar. Es aburrido. Es.un redil de dolor y es para nada. Escribir es una condena cuando te lo impones, como casi todo lo impuesto supongo. El blog es una forma de obligarse. No digo que sirva. Menos en mi caso. Sirve para poco. Hoy es todo pesimismo. Ya lo siento por lo que pueda volverse contagioso. No es lo que quiero. Pasa por épocas. No se si es la imposición de la curva. Que pide abajo para no ser siempre alegría o que las cosas se joden y ya está, y no es fácil y no es algo que simplemente se consiga o no. Las cosas ocurren. Nosotros ocurrimos y en ocasiones, ocurremos que es como ocurrirse pero con ocurrencia con brillo. Que es lo menos de los menos de los días porque si hacen recuento, hay cierta lógica, cierta cautela en ser poco optimista, es una estrategia bastante consecuente y parece la mejor posición de enfocar el futuro. Me cansa vivir. Es peor mucho peor de lo que parecía el diagnóstico. Porque perdemos más tiempo en el trayecto que en el destino. Porque el viaje es trayecto. La poesía es breve. Es nube. Es extasis. Es una borrachera buena. No es sostenible como estado. No se desea un placer sin fin. Es necesario el tedio para el extasis, ¿lo debo entiender así? O es un rezo del resignado. Una fe mal puesta. Un orden mal trenzado en las emociones. Una mala elección. Porque todo lo son. Malas y buenas somos elecciones nuestras y de otros. Dos elecciones juntas o dos elecciones que se cruzan. Es el final del verano que trae las tormentas en sus bolsillos. Y el curso que empieza ya a arrastrarse y lo que tengo pendiente. Y que no hay amor. Es eso, ojo. Lo principal. Lo pendiente. Lo que se nos quedó en reserva. Y nunca dimos. Nunca soltamos. Lo no correspondido. Lo no sentido. Lo ni siquiera pensado. Es el no amor pendiente. Es eso. La mayor merma. El mayor dolor. El no amor pendiente que ya no será. Es el manatial de las depresiones. Lo pendiente: lo que debería haber sido. Nuestras vacaciones felices que no fueron. Nuestra canción de éxito que no fue. El viaje feliz que no ocurrió. Todo ese eco nos come lentamente en nuestra soledad. No le temo a la soledad porque soy un idiota. La soledad es una potencia mundial. Los solitarios son sicarios de la poesia que se produce azarosamente en los cruces de pensamientos no deliberados. Y huyen de estar abrazados. Se pierden. Se tapan ellos solos. Se arropan. Se duermen al raso pensando que les resta una vida infinita y que vendrán a por ellos, a recogerlos. Pero no es así. Somos piedras. Nos mueve algo mucho más grande de lo que podemos entender. Y está en sus manos. Como el viento. No sabemos más que lo que el corazón dice y no debemos fiarnos nada más que de eso, porque mira por una rendija, por un pequeño agujero y nos habla del exterior. Es un circulito de realidad y es diminuto, no es todo el pastel pero debemos entender que es nuestro punto de partida. Desde ahí empezamos a hacer camino. Nos empezamos a buscar. Desde cada día. Desde cadda latido. Desde lo que nos dice el alrededor. Lo que sentimos que es nuestro. Nuestra senda. Nuestro camino. No es fácil. No me apetece escribir. Me parece una mierda esto. Me gusta poder decir que me parece una mierda. Este verano ha sido el peor en años. Y siempre siento lo mismo. Vendrá otro peor. NO te apures. Vendrá otro peor. EL peor verano siempre pendiente. El verano pendiente, desde hace años. Como si tuvieramos apuntandos los bailes que nos debe y las copas y las chicas llenas de arena a las que pudimos meter mano por debajo de la falda, ellas también están a la cola. En la de cuentas sin saldar. Con todo loque prometimos hacer el verano que viene. Lo que vendría y no. Lo que iba a ser y tampoco. Vendrá otro peor. Seguirá pendiente el peor de los peores. Y no habrá chicas. Los veranos son siempre tristes cuando no hay una chica a la que abrazar. Es como una letra de una mala canción. La soledad con calor se pega más al cuello. Lo tensa y se ve a todos en el estío gastando los ahorros del años y esa cívica forma de huir de la rutina, como si tuviera una escapatoria la vida, como si por ser turista no fueras a morir como todos y como si te lo hubieras ganado. Como si fuera divertido. Simulemos que lo es. Que es el verano es una maravilla. El verano maravilla pendiente. Lo pendiente es loq ue mata a la gente. Lo que acribilla su esperanza. Pensar que todo iba a ser de otro modo y esperar, tiempo pasado, años después, que siga siendo así. No es ser flexible, me decía ella. Pero no tiene nada que ver con ser flexible o no. No es una cuestión de ser flexible si te golpean con una barra de hierro. Es el hierro el que no es flexible. Da igual lo que tu seas. Te han metido un golpe. Pierdes el aire y respiras. Respiras el dolor que te raja la primera vez y que después se irradia lentamente en cada bocanada y así es como se vive. Igual. Como se revive el desamor. Las barras de hierro que amamos. Es así. A golpes. Y este verano es eco. Eco. Eco. Eco. Del hierro que tanto quise y que tanto me dio. Lo echo de menos como si me atravesara. Esa idea me ha deprimido estos días y es de donde parte todo. El golpe me duele más y más. No lo asumo. Es cierto. Lo asumo mal. Quería estar fuerte. Que no doliera. Ser capaz. La dejé yo...: Qué más da. Mi amor seguía ahí. Como las chicas de la piscina esperando ser besadas. El verano del beso. Como la pandilla de la urbanización atentos a ver cómo se empareja cada uno. El verano de los pares. Y así. Todo lo pendiente de mi adolescencia lo llevaba en su piel. Y éramos infelices. Es de ciego y loco no verlo o no reconocerlo pero lo echo de menos. Echo de menos esa infelicidad. Es una locura y es verdad. Infelicidad pendiente.
Esto es más de lo que quería haber dicho.
El no verano pendiente sigue. Aqui me bajo yo. Tengan buen día.

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