jueves, 28 de febrero de 2013

Mi dualidad con los andaluces de corazón

A mí eso de que cualquiera pueda ser de Andalucía, me crea un fuerte debate interno. Por un lado no me gusta porque es como si no valiera nada haber nacido en esta tierra pobre y haber sufrido sus rigores, frente a los advenedizos que sufrieron por gusto al decidir mudarse aquí y descubrieron los valores de este pueblo. Me parece que es poner al alcance de cualquiera una idiosincracia que se lleva en la sangre, y que, obvia decir, son, como mínimo, ocho idiosincracias distintas, aunque seguramente sean muchas más. Por otro lado, me encanta y me hace sentir orgulloso que mi tierra tenga las puertas abiertas. Que no excluyamos a nadie. Que no haya andaluces de primera o de segunda. Que cualquiera pueda serlo, si se declara como tal. Es algo que no ocurre en otras muchas zonas de España, donde parece que es una cuestión de sangre la identidad. Tener una identidad abierta e inclusiva es un orgullo como andaluz que soy, pero mentiría si no reconociese que me molesta que mucha gente que no ha nacido en Andalucía digan que lo son. Que lo sienten de corazón. Los respeto. Y me alegro que quieran ser como nosotros. Pero, lo siento, no lo sois. Y no quiero ser malrollista ni hacer lo que antes criticaba de otras regiones, lo de establecer jerarquías en el grado de oriundo. Pero tengo que contarlo todo. Uno es de donde se hace, de acuerdo, lo acepto. A Andalucía es fácil hacerse. Los que son andaluces de corazón supongo que recordarán su pueblo o ciudad natal y lo recalcarán, cuando nos llaman vagos. Cuando nos achacan mil tópicos que nada tiene que ver con mi generación, principio de los ochenta. Al tener tantos puntos de veraneo y tan buen clima, creo que cualquier andaluz en su infancia que fuera a la playa, acababa conociendo a otros niños de otros puntos de España. Y ciertamente, unos niños y otros tienen menos oportunidades. Es triste pero cierto. Los niños andaluces tienen menos oportunidad que otros pequeñajos de otras provincias o comunidades autónomas. Pero eso no importa, o no parece importar, cuando muchos se declaran andaluces muy orgullosos sin haber nacido aquí. Si has nacido aquí, tienes amigos o familiares que sin más remedio han tenido que emigrar para poder comer. Eso es Andalucía. Ser andaluz de corazón me parece bien pero que en Andalucía se pueda vivir y se pueda comer y tengamos el mínimo de oportunidad, el que tiene la media, no tenemos que ser los primeros... Tener la media de oportunidades de cualquier región de España. Granada. Que es mi Andalucía particular es el ejemplo perfecto de aislamiento, falta de infraestructuras y dejadez por parte de las instituciones. Y por otro lado es quizá la mejor ciudad del mundo, precisamente por eso. Por esa forma de cerrarse sobre sí misma. Por ese mundo propio. Y, ¿lo mejor? Que es un mundo abierto a todos y del que todos pueden formar parte. Es quizá lo que le pasa a los pobres que comparten y disfrutan de lo poco bueno que tienen, no se lo quieren quedar para ellos y no sé, defenderlo del Estado opresor. Abren las puertas para que todos puedan sentirse de aquí. Para que puedan disfrutar de la felicidad con la que se vive aquí. Vivo una dualidad. Por un lado me hace sentir orgulloso, por otro me cabrea. En fin. Lo que sí quiero añadir, aunque había pensado escribir otra entrada al respecto. Pero bueno. Es como se forjó la identidad en la década de los ochenta en los colegios. No en vano la entrada anterior, con veinte versiones del himno. Como se insufló ese sentir entre nosotros, pequeños escolares sin muchas oportunidades que nos educamos en los años ochenta y principios de los noventa. Lo del himno. Lo del día libre, sin colegio. No sé. Se vivía muy a tope lo del Día de Andalucía cuando yo era un chaveilla. Y no sé, me preguntaba si eso en otros lugares en los que además tengan lengua propia, no generaría una reacción clara. Entre nosotros, seguro. Yo creo que a los de nuestra generación el himno nos toca un pelín. El de Carlos Cano, con esa voz ida. Lo que dice la letra. Los siglos de guerra. En fin. Que es todo como que a tope de sentimiento. Y bueno quería divagar un poco sobre ello en una entrada propia pero ya lo he esbozao aquí y va que chuta. En mi blog, ya sabéis me gustaría ser más fino (y corregir errratas) pero voy a salto de mata, y bueno, es un blog personal, así que pueda hacer lo que quiera. Hala. A merendar.

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