martes, 26 de febrero de 2013

La suerte

Yo creo en la suerte. He discutido con gente al respecto que me achacaba un cierto tipo de irresponsabilidad por ello. Por creer en la suerte. Por quitarte culpa de algún modo y culpar a la mala fortuna cuando vienen mal dadas y recurrir a la flor en el culo con las casualidades afortunadas. Signo o síntoma de irresponsabilidad, decían. Pues no: la suerte existe. Lo difícil es precisar si es buena o mala. En muchas ocasiones es evidente. No hau nada que discutir. Es buena suerte. Muy buena suerte. Se ve o se lee a diario. Es casi siempre noticia, claro y atípica porque es buena.

Un ejemplo de buena suerteHoy un tipo se ha salido con el coche, en Madrid, en el puente de Coslada. Se ha salido de la vía, se ha quedado colgado de la catenaria y después se ha chocado con un tren. El conductor ha salido del vehículo por su propio pie y con severas contusiones pero poco más. Un bombero hablando con la prensa recalcaba el hecho de que había sobrevivido a tres impactos: el choque, la salida del puente y el tren que venía por la  vía. Eso es, definitivamente, buena suerte.
http://www.que.es/madrid/201302261033-accidente-coche-caido-tren-coslada-epi.html


Un ejemplo de mala suerte
Roura se despidió de su carrera deportiva en el estadio del Milan. No me conozco al dedillo la lesión, ¿le reventaron la rodilla? El caso es que no volvió a vestirse de corto y siguió ligado a la disciplina del FC Barcelona. No sé mucho más de su historia. Cuando le he visto en ruedas de prensa o más bien, cuando le he escuchado, me sorprendió. Su voz. Su modo de hablar. Había algo juvenil. No era la impresión que me daba al verlo con el chandal en los entrenamientos. Ese algo juvenil es quizá el jugador atrapado en la rodilla (¿era la rodilla?) lesionada. Atrapado para siempre en el inoportuno infortunio. Como segundo entrenador de Tito, vuelven a aparecer los problemas de salud, en este caso, no suyos, pero le hacen volver a la Primera División digamos y vuelve, con expectación, en una eliminatoria contra el Milan. Es poético. Roura tiene mala suerte. Siempre la tuvo. Estar al frente del Barça, es mala suerte. Es por mala suerte. No es una lesión temporal de un compañero, como ocurre entre los jugadores, que aunque siempre es desgraciada, tienen un plazo corto que estimula la competencia. La lesión de Casillas, que no es trágica. Como pudo ser la de Roura. Casillas es un tipo con suerte, casi siempre buena. Roura, no. Villanova es un tipo con una suerte un tanto irregular. Suerte, sí, pero tampoco buenísima. Muy buena pero con puntos negros. Algunos bien grandes. Unas buenas dosis de mala suerte en ese caso. Guardiola, sin embargo, siempre tuvo una imagen de feliz afortunado a lo que todo le vino de seguido y bien. Excepto algunos altibajos, alguna lesión, los cambios de club o la acusación de doping, Guardiola es un tipo con suerte. Es un tipo que cree en su suerte. Mucho más que Roura, estoy seguro de ello. Creo que la parte fundamental de todo esto en creer en tu propio suerte, sea mala o buena. Creer en ella.
Roura no creo que lo haga.
Parece ese joven roto en el césped, parece que sigue allí.
Sin tener reacción. Sin tener iniciativa. Herido en cierto modo para siempre.
Al fútbol le afecta la suerte en mayor medida que a ningún otro deporte profesional.
La de Roura le va a quitar este año la Copa al Barça y muy probablemente también la Champions.
Veremos. De nuevo, Milan. De nuevo, la bestia negra. De nuevo, Roura con el movil sin cobertura. De nuevo, la mala suerte de Roura frente al catenaccio constante de la tozuda realidad.


En realidad, he escrito todo esto porque no soporto reconocer la victoria de Mourinho.
Espero que esta derrota del Barça en el Camp Nou no le permita fichar una temporada más.
Mourinho es otro con suerte, más que el del coche de Coslada.
Ese hombre va a dormir hoy con una sensación nueva.
Y mañana volverá a coger el cercanías para ir a trabajar y mirará los puentes de otra forma.

En fin, hubiera sido genial que lo hubiera entrevistado.
Unas palabras, al menos.
En fin, la suerte.
Nunca se sabe.

No hay comentarios:

Publicar un comentario