lunes, 7 de noviembre de 2011

¿Quién querríamos realmente que negociase nuestro rescate con Europa?

Lo de las campañas electorales está muy bien.
Lo de las promesas. Lo de los programas. Lo de las ideas.
Pero, pongámonos en lo peor.
Recuerdo hace meses cuando decían en prensa y radio que el rescate a España era imposible por su dimensión. Ahora, no. La dimensión se acotaría como fuera. Grecia. Irlanda. Está el ejemplo claro, cercano y numéricamente calculdado, son números y punto, quiero decir.

No estamos en ese presupuesto.
Puestos en lo peor, a quién queremos como capitán de naufragio.

Lógicamente es un planteamiento desde el que nadie vota, no se tomaría la molestia, no es elegir la solución menos mala y esoty seguro que esa conjunción de intereses, medios y objetivos está presente en la cabeza de muchos votantes fieles mientras echan la papeleta, y en ese proceso, hay o debe haber, necesariamente, esperanza. Pero déjemosla a un lado. Pongámonos en los ojos de un exportador de Kentucky, de un potentado de Ucrania, de un eurodiputado de Hungría. No les interesan las intrigas locales, se fijan en los números. Y los números de España asustan. Son de fin del mundo.

¿Quién queremos que negocie los recortes?
Pensemos en los perfiles políticos.

Rajoy me da la impresión de ser el pelota servicial y competente que no se deja una tarea sin hacer pero no es brillante, ni rápido, ni duro, ni negociador... No le veo el perfil negociador. Lo veo honrado. Lo veo lento. Lo veo cercano. Lo veo señor cabal de toda la vida. Lo veo fiel a sus ideas o a sus ideales. Un señor de constumbres y tal. Lo veo perfecto pero no creo que le asuste al eurodiputado de Hungría. Creo que al verlo andar por el pasillo, le dará una impresión de pelele. De poca dureza de carácter.

Rubalcaba me parece el insidioso que progreso paso a paso haciendo piña, buscando equipo, poco a poco, vendiéndose muy bien, probablemente arrimándose al querer, es difícil superar una década y seguir en la primera línea, sobrevivir a Felipe González, eso es mucho, eso es un mérito pero de alguien que seguro que está curtido en intrigas palaciegas, en dimes y diretes... A ese lo veo dar miedo al húngaro, al verlo avanzar por la moqueta de la sala de reuniones. A ese lo veo más fuerte, más peleón.

En fin. Los dos me parecen vulgares, sin carisma. Segundones. Segundones fieles que han sabido medrar. ¿Cómo el presidente de la Diputación de Pontevedra ha podido medrar hasta ser candidato a la presidencia del Gobierno? No lo digo por demérito de la bella tierra gallega, sino por el curso natural de una carrera política. Si tienes un carisma, si apunta desde pequeño, de joven y va tirando para arriba... Bueno, no sé, igual es una tontería

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