miércoles, 7 de mayo de 2014

Dos oportunidades son muy poco, seámos sinceros

Estoy como un flan, tenemos dos conciertos esta semana y tengo mil cosas que preparar. Siento que he ensayado menos de lo que debería, por un problema del batería, hemos tenido que buscar un suplente a última hora que toca de puta madre, pero claro, solo ha tenido dos semanas escasas para aprenderse un repertorio de casi una hora de duración, y bueno, nada de esto son excusitas de perdedor, nuestro anterior concierto, el 5 de abril pasado, sonó aceptable para los seis ensayos que habíamos hecho, por desgracia, nunca pude ensayar demasiado, hasta el punto de sacar sonido, porque las canciones o lo que sea, pues estará mejor o peor, saldrán más o menos cuadrás, pero lo verdaderamente importante es sacar sonido, que suene a algo, algo que sea algo, propio o concreto o personal o reconocible o lo que sea, hace poco me decía Manu Ferrón que lo importante, lo sustantivo, es ofrecer una propuesta, e incidía en la palabra propuesta, y a mí me sonó a lenguaje técnico de los que escriben discursos para los políticos, por cierto que esta mañana en una rueda de prensa alguien bromeaba con la expresión poner en valor, que cuando alguien dice poner en valor, se agarra la cartera o se teme lo peor, o que, a fin de cuentas, no harán absolutamente nada con lo que se supone que hay que poner en valor, pues a mí, lo de la propuesta me suena un poco a lo mismo, a mí propuestas me sobran, hace poco de broma a mi amigo Toni Tunait le decía que me sobran soluciones para todos los problemas que tengo, al menos dos para cada uno, soluciones de sobra, le decía y se reía, porque es de Cádiz y tiene otro humor al nuestro, obviamente, que te sobren soluciones, no significa necesariamente que te falten problemas, es más, me sobran soluciones y me sobran problemas, por ejemplo, lo del imprevisto con el batería, ha traído nuevas cuitas, ejemplo perfecto, lo del sonido y no tanto lo de la propuesta, porque lo que es proponer, casi que proponemos sin querer, proponemos más de lo que deberíamos, es mejor limitarse a propuesta solicitada, es decir, que te lo piden, pues palante, pero si no lo piden, pues más callado que un muerto que tenga el alma en paz, porque yo siempre he sido de hablar en los conciertos, como público y como "conciertista", aunque si soy público hablo en susurros, al oído, lo que es, al menos en mi caso, una gran grandísima táctica de acercamiento a las churris, pero vaya, que siempre he sido de soltar palicazo, también en las películas, en el cine, lo de hablar al oído, el apunte técnico, el detalle aunque solo sea, oh, que bonito el plano, que emocionante momento, todo muy sucinto y susurrante y a veces, hay que estar al loro porque hay peña que lleva muy malamente lo de que le hablen cuando están concentrados a tope en una historia y yo, como digo y repito, soy de hablar siempre, bueno, no siempre, hay veces en las que soy del silencio, pero eso no viene al caso, a lo que vamos es los conciertos, hablar en los conciertos, hablarle al público, a mí me encanta y la gente lo agradece taco hasta un límite, el límite del monologista, eso no, no está permitido que los palicazos crucen esa barrera, aunque insisto que a la gente le gusta, o eso te dicen luego, pero quizá no les emociona, la música es para eso, para emocionar, del modo que sea, si te ries con dos o tres chascarrillos, pos oye, bien, pero no te has emocionado, así que he perdido la batalla, que luego te dicen, eh, qué divertido, y tal, pero no es lo que andamos buscando, el divertimento, que está bien también, que cabe en nuestra propuesta no te quepa duda pero que es como de segunda, divertirse a secas, pues sí, vale, pero no es tan grande como emocionarse, que es lo que de verdad cuenta o eso opino yo, hoy, eso lo opino hoy, lo mismo mañana opino otra cosa y os la cuento por aquí, pero estoy hecho un flan de todos modos, porque esta semana son dos conciertos, eso debería tranquilizarme pero no, lo de tener dos oportunidades, siempre es bueno tener una segunda oportunidad en el bolsillo, recuerdo un curso de David Trueba o una conferencia o whatever, que contó que en una escuela de cine de Noruega o Suecia o por ahí, te obligaban a entregar un segundo guión antes de rodar el primero, y tenerlo en preproducción, porque con el primero siempre la caga uno y es conveniente tener abierto un poco el horizonte, porque en el fondo, lo del cine, como casi todo, es un oficio y solo se aprende con el tiempo, y estoy muy de acuerdo con los noruegos en ese aspecto, o suecos, o de dónde fueran, que en el fondo, importa poco, lo de tener la segunda oportunidad a la vista, pues tiene su peso específico, por eso siempre intento buscar los conciertos por parejas, de dos en dos, y tener al mes siguiente, otro, para que no nos coma la ansiedad del vacío y siempre pensemos en la tercera oportunidad, porque en el fondo, dos oportunidades son poco, seamos serios, quitémonos la careta, digámoslo claro: dos oportunidades son poco en realidad, lo sabemos todos, y en fin, en este caso, por oportunidades no va a ser, me sobran, como las soluciones y como los problemas, me sobran.
Y estoy como un flan.

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