viernes, 27 de noviembre de 2015

Un palo y una linterna

Hay cosas que pueden contar otros, de otra forma, con su versión, con sus detalles, con sus postillas pero que la conocen, que la vieron, que alguien se lo contó... Y hay otra esfera de acontecimientos que únicamente nos pertenece y que nadie más conoce, ni comparte, ni siquiera intuye... El blog me lo hice en su momento para abrir ese alcantarillado emocional, porque es mayormente emocional y un darro, y ponerlo aquí, aunque en origen quería hablar de periodismo, bueno o de mi experiencia como periodista, cuando dejé de trabajar en prensa, pues se redujo a experiencia en general... Algo así como la trastienda de lo que se publicaba... Los ingredientes y las recetas de las noticias, era la idea. Lo que nadie más puede contar. Hubo un tiempo en el que me puse a leer como si estuviera enfermo, no por placer como debería hacerse siempre, sino por obsesión y tratando de ponerme al nivel de los filólogos amigos que leía en Facebook. No sabía quién era Walter Benjamin, por ejemplo. Y mil autores más que debería haber leído y uno se adentra con un palo y una linterna en su desconocimiento, con idea de hacer noche. Se vuelve demasiado oscura la tarde y la vereda. Hay relampagazos. En ocasiones te sientes libre de no compartir experiencia. En otras, ni siquiera la hay. La no experiencia que viene a ser casi siempre la misma: posponer las tareas domésticas y ensayar el tecleo como si uno hiciera música con cada letra que pulsa. Y la música... Hoy solo tengo amigos en facebook que están en el mundo de la música, una abrumadora mayoría. Y comparten las pruebas de sonido, los conciertos, las fotos desde el escenario... Hasta los ensayos. Y queda alguno que lee pero se ven menos recomendaciones. Ha bajado el perfil literario de mis contactos y diría que ha cambiado un poco facebook en ese aspecto desde sus inicios. Y antes me devoraba los blogs literarios que son como un circuito cerrado, y poco circuito en realidad, son más cerrados que otra cosa. Y bajé el listón o de modo natural, fue decayendo. La practica lo es todo y se ve que la habilidad de teclear fuera de la redacción y los correctores pues fue mermando. No por mucho escribir uno terminar por sacar pulpa de la palabrería. Y el silencio, la no experiencia... Es un cóctel. Al final termina por ser un desahogo y en el blog acabas reproduciendo un tono de épica doméstica en la que das repaso a los despropósitos de tu jardín, de tu huerto... o de tu corazón. El corazón lo he tenido también con un palo y una linterna perdido en el bosque durante un par de años. El desamor da cancha a la palabrería y la ilusión de que, al otro lado, el mensaje llega. Un palo y una linterna. Hasta cuando no hay mensaje, llega. No hay lados. Triste verdad. Y a veces es el rubor o la prudencia la que desaconseja los detalles que simplemente se acotan con minucias. Ya sabemos. Son las sensaciones universales de querer o ser querido. Eso lo entiende todo el mundo. Escribo peor ahora que entonces, que ya es decir.  Escribo peor enamorado que infeliz, que ya es sufrir. Que tampoco era fácil pero permanence la furia, la rabia... No sé, la música. No saber afinar pero cantar igual en notas agudas que han sacado su punta de darse contra la pared, que se han afilado solo por cabezonería. Cantar afilado y no afinao. Y hacer las metáforas malas aquí, que es donde toca. Y parecer que sabes algo que los demás no saben, cuando estás más agarrado al palo que a la linterna. Y la indignación, que es como correr en un bosque a oscuras. Con despavoridos argumentos a colación de esto o aquello, que no se aguanta con el tiempo, porque acaban por ser anécdotas, sobre todo si se trata de política pero así es como se posa el pensamiento y como alza el vuelo a teorías o hipotesis más amplias o más aprovechables. La ficción es otro terreno o la tentación de ficcionizarse un poco, la realidad es absurda casi siempre, la mía. Y no existe. Esto lo digo siempre en los conciertos: No existe la realidad. Hice una canción al respecto. La realidad no existe, la titulé. Me interesa eso, los límites realidad ficción. Desde un punto de vista práctico, psiconáutico y clínico. La realidad clínica existe. Ya lo conté, no sé si publiqué la entrada... Esa es otra, a veces las parrafadas se van diluyendo hasta perder todo el sentido original y se van a borrador, se retiran a dormir el sueño de los justos pero uno siente que ya lo ha dicho, que se repite. Me lo dijo un chaval del público en Algeciras después de un concierto. Estaba de acuerdo en que la realidad no existe, pero teníamos que tener en cuenta a Descartes. Aquí. Ahora. Esta entrada. Mi blog. Tú. Y yo que ando con estas frases sin verbo... Esa realidad cartesiana del aquí y ahora. De lo que estamos haciendo en estos momentos... Algeciras me pareció más bonita por dentro de lo que se ve desde la carretera, y lo dije. al final del concierto, por el micrófono... Como las personas, que somos más bonitas por dentro que como se nos ve desde la carretera. Me quedó canela. La verdad, queda feo que lo diga pero fue un buen cierre: La realidad no existe y Algeciras es más bonito de lo que parece. Uno se queda con esas cosas. Lo de dar conciertos y hacer giras es tan absorbente como la literatura pero mucho más cansado y azaroso. Depende en gran medida de la gente con la que vayas. Yo siempre he tenido suerte porque he ido con grandes amantes de la converación y la dialéctica y los viajes, los peores que son siempre los de vuelta, pues se hacían amenos con debates de lo más variado: el sentido de la vida, vivir para trabajar o trabajar para vivir, las relaciones de amor, las mujeres, las relaciones de no amor, las visicitudes de pasar del amor al no amor y seguir con la relación.... Es genial ir de gira. Estaría bien contarlo todo. Donde se come, cómo se come... Nosotros comemos poco en general y llevamos comida. Thor Harris recomienda siempre llevar naranjas y nosostros somos más de la mandarina pero llevamos vitamina c en todos sus formatos. No suelen faltar tampoco los frutos secos sin cáscara y pasas, que son muy buenas para la memoria, para que no se nos olviden los conciertos y las peripecias... Se habla mucho. Se olvidan las buenas conversaciones. Se retienen malamente las bromas tontas. No tienen gracia cuando no estás exhausto y te duele la rabadilla. En realidad te ries del dolor. Sujetando tu palo y alumbrando con el círculo de leve luz blanca que crepita. Y es difícil encontrar aparcamiento. Quiero volver a leer y escribir como un enfermo porque eso era mucho más saludable. Uno debe enfermar por lo que ama. Hasta ahí debe llegar el compromiso. Total, es más elevado que enfermar a secas y morir. El paso del tiempo que en el fondo es el traspaso definitivo, el paso último, la muerte, es el gran tema y al final, un blog personal pues tiene que irse un poco por las neuras más personales y la muerte es top tres. Y es a veces un poco vergonzoso releer todo esto, el mix. Y no tiene o no parece tener ningún sentido, o unidad. Es una línea más o menos continua de idas de olla y repaso de chascarrillos o explosiones de indignaciones por noticias o columnas o lo que sea. Se complica. Se queda en borrador. La intención primigenia era ahondar en la experiencia única, íntima... Es un mal rato. Tengo varios cientos de entradas en borrador.. Que es lo que importa de verdad.... Tenía una estrofa con pregunta indirecta incluida. Las ganas, decía en el estribillo. Ahora no estoy tan seguro. Le puse la letra. Los acordes eran de Kiko. El destino está en los nombres, lo sabe bien Mark el de Facebook al hacer la batida de apodos. El destino se impone. Los nombres. Los reales. La realidad no existe pero todos tenemos un nombre. Cuando alguien lo verbaliza, nos verbaliza, la palabra se hace carne... Hay un ámbito espiritual que es muy poco representativo pero está. Esa búsqueda... O no. Esa pérdida. Todas las pérdidas, las de fé especialmente. Todas las fés. No hay plural de fé y es necesario, muy necesario, creer en varias cosas a la vez, simultánea, tener fé simultánea en varios carriles y espacios y hasta especies, fé en nuestro cachorrito, en la mini piscina de nuestra tortuga, tener devoción en esos amores incondicionales, en la familia, en el amor que no muere... El paso del tiempo. La muerte. El amor. La realidad. La ficción.... Y la experiencia. La mía o por lo que me cuentan, la de otros. Esos son los temas del blog, en plan amplio y por resumir... Incluimos periodismo o comunicación scial o todo lo que implica receptor, mensaje y emisor. Y de higos a brevas, todo. Un palo y una linterna, así me siento siempre que clico en el botón de entrada nueva. Y no solo en eso. En las relaciones. En el futuro. No sé, no tengo ni la más mínima idea de lo que me espera... Hemos aprendido algo. Llevo el mismo palo desde que tengo conciencia. La luz varia. Eso me decía mi amigo Alfonso este verano cuando caímos en la cuenta de que casi éramos amigos desde hacía veinte años. Y ¿qué hemos hecho que no tenemos ni mujer, ni hijos ni nada? Eso pregunté. Las preguntas son tema blog también pero difuminado. Algo habremos aprendido. De algo servirá. En Mairena me dijo César, que es montañero y se ha visto muerto un par de veces, la frase de una peli. Y, ¿por qué subes esa montaña? Pues porque está ahí. No es del todo fiel la cita pero así me la dijo a mí, lo decía refiriéndose a mi musica y a mi grupo. Las canciones están ahí. Son montañas. Por eso intento hacer noche en ellas. Con un palo y una linterna. Con poca pila. Siempre me he sentido con poco fuelle para afrontar la desventura y las contrariedades. Poco resuello en la recta final. Uno se da cuenta de que son parte del paseo y hay que incluirlas en el plan. Las paradas para respirar. Te sientes más fuerte cuando cuentas con un par de desgracias que van perfectamente encajadas en el planning previo. Algo hemos aprendido. Será verdad, después de todo. Pero el palo viene a ser el mismo y uno lo nota temblar. Es el miedo. Que es normal. O el frio, que estando en noviembre pues viene a ser lo corriente, que tiemble.


Un palo y una linterna, eso es todo.

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