lunes, 25 de febrero de 2013

Estado de opinión represor de minorías

A favor. Y me parece una basura.

http://elseptimosello.blogspot.com.es/2013/02/en-defensa-del-consumidor-de-alta.html

En contra . Y ni siquiera lo he leído.

http://www.jotdown.es/2013/02/manuel-de-lorenzo-manual-del-buen-gafapasta-guia-practica-para-la-conversion-o-el-camuflaje/



Y a mí me gustaría decir que estoy hasta el último pelo de este tipo de polémicas fascistas. Que te dicen lo que tienen que hacer. Es eso. Es una dictadura del gusto. Una dictadura de ideas absurdas en general. Que te dicen lo que tienes que oír, pensar, sentir, cómo actuar, cómo vestirse, cómo  A mí me enseñaron, no sé en dónde ni quién, que hay juicios de valor y juicios de gusto. Una canción bien grabada, que suena bien (valor) y que te gusta o te hace bailar (gusto). Y punto. Los juicios de valor se ven afectados de otros criterios: trayectoria, popularidad, originalidad, género... A mí es que me parece grave cómo se traspasan estas líneas invisibles que deberían estar clarísimas por lo menos para los que escriben en los medios por más que escriban artículos en plan mordaz. A mí lo más mordaz me parece usar con rigor un dato o simplemente abrir un background sólido que contextualice al lector y que haga que realmente se comparta la información con cierto rigor. Estoy perdiendo el hilo. No he cenado. Esto es un blog personal. No tiene ninguna intención de resulta pontificador. Me quedo con la idea. Lo básico. Back to basics. Lo más sencillo. Valor. Gusto. Y punto. Identificar tendencias. Es que me molesta. Creo que lo emborrona todo. Es estúpido sentirse parte de una élite en gusto o en tendencias de consumo. Ser experto en reggaeton latinoamericano es tanto como ser experto en post-rock estadounidense. Géneros. Conocer artistas. Trayectoria. Juicios de valor. Por supuesto que identificar la repercusión y la recepción de las propuestas. Pues...


Que estoy harto. Que es peor que nunca. Que no es fiéis de nada. Ni medios. Ni amigos. Ni nadie. Que no hay ni tribus ni tribas, que no, que no hay nada de eso ni de lo que se nos vende. La escena de la música evangélica en España sí que es una escena a reivindicar. Y no la tecnorumba al uso, que es mainstream. Y la cumbia es mainstream. Y está bien que sea así. El underground sigue existiendo, está en bandcamp. O en soundcloud. Así es la vida. Pero no os creáis en ningún caso la mierda que publique un blog, la opinión de nadie. Creeros las camisetas, yo siempre he creído en las camisetas. He escuchado grupos a fuerza de ver camisetas. Me paso con dieciseis o diecisiete con Soziedad Alkoholika. En fin. Fíaros de lo textil. O tampoco. Pero bueno, hay mil referencias. Mil sitios en los que buscar, ahora es más fácil. Pero aunque te guste el house más petardero, y més intrascedente, también hay margen para buscar. Esa es la diferencia. Esa es la gran diferencia. Antes llegaban con cuentagotas las referencias. Y eran distribuidoras en las que cabía todo. Garage rock, rollo setenta, música de grupos australianos... El power pop de Australia siempre ha sido un género en sí mismo. Y Sarah Records. En fin, hubo un tiempo en el que la independencia era por catálogo. El catálogo también tiene bastante de fiable. Creo que una generación que recibía en casa la Discoplay (¿se llamaba así?) o la revista Tipo pues estaba al día de las novedades. Juicios de valor. Juicios de gusto, en fin, hubiera sido mejor dejarlo ahí. Y la música es música. Hay un mensaje, claro. Pero joder, tampoco hay que darle tanta importancia a las letras. Ni a la ropa. Ni a las fotos. Ni al material de las gafas de sus seguidores, caso de llevarlas. Joder, no. La música es música. La música es música que es lo mismo que decir, verbigracia de Boskov, fútbol es fútbol. No hay que andar jodiendo con el lado político. No hay política cuando bailas. Eso es lo que quiero decir. Sigo creyendo que una canción cambia el mundo. Creo que es cierto. Y los que dicen que no lo es, quieren que no lo sea. Por supuesto que es posible. Las canciones cambian el mundo. Pasa a diario. Ahí está Gangnam Style. Lo cambian a peor. Eso es lo malo. Lo alarmante. Lo preocupante. Lo cansino. Lo descorazonador. Lo perverso del asunto. Lo perverso del asunto es que las canciones están constantemente cambiando el mundo a peor. No, es broma. Es que me gusta ponerme tremendista. El mundo siempre mejora. Por cada bodrio, hay diez discos inolvidables. Ese el verdadero balance, otra cosa es que nos enteremos del percal o que nos llegue la onda expansiva pero por suerte, cualquiera que esté al día de cualquier minoría musical en España y diría en todo el mundo, goza de una gran salud, que es un tópico decir que cuando las cosas vienen achuchadas, el genio aflora y probablemente no sea verdad, pero igual necesitamos más del arte para vivir y no somos objetivos, no lo sé. ¿Quién quiere ser objetivo? Yo en mi blog personal, desde luego, no. En fin que cuando leo la palabra gafapasta en cualquier titular me vuelvo un poco idiota y hablo de todo y nada, porque desde luego no quiero ser un consumidor especializado ni ninguna gilipollez por el estilo. Esto es como el fomento de la lectura. No la fomentes, que se jodan. Que se lo pierdan. Nadie fomenta el consumo de lo bueno. Parece que fuera un purgante que hay que recetarlo. Pues no. Que se jodan y se lo pierdan. El que no se entera de la escena de la Iglesia Evangélica (ver en tu Youtube desde Hermano Rayo hasta muchísimas más) pues se lo pierde o la escena underground de reggaeton, en fin, o el pop de Noruega o de Suecia, o el garage de Detroit, o la madre que los parió. ¿Qué sabes música de Mali? ¿Eres peor persona por ello? ¿Tienes que saber algo de eso? ¿De África? ¿De la escena pop de Afganistán en los sesenta? Búscalo. Está en Youtube. Y si me gusta la canción italiana de los sesenta...¿qué? Si me gusta Adamo, ¿qué pasa? O los grupos de Burguer records. En fin. Voy buscando. No he escuchado en mi vida a My Bloody Valentine. No sé por qué. Quizá porque me hablaban demasiado de ellos. No sé. Soy reacio a lo que me comentan mucho. Me pasó con Stone Roses. Nos los pillé en su época. Con el tiempo los escuché y me parecieron flipantes. Creo que es música que le podría gustar a todo el mundo, pero el consumo de la música está afectado por mil factores, y no creo que se pueda controlar y no me gustaría que se pudiera controlar, pero parece evidente que se influye en el mercado. Que el mundo se cambia día a día a peor. Que no tenéis que haceros pasar por nadie. Que si te gusta Adamo pues te gusta Adamo. Que si tenías los discos de Alejandro Sanz y ahora vas a los conciertos de Lori Meyers, pues no pasa nada. Está bien. No tienes que ser nadie. Nadie te pide que seas nadie que no eres. No tienes que convencer a nadie de nada, y yo no tengo que convenceros de esto. Solo lo escribo porque creo que vivimos unos tiempos feos en general. Y tanto artículo de mierda justificando o atacando me parece una mierda. Y ya está. Un estado de represión de mierda en todos los campos acaba provocando esta mierda. Un estado de opinión de mierda represor de minorías. Minorías de mierda, también. En fin, que eso. Otro lunes de mierda leyendo mierdas. Un saludo (de mierda) a todos.

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