martes, 2 de noviembre de 2010

Un abrazo, Vargas Llosa

Acabo de terminar "Cartas a un joven novelista" de Vargas Llosa, flamante premio Nobel de literatura 2010, del que también he empezado recientemente su novela de debut, "La ciudad y los perros". Pero vayamos a las cartas, en la edición de Ariel de 1997. Lo haré enumerando varios puntos sin ningún orden en concreto.

1.- Niego la mayor. No son cartas. Utilizan la forma epistolar, comienzan con Querido... y terminan con Un abrazo, pero bajo esta argucia se esconde un cuerpo de ensayo, en el que no se apela a nadie en concreto. Son los mismos compendios de un temario. Al principio Vargas parece responder a las preguntas de un escritor novato, pero conforme avanzan los capítulos se nota que es un truco que resulta chusco. Quizá lo impusiera la colección, leí también "Cartas a un joven periodista" de Juan Luis Cebrián, hace más de diez años (tampoco me gustó especialmente) y el formato era el mismo.

2.- Vargas Llosa se expresa realmente bien. La palabra es un don en su mano. Acierta de lleno cuando describe el estilo de Borges, que yo en mi humilde condición solo puedo calificar como abrumador. Me gustan los conceptos que usa: muda, vaso comunicante, espacio temporal, el dato escamoteado... Es expresivo y explicativo.

3.- Escribir es leer, eso debería estar claro ya para todos pero escribir sobre escribir, tampoco consiste en destripar nuestros libros favoritos. No consiste en decir: "¡Eh, mira!¡Eso es genial!¡Así es cómo se hace!" y poner a Flaubert o Faulkner de ejemplo. Muy bien. Eso lo puede hacer cualquiera. No consiste en eso. Poner de ejemplo a los grandes maestros y tomar pasajes de sus obras, ¿de qué sirve? Lo interesante es descubrirnos el truco, no hablarnos de lo que hacen los grandes magos, lo que todos vemos desde nuestro patio de butacas compartido de lectores.

4.- El primer consejo está en la página 30, capítulo 4: "Busque y encuentre un estilo".

5.- Como guía de lecturas, es interesante. Como inspiración, no. No hay ardor, no hay pasión, ni siquiera se muestra el Vargas lector en toda su desnudez. Recomienda libros, toma ejemplos (eso es lo más detestable, un ejemplo detras del otro) sin el menor riesgo, ahora Quijote, ahora Moby Dick, y siempre desde un punto de vista casi académico, casi ensayístico pero sin la especialización del estudioso, desde el punto de vista del autor. Además desvela el final de algunos de los libros que cita, que si bien todos debemos o deberíamos haber leído, puede no ser así.

6.- El mejor consejo es el de la posdata del libro, que es bastante breve. Vargas dice al final: Olvídate de todo lo que he dicho, deja de leer sobre cómo hacer novelas y empieza a escribirlas ya. Y nos desea suerte. debería haberle dedicado un par de líneas al menos a ese tema, la importancia de  la suerte.

7.- ¿A un joven novelista? vale, muy bien. Y, ¿quien es joven? ¿A qué se refiere? ¿Existen los novelistas jóvenes? Si uno escribe por primera vez, tenga la edad que tenga, ¿no es joven al menos en el terreno de la narrativa? Acaso llevándolo más lejos, ¿no es cómo si fuera virgen?

8.- Un libro sobre escribir qque no habla de correcciones, editores y agentes literarios cuenta sólo una parte de la verdad. Es curioso cómo muchos autores americanos, al escribir sobre escribir, utilizan la palabra "negocio" que en la voz de Vargas, o la que usa en las cartas, sonaría a sacrilegio.

¿Recomendado? Pues, no lo sé. Supongo que para los aspirantes a escritor es una lectura interesante, de la que extraerán enseñanzas, algun truco quizá o estructura. Para los que no estén muy obsesionados con la cuestión de escribir, mejor que opten por una obra del mismo autor de narrativa.
Creo que se aprende más leyendo a un autor, leyendo sus libros que siguiendo sus consejos, una idea que creo que el mismo Vargas recoge en el libro.
Cuando terminé "La ciudad y los perros"´, haré un comentario más amplio pero por ahora, me ha resultado mucho más estimulante que estas "Cartas..." sin remitente.

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