domingo, 12 de febrero de 2012

La marca España

Estoy definitivamente harto de escuchar ese concepto o entelequía: la marca España.
Es una seña de identidad del actual gobierno del PP pero juraría habérsela oído antes a Lissavetsky de PSOE o alguno de su cuerda. Que más da.
La marca España.
¿Qué es? ¿A qué se refieren? ¿de qué sirve? Y sobre todo, ¿por qué lo repiten tanto?
La marca España no existe, ya lo digo yo.


Si te dicen: La marca España. ¿En qué piensas?
Yo, en el Guernika.
De Picasso.
Un cuadro de un bombardeo, en blanco y negro, pintado en Francia.
Bombardeo sui generis, no es que se vea sangre ni aviones.
Pero bueno...Esa es mi marca España.


Yo pienso en eso en primer lugar. Luego se me ocurren escenas igualmente siniestras como pudiera ser el Julio Iglesias con chaqueta cruzada estilo años ochenta o la  Cada uno, supongo yo, evocará o pensará en su propia idea de marca y en su propia España.
En ese generalista imaginario colectivo flotarán o toreros, o peinetas, o deportistas, o vaya usted a saber.
Qué más da. No hay nada de marca en ello, y es más, no debería haberlo.

Particularmente me irrita el deporte.
El tratamiento informativo del deporte.
La sublimación populachera del deporte.
En este blog hablo o escribo con frecuencia sobre deporte.
El último chándal me lo compré o más bien, me lo compraron antes de llegar al instituto.
En las sucesivas intentonas de ser un socio que amortiza la cuota de un gimnasio, he manejado solo pantalones de chándal, no la equipación completa y dejé de formar parte de equipos, con entrenamientos regularmente, bastante antes de entrar en la facultad, de modo que, el deporte, pues poco. Deporte, poco. La verdad es ésa. No tengo criterio, como para casi nada.
Pero tengo una opinión, como casi con todo.

El deporte en España está sobrevalorado por su dimensión de negocio, en primer lugar. Y en segundo, es una herramienta política por dos motivos: el adocenamiento del personal vía celebración efusiva de victorias y la capacidad de aprovechar el furor popular para volverlo populismo en favor de unos o de otros.
Me gustaría escribir entradas en el blog más cortas y directas. Quiero decirlo todo y se vuelve un poco revoltijo pero el ánimo o eso es lo que yo quiero pensar, el espíritu de lo que quiero decir pervive a mi poca habilidad de decirlo claro.
A mí me toca por el lado de la información.
Información deportiva, un eufemismo que sirve para amparar prácticas que creo que no son nada responsables, ni por lo informativo ni por lo deportivo.
Me atrevo a decir que España es el único país del mundo en el que es noticia en la sección de deportes, que un equipo ha entrenado con popularidad. "El equipo ha entrenado con normalidad", es una frase que oímos con frecuencia en telediarios o crónicas diarias del periódico. Es una vergüenza, para todos los que se llaman así mismso periodistas y se dedican al negociado de la "información" del balón, sea cual sea la disciplina. O incluso si en lugar de pelota, hay bicicleta o si se emplean más útiles, ya sea raquetas, esquís o vehículos de motor. El caso es que la marca España no sale gratis.
Vuelvo a la entelequia.

Esa filosofía de Marca España y lo pongo en mayúsculas porque a los que usan la expresión se les llena la boca al decirlo, tiene una importante dimensión de negocio.

Hay que recordar que en España, en donde nos quieren meter el rollo ése de la marca, el fútbol es un asunto de "interés general".
Tiene cojones, y me permito ser soez. Con cinco millones de parados, es el fútbol o los partidos de Primera División de la Liga de fútbol es "interés general".

La marca España y se me acababa de ocurrir al hilo de esta reflexión es como si los kenyatas o los etíopes, como ejemplo de excelentes maratonianos, pues se llenasen la boca diciendo la marca Kenya o la marca Etiopía. Más absurdo todavía me parece hablar de marcas cuando no son deportes de equipo. En el fondo, el mundo del espectáculo es el que ha convertido casi cualquier disciplina en un conjunto de individualidades. Es así. Y me merecen muy poco respeto.
El deporte profesional no tiene tanto mérito, es mi opinión.
Claro que yo no tengo un chándal completo desde hace miles de años, pero me da igual. Entrenar, entrenar y entrenar. Pues si te dedicas solo a eso, ¿pues qué quieres? ¿Dónde está el mérito? Siempre he pensado lo mismo y lo aplico a los funambulistas o a los artistas de circo. Si se lo proponen, qué se yo, los malabares, por ejemplo, hacerse con los malabares, pues puedes llegar a ser un profesional de tirar pelotas al aire o de ejercitar con ellas la puntería o lo que sea.
No son seres especiales. No es un don innato. No es ninguno de los mágicos epítetos que glosan las crónicas deportivas. El talento y bla bla bla.
No hay talento en el deporte, es mi opinión.
Para mí el talento es evocar un bombardeo sin usar el color rojo.
Para mí, es mi opinión.
Usar una raqueta, conducir un coche o no sé, darle patadas a un balón o lanzarlo a un aro desde cierta distancia o dar pedales en cuestas bien empinadas, vete a saber, es una habilidad, que se entrena y para la que se pueden tener ciertas aptitudes físicas, de acuerdo, pero ¿talento?
Es una apropiación del lenguaje intelectual que busca sublimar, he usado varias veces ese verbo, ya lo siento es que es lo que hay, subliman un acto que es primordialmente físico y en esencia, recreativo.

Me voy de la marca España. Como si fuera la marca Etiopía, sinceramente.
Pienso en la cara de los que fueron deportistas de éxito, cuando dejaron de serlo. Un poso de amargura en sus gestos, ¿no lo ven? No piensen, claro, en los que se han dedicado al medio. Al negocio de la comunicación. Como especialistas. Como comentaristas. O como yo que sé. Ahí están. Y en ellos se nota menos, por el maquillaje o porque aprender el oficio. Pero los otros. Los que llaman menos para hacer especiales, o los que son comentaristas también pero de equipos más modestos y se prodigan menos. Fíjense. Se les nota un poso de amargura. De ya no me creo el cuento que contaban cuando yo era el príncipe del cuento. Y están resabiados o bueno, no sé, lo mismo se han quedado sin efectivo o sin los lujos de antes y eso justifica la pálida expresión.
Hace unos años se bromeaba con el hecho de que los deportistas en general y los futbolistas en particular se expresaban con pocas palabras, poquísimas, y que eran poco menos que "cortitos". Con los años se han aprendido de carrerrilla los tópicos y el discurso futbolero y 'deportístico' a grosso modo, se ha ampliado en su mismo camino estrecho pero en un horizonte infinito, en España. Glosando la marca España.
Lo que decía de los deportistas que ya no lo son, y en lo que me he extendido, es que parecen niños pequeños a los que ya les han dicho que no existen los Reyes Magos de Oriente. Que se acabo el cuento de la sobreinformación absurda y de las declaraciones de "sí, bueno, no...tal y cual". Se les acaba y es inevitable no sentirse un poco... no sé, vacío.
Porque en el fondo, lo del deporte, está bastante vacío.
Quiero decir... A ver, si sé lo que quiero decir...

La marca España es Ibiza.
Fiesta.
Por retomar lo de las marcas y dejar la comparación con Etiopía.


ACTUALIZACIÓN: Ayer dejé en este punto la entrada del blog y no la publiqué. Hoy he visto a través de twitter un artículo de García Margallo en La Razón titulado precisamente así: La marca España bla bla bla. En fin. Casualidades de la vida. Por ese motivo, dejó aquí la entrada y escribo una segunda parte, porque después de leer el artículo en la cabecera de Marhuenda, pues nada puede ser lo mismo. En fin, me he quedado bastante a cuadros. Aunque tampoco es que me las de adivino, porque si no me falla la memoria lo comentó en la comparecencia que tuvo esta semana y en la que se refería a las sátiras sobre el deporte español. O sea que era de esperar. Además la expresión la repiten con cierta frecuencia los ministros del gobierno del PP. Si no me equivoco, Bañez, Wert o nosequién más también han colado la morcilla. En fin, to be continued.

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