domingo, 5 de junio de 2016

Leer tocar el rollo de siempre

Para escribir, tengo que leer y para tocar, necesito escuchar música, es algo lógico,  claro lo entiendo pero es curioso que en épocas sin libros o sin discos, tampoco tengo nunca el impulso de coger la guitarra o liarme a teclear cualquier cosa. Esto me hace pensar que tiene que ver con la reaccion, o que en un primer término, la primera motivación tira por ahí. Como soy un ansías de cuidado y siempre lo he sido, para leer no hay término medio y para tocar tampoco, me puedo terminar un libro en horas porque leo en diagonal y me salto párrafos de relleno, al igual que una serie me la termino en un par de días, hablo de varias temporadas y paso a doble velocidad los diálogos entre personajes que no me llenan o los largos movimientos de cámara de escena a escena y son episodios pero es igual con capítulos y creo que lo mismo pasa con discos de los que siempre saltamos la canción cuatro o la siete y lo hacemos de modo automático y es eso de las reacciones y de actuar sin pensar. Algo de eso hay en componer o narrar. O pensar pero no en plan dejar la mente en blanco sino no recrear o no reproducir patrones o clichés y decir la verdad. La verdad y que sea creíble. Es curioso ir por dos caminos al mismo sitio. Ir a la verdad y llevar de la mano lo que hemos leído, visto o escuchado. Y volver a tener ideas. En las ideas de otros. Con una sola nota. Sol séptima por ejemplo y hacer lo mismo de siempre. Leer los mismos libros. Escuchar los mismos discos. Encontrar nuevos significados e intuir otros sentidos, los propios. Leer sin sentir el poco tiempo que tenemos. O rebuscar entre los menos conocidos. El carnet de la biblioteca o la radio encendida 24h.  Y navegar en bandcamp sin demasiado rumbo. Con esa intuición. Una portada. Un nombre. Una canción. Y escribir pues como un diario. Como esto
Pero un poco mejor y seguir
El rollo de siempre

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