martes, 2 de febrero de 2021

Yo y ya

 Todo es el punto de referencia. Solo puedes tomar uno. No puedes cambiar a mitad. El punto correcto. Suena la televisión como un viento que azota. La noche se filtra por las rendijas de las ventanas. No hay referencia y punto. Muchas veces no la hay. Hoy fue un día duro. He llegado tarde y las calles estaban vacías. Qué malestar.  Me cuesta seguir adelante. 


Todo depende del punto de referencia que tomes. A veces te toman a ti. Ser el punto y la i. Ser que ya es, lo que te toque. A mi por ejemplo hay días que me toca reparto. Y tengo que salir marcha atrás y en curva. Si pillo mal la trazada, me como el muro. Pasa que los muros de algunos barrios de Granada pues no son rectos. Hablo de tapias del Albaicin por ejemplo. Están torcidas. Y si pillas un punto de referencia torcido, se obra la fuerza centrípeta y te vas contra la cal con toda la chapa. Tengo el corazón roto. Me lo podía tatuar en la frente pero tengo dudas de tener corazón. Lo debo haber perdido. Vete a saber dónde pero noto el hueco y lo noto roto. En mí reina el caos y manda la poesía y acata órdenes de la música, que es un poder divino porque no lo entiendo. No he cenado. No me he tomado ni una cerveza y venía sediento. Quizá esto sea la certificación de que no le importo a nadie, y el que está conmigo, Canelita, no me entiende. Es un gato. Tampoco me suelen comprender los humanos allegados. Una pertinaz incomprensión que es como una vecina. Una cara que te suena. Desde siempre. Nunca le he dado importancia.


Para ir marcha atrás en cuestas por el Albaicin en furgoneta, el punto de referencia lo es todo y no se puede cambiar a media maniobra, pero en otros empeños es distinto el dibujo. Hay proyectos que crecen o se reconfiguran y el punto cambia o hay que encardinar varios, o irse adaptando. Aceptar el bandazo. Me explico como el culo. Quizá me falta un punto de referencia. Hoy tengo el cerebro frito pero cuándo no es fiesta. Me gustaría un descanso. Apenas probé bocado. Siento el hueco roto del corazón y el hueco vacío del estómago. Lo de cambiar el punto de referencia me ha pasado con el estudio de grabación. No lo debería llamar estudio de grabación, según mi amigo Alfonso si no tengo una mesa de sonido y no, no la tengo. Coste cero. Mi epitafio. Es un estudio de grabación con o sin mesa, y Alfon lo sabe pero lo dice para picarme. Soy un picón de primera. Eso cambia mucho los puntos de referencia. En general los cambios sin explicación aparente son una constante. El bando crítico con mi estudio de grabación o mi estudio sin mesa es mayoritario. Los que me apoyan somos minoría, yo y ya. Somos uno solo pero rebatimos argumentos y damos guerra como un batallón. Yo y ya. Me cuesta asumir está cabezona soledad. Yo y ya. Somos poco y soy pocos para todo lo que hay que hacer. Necesito ayuda pero no me gusta pedirla y tampoco se donde. Al bando de los criticones, no. Los del grupo pensé que me iban a ayudar, por propio interés y por simpatía y tal pero me he comido un mojón . Lo he dicho y tampoco he implorado. Pero no. Igual en algo me echan una mano pero por ahora han sido más de insistir en que limpie y pase la aspiradora, que me olvide del sótano y me concentre en tener mejor el salón que es donde ensayamos. Ensayar, ensayamos y ya es bastante. Ensayo y ya. No les pido más. Las canciones nuevas van saliendo. Un parto de burra. Para el estudio, yo y ya. Más solo que un perro perdido. Un punto de referencia perdido. Que es a lo que iba y he aprovechado para lloriquear un poco, que cambia todo en un proyecto grande y las referencias y los puntos en los que apoyarse pues también. Y a veces hay que empezar desde principio. Tabla rasa. Enebrar bien el hilo desde la primera puntada. Leer más me vendría bien y lo mismo una leche con galletas. Me he tomado un café a las once de la noche. Mala idea. Estoy muy harto de estar solo tanto tiempo. Yo y ya. 


La referencia eran las tuberías porque no se podían cambiar. Al picar paredes cambiaron los puntos. El doble de espacio. El último año se ha inundado ocho veces. Desde octubre, cuatro. Ya he dado con la tubería rota. Progreso patente. Ahora saco arena que huele a agua podrida. Tengo una mini mina de la que sacar millones de espuertas. Yo y ya. Yo y mi espuerta. Tengo dos. Yo y mis dos espuerta. Las espuertas del cielo. Necesito un líquido para el tratamiento de la madera. Tengo que darle una mano. Me cansa la de cosas pendientes. Dos mil mierdas. Dos mil millones. Estoy sacando una montaña de ahí abajo. Yo y ya. Y la contractura del homoplato derecho que es el verdadero narrador omnisciente de todo esto. Eso y ya.


El punto de referencia de mucha gente son ellos mismos, error clarísimo. Porque uno cambia. Se cansa o se aburre y desdibuja la trazada. La gente que me parece feliz a simple vista se ve que tienen muy bien escogidos sus asideros. Una tristeza genuina siempre acarrea un aire de desorientación. Tenerte de referencia es meterle un imán a la brújula y es inevitable a veces echar mano de la intuición para escoger un camino pero el tiempo te enseña que eres tú el camino escogido. Yo y ya. Tú y ya. Y caminos en la mar.

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