martes, 22 de diciembre de 2020

No estás tan mal, ni yo

 Mientras noto la carne viva y gelatinosa de la lengua tras quemarme con el café ardiente, me digo: No estás tan mal.  Con medio plato de la cena volcado en el pie derecho y media ración salvada al vuelo, exclamó: No estás tan mal. Cuando pienso el número de chicas con las que me he acostado pandemia mediante y con la cara que tengo, digo: No estás tan mal. Con Canelita en mi regazo reclamando mimos para su peluda papada, pienso: No estás tan mal. Al pensar en cómo estaba hace un año y lo que he hecho y terminado, pues aunque me hierve la sangre por lo que me queda, pues me llena de orgullo hasta ser conformista y resignarme al 'No estás tan mal". Que tiene una segunda parte la frase. No estás tan mal para lo mal que te va y es que es verdad. Que buen de variedad y nivel pero que poco amor y que poca durabilidad en general. Que poco en general. Escribo y no lo leo pero cuando repaso un par de líneas, pues me animo y oye, pues no está tan mal. Podría fallar la concordancia o más erratas. Mientrass espero que me llame y me invite a dormir en su casa, me repito: No estás tan mal. Cuando el radiador me abrasa las rodillas pero las orejas están frías, me recuerdo las mismas palabras: No estás tan mal. Si pienso en el dinero de la cuenta y los días de mes que quedan, pienso que es como siempre, fatal pero no tan mal como para alarmarse. Cuando me alarmó por cualquier menudencia, vuelvo a mi lema: No estás tan mal. Y se lo digo al espejo. Se lo digo a mi cuello cuando se queda agarrotado o al brazo cuando se paraliza. Cuando me sale el típico enlace de acordes mil veces oído pues me animo y no lo veo tan mal. Mal está casi todo pero no tanto. No mucho. No demasiado. No lo bastante. No como para alarmarse y sin embargo, el pánico se hace presente en ml intimidad en los momentos menos esperados. Estoy harto de tener esta sensación de choque permanente. De ser una piedra de río. Estar mecido por las circunstancias y la inercia del azar. Una forma de pensar que lo determina todo y que no está tan mal. Como de mal tendría que estar para cantar retirada y abandonar, para rendirse definitivamente y aceptarlo con una sonrisa, que está mal. Que está muy mal mi lengua quemada. Lo peor que puede estar. Que muy mal el miedo. Que mal todo. Y punto. Que lo malo gana siempre. Que se acaba lo bueno y dura menos de lo que tarda uno en percatarse de lo bueno que es. Estamos muy mal. Para qué dar largas. Que llame o no llame y vuelva o no a su cama no pinta nada bien la cosa. Que al amor ni se le ve a lo lejos ni se le espera. Que estoy mal pero no sé nota. Que te juzgan y se equivocan. Que miran y hablan los prejuicios que se comen a las personas. Que me cansa la apatía propia pero mucho más la ajena. Que no tengo nada de paciencia. Que le tenemos al aire. Que cambiamos de acera. Que estamos solos mucho tiempo. Que estoy harto de esta mierda que no estará tan mal pero a mí me tiene harto. Que es una mierda casi todo. Que podría ser peor pero tampoco tanto. Que es peor que un diario. Que es un aburrimiento infinito. Que es lo único que perdura, el tedio. Que tengo menos ganas de navidad que de limpiar la casa. Que no está tan mal, la casa. Me encantaría mentir y decirlo con rotundidad. Que no duermo tan mal, pero tengo los hombros cargados y una tortícolis incipiente. Que no merece nada la pena aunque no esté tan mal. Un drama infinito y un párrafo gordito. A ver lo que tardo en dormir. No estás tan mal pero que acabe ya de una vez. No estás tan mal para lo mal que te va, ni yo. 

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