lunes, 6 de enero de 2020

mybluesuedeshoes de andar por casa







































Me compré unas zapatillas de casa celestes. Un 45 que al ser de un color claro quedó olvidado al fondo de la estanteria. Cinco euros. Y son muy suaves.

Y me encantan. Son my blue suede shoes de andar por casa. Y me gustan tanto. Que me las llevé a casa de una amiga. Son de casa. Pero no solo de la mía y me las llevé puestas en el coche.

Al día siguiente me las puse para ir a desayunar a una cafetería. No sabría decir si el camarero se apercibió del todo o si no quiso saber. No suelo peinarme y lo mismo los remolinos de la coronilla captan más atención que los pies.

No se ensuciaron demasiado. Pero se van a ensuciar. Ese celeste límpido. Ese añil pleno de candor. Esa aguamarina emergiendo al sol. Ese gris perla que palidece.
Están todos los tonos posibles de la gamuza condenados al más triste marrón posible, el del rocetón y la mierdaca porque me las dejo puestas para salir al jardín y aunque vaya de puntillas, piso tierra y en fin, qué coño que no me van a durar para siempre.

Y hoy he pensado: Eh, tio. Ya has salido a desayunar con ellas.
Qué coño más quieres. Se van a ensuciar. Se va a joder. Le van a caer manchas. Se van a joder. Se van a ennengrecer. Pero como todo. Como no puede ser de otra forma que dicen los locutores deportivos para hacer tiempo.

Y dijo. Pues lo escribes en el blog y en el twitter. Y hala. Quedate tranquilo si les cae el café encima. Y me he puesto Elvis Presley y aquí estoy bailando mientras escribo esto con mis zapatillas de casa de gamuza azul.


PD: La alfombra es regalo de reyes del año pasado, para tener un año aún mantiene más o menos el color. Que no es poco como aspiración. Mantener el color.



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