sábado, 31 de enero de 2015

Que en la sociedad de la información se derrumbe el sector de la prensa da que pensar

Digo prensa y no escrita porque las corporaciones de medios no se ciñen al papel y en suma, la información no es un privilegio exclusivo o un coto de un solo soporte, pero sí se sobreentiende que el mejor periodismo, el de más rigor y veracidad se lee, no se ve, ni se escucha, sino que se lee en las cabeceras centenarias, pero el sector agoniza y la calidad ha desaparecido o lentamente se diluye entre prejubilaciones y puestos media jornada de copy writer para edición digital. Hay salvedades entre trabajo periodístico y periodismo, lo mismo podría decirse entre información y medios de información. Las tecnologías de la sociedad de la información han eliminado progesivamente a los mediadores en el acceso directo a las fuentes, los datos o los hechos, y la multitud de emisores diversos ha fragmentado hasta el infinito los puntos de vista y no pone límite a la cantidad de mensajes, potencialmente virales sin cero infraestructura, y no digamos si hablamos de opinión y no información. Las columnas se ciñen a status periodístico o literario y se mantienen como un circuito cerrado, un sistema de posicionamiento político casi siempre, atalayas de discurso extremo y mucha exhibición del nombre propio más allá del valor intrínseco subjetivo, con dogmas y prejuicios muy pasados y antiguos, con planteamientos abiertamente carcas y que muchas veces en nada coincide con la calle y la opinión en los medios tradicionales, desde luego, ha perdido el poder seminal de generar de forma genuina el debate, antes era el primer chasquido y ahora en el mejor de los casos, el último eco. Uno pensaría que tiene que pesar los años de oficio, un valor añadido en tratamiento o rigor o no sé cómo llamarlo, en experiencia satisfactoria del cliente, pero por otro lado, los clientes se van muriendo y parece que los copys de veintipocos a cuatro horas y regalando dos, pues no van a darle la vuelta al asunto. Opino que el hecho de la precariedad laboral no puede no notarse en la propia esencia de los mensajes. Es un hecho, o debe serlo objetivamente. Es una cuestión de horas, de esfuerzos, de necesidades, de tiempos... Hay otro tipo de cuestiones, quizá más estratégicas o de planificación que podrían haber mitigado el desplome pero que, en la mayoría de los casos, han sido huidas hacia delante, o simplemente tiros errados. Eso me cabre un poco, siendo sincero. Porque pagan el pato las generaciones venideras y el nivel se vuelve... El otro día me decía un amigo que los nuevos son yogur. No sé realmente que me quería decir, ni a quién se refería. No saben de nada. Son yogur. ¿A quién beneficia que la información sea cada vez peor o que el trabajo periodístico tenga que desarrollarse cada vez en peores condiciones? Y si no es una lógica del mercado, por puntualizar en lo de las condiciones y no tanto en las observaciones poco precisas de origen lacteo que tenga este o aquel, hay un problema grave que afecta a un derecho fundamental, el derecho a la información. No creo que lo que está recogido en la constitución se solvente o se resuelva con lo que la gente va compartiendo en facebook, igual no es eso lo que realmente significa tener derecho a estar razonablemente bien informado. Si hablamos en términos de un bien público, no dejo de observar como de un tiempo a estar parte, se va menguando cada vez más, como seguramente le haya ocurrido a otros muchos sectores... La crisis y etc. Y habrá otros muchos derechos afectados, derechos fundamentales, no me cabe duda. No he empezado a escribir esta entrada para hacer valoraciones catastrófistas, sino por la intuición de que los medios, o en este caso, el sector de la prensa no servía originariamente a la necesidad de información de la población sino que atendía a otros intereses más particulares y muy probablemente espúreos. El ladrillo necesitaba papel para sus promociones y el planillo se engordaba con fotos de pisos pilotos. Los bancos... El Corte INglés... Que por cierto es patrocinador del informe sobre la profesión periodística de la FAPE de la que formo parte. Hablo de memoria pero vivimos un estado de las cosas patrocinado. Hay poderes por encima del derecho a la información. No es ningún descubrimiento ni quiero usar un tono de conspiranoia pero la sociedad de la información hace que esa divergencia de intereses se lleve a muchos llenapáginas por delante. Lo que me parece muy deprimente, y éticamente justo. Los medios tienen otros clientes que no son los lectores. Siempre es habitual la tensión entre los gestores y los redactores, que quieren vender espacio informativo como si fueran módulos a la venta. Se puede entender como lógica esa tensión pero no tiene nada que ver con el público final, los verdaderos consumidores del producto informativo y si tenemos en cuenta que se ha ampliado el papel, quiero decir, que son emisores y opinadores activos, se crean mensajes fuera del control del poder establecido. Definitivamente suena un poco a conspiranoico pero no, es una lógica bastante obvia, y el error o llámalo como quieras es negar el progreso y esconder a los verdaderos clientes, a los que presionan, a los que hacen lobby, a los que manipulan, a los que influyen... En la facultad teníamos una asignatura que se llamaba empresa periodística. Sería gracioso buscar los apuntes.

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