domingo, 20 de abril de 2014

Un pelín tontitos store day

Oye es que os mean y decís que llueve... ¿Un día para que haya acústicos en las tiendas de discos? Pues vale. Que venden, gloria. Dineros, bien. Que sacan género los amigos que están en este bussiness, me alegro tela. Vinilazos por doquier, alabado sea el plato. Pero... A ver. Dinerillos que no vienen nada malamente para lo malamente que estamos por todos los frentes, pero... No. No lo veo. Y quiero dejarlo clarinete. No va con ellos. Con los owners de stores. Angelicos, que vendan, coño. Claro. Clarísimo. Y menos con los dueños que se toman la molestia de montar mini bolos con lo de hoy, hoy por ayer, o con la excusa que sea, que realmente viene a ser lo de menos. Olé sus fingers. En eso vamos a estar de acuerdo. Mi queja es lo del día. No lo veo. En general la concienciación vía oficial la tengo muy en el punto de mira. Particularmente, en todo lo tocante a lo musical, pues muchas veces me enerva. Día de la Música. Día de los discos. Día de las Tiendas. Día de no sé qué más... No. Es un camelo, me da la impresión. Debería ser normal. Que se hiciera always. hablo de lo de los bolillos. Es lo suyo. De hecho, hay tiendas con conciertos de corriente, todas las semanas, acústicos de pequeño formato, presentaciones... lo que viene a ser lo suyo y que no es novedad. Y debe ser un currelito. Que si viene, que si falta un micro, que si esto, que si lo otro... Que si luego entra mucha peña en la tienda, y alguno se birla un single de 45... Pues oye, encima de que te enrollas, con bolillos for free, llega un prenda y te roba. Así es la vida. Pero vaya, que mini conciertos en las tiendas de discos pues me parece de lo más natural. Me parece tocino de cielo. Quizá en las fruterías quedaría más raro, pero oye, lo veo. Molaría. A mí me molaría, en serio. El tema de institucionalizar algo sin importancia o que no debería de tenerla, es lo que me parece importante. Que me pone en alerta. Me hace sospechar. Digo: ¿Esto a qué viene? ¿De dónde sale? A ver, si me explico y sobre todo, si me entendéis. Que los de las tiendas de discos, son unos benditos. Indiscutible, ¿ok? Espero que sí, que quede a topete de claro. Unos benditos. Es que, en general, que haya un tío, un notillas, o dos, dos susprimus con una guitarrita donde sea, o con dos guitarritillas, a dúo pues eso, en una frutería, o en una café y obviamente, por ser del ramo, en una tienda de discos, pues joder, debería de ser algo de todos los días. Lo normal. Lo corriente. Pianistas en los cafés, que linda tradición. ¿Por qué no perpetuarla? ¿Alguien sabe la respuesta? Yo la intuyo. ¿Por qué no hay pianistas en los cafés? Tipo el Tony 2 pero sin tanta caspa. Lo intuyo, ya digo. Eso va por lo de los bolillos en los negocios locales, punto uno.
Vamos con el dos. No soy comprador de discos. No tengo pasta. Pero si la tuviera, tampoco creo que lo fuera. Me tocáis las pelotas, compradores de discos. Os respeto, claro. Son peores los que compran o venden armas, es verdad, pero el puto rollo de los vinilos, me toca la moral. En serio. Eso de comprar y comprar vinilos. Y tenerlos en casa, en un lugar destacado, casi siempre en una estantería de Ikea. ¿no lo veis? ¿No os da ná? ¿No identificáis ciertos patrones, ciertas similitudes? ¿A quién beneficia todo esto? Creo que esa es la pregunta del millón de dólares. A Ikea, claro. Y, ¿después?
Los dueños de tiendas de discos son titanes. Punto. Héroes. Y si vende también cómics, pues superhéroes. Es así. Esto no va con ellos... ¿Cuántas veces lo he repetido? En fin. A lo que vamos. Que compráis vinilos para presumir y para llenar estanterías de Ikea. Y los locos de siempre, que compran de siempre, a ver, con ellos tampoco va. Y si compran cómics además, pues ni media palabra más. Hablamos de los que han hecho colección de aquí para atrás, en los últimos tres o cuatro años. Lo noto. No sé deciros cómo. Pero lo noto. El olorcillo del advenedizo del vinilo me explota en la pituitaria a la primera de cambio. ¿Cómo identificarlos? No lo sé. Yo los veo en un plis, pero no sabría explicarlo. Se nota también por el desgaste de las carpetas de los discos, los cantos. Si se ven nuevecitos, y nada rozados. Ojo. Pero vaya, que esto no es una carrera de autenticidad. Que cada uno se gaste su pasta según más lo disfrute, faltaría más. Pero es la moda lo que me joroba... Cualquier moda. La de comprar discos en vinilo, en plan, joder, es que el vinilo de nosequién nosecuántos... Es que hay que tenerlo.... Que viene a ser lo mismo de ir a bolos de viejas glorias que vale pastizal el boletito. Pues, es que es Nosequién. Que lo mismo se muere. Que ya no va a volver en gira. Que si la abuela fuma... A mí me parecen chorradas para sacaros la pasta. Lo digo ahora que soy pobre de solemnidad, pero cuando manejaba mis cuartillos, desde luego que nunca invertía o hacía gasto en ese tipo de polladicas. Que me da envidia, lo reconozco claro, los amigachos que ves que se han ido llenando la estantería de Ikea con discos chulos, con las rediciones de los Planetas y movidas de ese palo... De lo de las rediciones, hablamos otro día, si eso. Amigos que no le quitan el plástico a según qué discos porque son putos clasiquillos de su acerbo personal. Si eso no es una polladica, que venga Dios y lo vea. Respetable, ya digo. Pero que... No sé, me da envidia. un cierto tipo de envidia con prejuicio moral. Es como cuando veo a tipos muy bien vestidos, que se nota que están estrenando y que se gasta la nómina en comprar trapitos. Pues dices, cuchi, que elegante el notillas. Pero no es para mí. Yo me apaño con un par de camisetas, una sudadera... Una chaqueta vaquera. En fin. Morralla. Y poco dinero. Ni siquiera en rebajas. Que uno tiene su estilillo, pero que me sigo poniendo camisas que me compre en el instituto y me llena de orgullo, primero por que me quepan, ya era grandón yo en el COU, pero también y en segundo lugar pero no de importancia, por ser sostenible, o mantener... No es la palabra mantener... Quizá conservar... Aún con sus puños maltratados por el tiempo, los cuellos rozados, algún chinazo ocasional o agujerillo que pienso que le dan solera, pero vaya, que es un puto agujero que me hace prescindir de la prenda en cuestión cuando toca jornada laboral. Pero vaya. Que es solo un ejemplo. Lo de la ropa. La ropa, en general, me da bastante igual. Y sobre todo, para gastar o no gastar dinero en ella. Intento evitar, por influencia de mi ex, influencia directa, la ropa fabricada en países dónde no se respetan unos ciertos mínimos en cuanto a producción y etc etc. No soy un puto experto. Pero se resume rápido. No a Inditex. En bloque. No a Inditex en bloque. No a H&M. Nada de H&M, y afines. No Lefties. Etc. Etc. Etc. Ya en segunda mano, podría estar permitido porque entiendo que el primer dueño expía los pecados de los vietnamitas o chinos o de dónde sea, que han cosido la prenda por dos perras. Ya está desinfectada de reserva moral o sospecha de esclavista forma de producción, digamos. Se expurga. Y hay mil maneras de esquivar a Inditex, que a la gente le dices que no compre ropa en el Zara y parece que se le acaba el mundo. Oiga, pues no. Es fácil. Comprar a conocidos, a pequeños sitios, mini empresillas de camisetas o de lo que sea, la cercanía, reflexionar sobre la consecuencia de gastar en unos y en otros, volverlo un acto consciente. No es tan dificil esquivar al Zara, si lo piensas, seguro que podrías comprar ropa a gente que conozcas, círculos cercanos. Al final el camino de la ética no es tan torcido y aunque nazca como sendero, si te planteas seguirlo, pues no es tan difícil. Camisetas de grupos. Camisetas de sellos discográficas. Camisetas de bares. Etc. En fin, hay mil opciones para que el dinero no acabe en una multinacional. Y vale que algunos me diréis, las camisetas, el tejido, está hecho en nosédónde, aunque la estampen aquí. Pues vale. Sí, es verdad. Y puede que el que suministre las camisetas en colores planos, pues sea una multinacional... Pues sí, pero mira, ya vas viendo... Estar en contra de las multinacionales no es un postureo estúpido. Ellas están en contra de nosotros. Es, más bien, un acto de defensa. Es en defensa propia. ¿Significa eso que no puedes beber Coca Cola? Me importa un pepino la Coca Cola. Pero lo que tengo claro es que si un refresco de Cola de cualquier marca blanca, cuesta tres veces menos, pues... A ver. Lo compro. Soy de esos. No dudo. Refresco de cola. Un tercio. No entiendo cómo no lo ve todo el mundo igual. Y creo que la base del capitalismo va por ahí, por la peña que se ofende si le ofreces un refresco de cola que no sea Coca Cola. Se ofenden, oye. Te miran mal. Por supuesto, ni lo prueban. Esa convicción. Esa fe. Ese... No sé cómo llamarlo. Esa postura inflexible. Esa determinación. Eso es el puto capitalismo. Y un tercio de precio. Por marca. Por hegemonía de marca. Por haberse inventado el juego. Con costes que serán similares, sino incluso más baratos. Que no soy experto, pero vaya que no hace falta serlo. Como consumidor, elijo. Me da igual quedar como un mal anfitrión con los que no soportan que el refresco de cola no sea de una marca concreta, me dan igual. No me gustan. Así que, por lo que a mí respecta, se pueden quedar con su sed y sus prejuicios.
Por resumir. No os hagáis fotos con los vinilos que os compráis. No. Ni con ninguna compra en general, como consejo, vaya. Haced lo que os de la gana luego, pero no, en fin. No presumáis de colección de vinilos... En los tiempos de internet, presumir de musiquitas, es de pringles. Porque cualquiera se empapa de la Wikipedia y palante. Quiero decir, hubo un tiempo que para saber lo que se cocía en hardcorismos del DC, es un decir, pues se tiraba de fanzine. Códigos postales. Reembolsos. Discos de regalo. Split. Recopilaciones. Se pedía el catálogo. Se compraba por catálogo. Y el cantante de unos que te molaban, pues llevaba una camiseta (no de Inditex, claro) con el nombre de una banda y ya pues investigaba. Así iba la movida y claro, en esos tiempos, ser un experto conocedor de cualquier movida subterránea, pues tenía todo el point. Se recorría un camino, no sé si me explico. Hablo de ello como si fuera el siglo XX, pero es que era el siglo XX. No es que haya cambiado tanto, pero hay inflexiones cruciales.

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