miércoles, 5 de febrero de 2014

Mi guerra contra el frío de las rendijas

La tengo liada en casa y la cosa es severa. Eso sí, se está quedando de dulce. Mucho trabajo. Ciprés de Leyland. Unos tallos del tamaño de tubos de PVC. De tubos de bajante. Unos tallos del diámetro de una pizza mediana. Una cosa loca. Realmente dura fue la poda. Peor está siendo deshacerse de la follesca. Para darle salida, hemos reutilizado lo más posible en leña. Un tema. Hacha y sierra mecánica. La primera vez que me hago con una sierra mecánica. Es prestada. Es un gusto, oye. Abrir los troncos. Separar las ramas. Hay ramas y ramas y más ramas. Creo que alguno de los cipreses estaba en los cinco metros. Cortar y cortar ramas y troncos. A mansalva. Hacer rajas a mansalva. Tengo el porche de entrada lleno de palos. Palos más bien grandes, como un  Había un ciruelo japonés seco. Lo de que es un ciruelo japonés me lo dijo un jardinero que vino a echar presupuesto. Se cayó de cuajo, en navidades. Un susto. De raíz. Se lo habían comido los bichos. Quema regular en la chimenea pero sirve. No es lo suyo. No se le saca mucho calor a los troncos pero tengo tela. Cantidad, no calidad. Fuego, ande o no ande. Al frío aún no lo he vencido. Es mi siguiente guerra. Me tiene en cuadro. Es una jodienda. No voy a dar mucha explicación. Las rendijas. Todo tiene rendijas. Hay mil rendijas. Es casi imposible acumular calor. Las rendijas hacen que haga más frío dentro que fuera de casa y fuera hace MUCHO frío. Es una jodienda. La chimenea se supone que iba a poder caldearlo todo. He estrenado chimenea. Una de oferta. Made in France. Muy estrecha. Menos de medio metro de profundidad. Negra, de acero. Buena pinta. Va fina. El humo, perfecta. Las chimeneas son un mundo, un mundo excesivamente caro y un tanto absurdo. Por lo que supone de estatus y es  justo lo contrario en su origen, la forma más sencilla a priori de calentarse en invierno y más sostenible, para emplear las hierbas secas y las ramas muertas. Como rimo al final de las frases, sin el más mínimo pudor. Pero es que la guerra contra el frío de las rendijas se está alargando y las campañas sucesivas con, por qué no decirlo, parciales derrotas, mantienen diezmada a la tropa de mi ánimo. Tengo bajo el nivel de midiclorianos. Es un tema y el frío es un enemigo difícil. Pudo con Napoleón. En febrero particularmente y en todo el invierno, no estoy a pleno, no estoy en mi top, con frecuencia siento perturbaciones en la Fuerza y casi día sí día no, me veo desfallecer sin fuerza. Estoy haciendo un intensivo en reformas caseras. Hay dos o tres palabras mágicas, quizá cuatro. Yeso. Escayola. Mezcla. Mortero. Con un poco de eso, tiene que poder arreglarse. Y conjuros. Silicona. Un punto de silicona. Ponerle a todo silicona. Es un arma pobre contra el frío. Hablamos de sierra. Hablamos de ráfagas subterráneas. Es una historia. Este invierno está siendo más frío que cualquier otro que recuerde, en 2007 las pasé canutas también. Los otros, en temperatura, fueron más llevaderos. Las rendijas son el enemigo. El frío es lógico, dentro de un orden. Todos los inviernos me propongo desconectar la nevera. No la necesito. Primero porque no tengo tanta comida que conservar, voy al dia y en segundo lugar, porque es casi la mitad de la factura de la luz. Y con la calefacción, pues tengo que moderar el consumo. El radiador eléctrico es el salvavidas. Es mi trinchera de calor. Pero come como un coche de Gasolina 95. Ruina. La chimenea es la opción. No está mu clara, porque el ambiente no llega a caldearse nunca y tienes que estar cerca del fuego. El fuego te atrapa y las horas se van dándole vueltas a troncos y con las mejillas rojizas. Es guay. Me encanta el fuego, pero lo dejo para los fines de semana, donde se pasa puesta desde por la mañana. Con la chimenea, y aunque sea por el humo, se nota menos el invierno. Es lógico que haga frio, las rendijas son las que te vuelven locos. Solo nos importa nuestra próxima guerra, a mí particularmente. A veces más incluso que la presente, la que ande librando. Y nunca nos acordamos de los antiguos campos de batalla. Ni siquiera cuando salimos de ellos victoriosos y sería bueno acordarse de ello en las siguientes derrotas. Que ganamos algunas veces. Gané mi batalla contra la mala hierba. Ahora la mantengo a raya. Con mi rastrillo de hierro oxidado. Les tengo un cariño especial a mis herramientos de hierro. Están oxidadas pero no se nota. Es un óxido propio. Un óxido legítimo, en cierto modo. No es un risa. Mi jardín o lo que rodea la casa con tierra y verde, porque no es propio, tal y cómo está, llamarlo jardín, es un curro que no veas, una guerra. Hacer de jardinero, me gusta. Soy un desastre, pero me encanta. Me lo paso bien, pero estos días estoy absolutamente derrotado y devorado. Son muchas horas y los pinos estaban inmensos. Por no alquilar una cuba y ahorrarme el dinero de la recogida, pues decidí irlo haciendo día a día y picar la poda para leña. Eso ya lo he contado antes, bueno, no está mal hacer memoria, nos haría a su vez, más fuertes, si nos acordásemos más de las victorias que de las derrotas. A la mala hierba, le gané. Sigue ahí. Guerra de guerrillas. Aparece en los bordes de los arriates. Hay unas semillas, las odio particularmente, que son redondas y con pinchos, parecen erizos minúsculos sin cara. Me joden taco. Se meten por cualquier sitio. Hoy, tendiendo un calcetín, he quitado un par de ellas con suavizante. Están por todos sitios. Los cardos. Los pinchos. No salen o no suelen salir hortigas de las buenas. El suelo se va regenerando. El de la parte de atrás, donde siempre estuve el huerto, es muy bueno. No sé por qué. Tiene buena memoria. El que está por delante, va peor. Es más arenoso. Lo estoy regenerando y lo pienso llenar de flores, ya he plantado una esquina de lirios o gladiolos o algo parecido. Estoy deseando pasar por el vivero. Quiero cerrar algunas esquinas de los arriates con plantas caducas que tengan bonitas flores para primavera. Estoy deseando que acabe el invierno, un poco tópico como deseo pero es fervoroso. Se me está haciendo eterno y ya estamos en febrero. He dejado los tréboles. Pero tengo la tierra a punto para plantar también todas las hortalizas a partir de marzo. Solo queda un mes, antes de darnos cuenta, estamos en verano. Qué ganas. De verdad. Y de tener bonito el huerto. Es muy probable que esta semana vaya al vivero. Cambie el agarve. Lo pasé a tierra. Espero que sobreviva. Los bichos se están comiendo las hojas. Cambié los tiestos de sitio. Para que tuvieran más horas de sol. Y un bicho o una banda de bichos se han comido las hojas de los geranios y han acabado con varias plantas que tenía por ahí. La crásula de trompeta gigante que tenía también la pasé a tierra. Y todos los aloes vera. Tengo un arriate de crasas, cactus y aloes vera. Va lento pero seguro. A mí me parece muy bonito. Siempre que paso por el vivero, intento comprar una crasa. También la venden en el DIA. Aunque me parecen muy caras.  Pero me encantan. Me gustaría tener muchas más. El sustrato en el que están no es del todo bueno. Las amor de hombre que puse en tiestos rectangulares de tamaño alfeizar, los subí a las ventanas del primer piso. Siguen vivas. Son súperluchadoras, pero el frío lo notan. Se nota que están un poco achantadas. En realidad, en los alfeizares del primer piso, he dudado un poco con el plural de alfeizar, pues me gustaría tener esa clásica mezcla de clavelito pequeños y plantas malvas, es muy típico. No sé si saben que mezcla digo. Creo que convierte cualquier ventana en una verdadera maravilla. Las tengo en mente para primavera. Con las amor de hombre no tengo muy claro que hacer, tienen un crecimiento que no te da mucha opción.
Veremos.

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