martes, 10 de noviembre de 2015

Ir o no ir, esa es la cuestión

El otro día mientras almorzábamos al sol un guisaillo de papas el productor del disco y yo, discutíamos sobre la conveniencia o no de tocar mucho en directo. Todas las semanas más o menos. Tocar con frecuencia... Y discutimos, es cierto, sobre casi todo y a pesar que, casi nunca, compartimos puntos de vista, estamos bastante de acuerdo el uno con el otro aún pensando totalmente diferente. Eso es como analizarlo. Decía él y no con poca razón que no sirve de mucho o que es para nada, ir a tocar donde no te llaman o donde no hay un público que esté interesado en lo que haces, realmente interesado o genuinamente interesado por conocer lo que haces, por la música de tu estilo o de tu "rollo", creo que dijo y que, además, ese público debía ser el idóneo porque no todo el público "alternativo" sigue el pop o los grupos de corte rock o etc... y apostillaba que no tenía que andar uno con prisas por llegar a él, al público natural de su música, fuera el que fuera y yo replicaba que, aún siendo cierto eso que decía, no lo era menos que tienes que moverte por iniciativa propia, simplemente porque sí, y si no vas donde te llamen y no te llaman, no vas y si no vas, no tocas y si no tocas, no te llaman y si no te llaman, no vas y así siempre, porque si ni vas ni tocas ni llaman, pues es difícil que se interese nadie, sea del estilo que sea, porque sin saber de ti, es difícil generar interés y que, para que quisieran "conocerte", pues tenías que, por lo pronto, ir... Ir antes de nada. Él me decía que no, que no era estrictamente necesario... Que podían conocerte antes, sonando en la radio... En Radio 3. Con una buena promo... Apareciendo en Mondosonoro, en los blogs... A lo que le contesté que eso se conseguía tocando y eso lo sé por experiencia propia porque cuando tienes fechas al menos te hacen caso, al menos te sueltan eso de lo metemos en agenda, que es algo. Estar en agenda es el mínimo, el mínimo premio de ir. Supongo que habrá quién piense que es un planteamiento ingenuo aventurarse a viajar a otras ciudades si nadie conoce tu grupo y yo doy testimonio de que lo es, pero es que no queda otra. Es un riesgo bien grande, y la vida de una banda está en peligro en la carretera, la convivencia, dormir mal, que paguen mal, comer mal, beber bien.... Saltan chispas. No es fácil y no se puede hacer con cualquiera. Lo mejor en una banda es tener compañeros que estén en el mismo punto a la hora de afrontar lo de dar conciertos, sea el que sea el punto. Que compartan una realidad cartesiana, como me dije un colega que me vio en directo en Algeciras este verano. Llevas razón, la realidad no existe, me soltó. Porque entre canción y canción para presentar la de "Realista", que es uno de nuestros hits recientes, pues siempre suelo reflexonar, a la par que afino la guitarra en el hecho incuestionable de la no existencia de la realidad unívoca. Y este buen hombre me salió por Descartes... Y me contó que se iba al Líbano a pegar tiros a la semana siguiente, que había matado gente y que le había gustado el concierto. En fin. Hay que ir. A Algeciras hay que ir con frecuencia... Un par de veces al año. Ir, no ir... Que vayan, que no vayan... No dejan de ser cuestiones o planteamientos un tanto medio burgueses. Si lo hablo desde mi y estrictamente desde mi, necesito mil conciertos para coger tablas y atreverme como guitarrista. Como vocalista no me falta el más mínimo pudor para desafinar agusto pero con la guitarra los errores son más tímidos. Mejor equivocarse del todo, para todo en la vida. Mejor hasta abajo, hasta el fondo. Uno se siente ridículo cuando no vende una entrada, cuando no viene nadie... Una ene. Una a. Una de. Una i y una e. N-a-d-i-e. No se hace uno a la idea  y se pasa mal. Es un purgante. Hay que hacerlo. Hay que tocar. Hay que aprender. Hay que mejorar. Hay que atreverse. Hay que intentarlo. O no.
Esa es la cuestión.
No lo tengo del todo claro, aunque parezca que sí.


Ir sí o sí Que te llamen o no te llamen e ir o no, es troncal, porque te posiciona de un modo bien distinto ante el público y dependes de eso, de cómo o cuanto aplaudan. Es molesto tocar ante gente que no aplaude. Que no están a eso. Ser música de ascensor es complejo, al menos para mí con mi acerbo y por el tema de las letras y tal. Al final uno se cuestiona para qué y por qué hace lo que hace, hasta dónde, hasta cuándo, para qué... Y está bien. Preguntarse todo eso y responderse. O intentarlo. No hay respuesta. Es como el amor... Que es capaz de rejuvenecer y reavivar nuestras ilusiones, nuestras expectativas, nuestros íntimos anhelos... Y una vez estemos ahí, en el estrato de íntimos anhelos Parece que son obviedades pero son posicionamientos ante el fatos, no es poca cosa de lo que hablábamos masticando las papas y cogiendo vitamina A en el descanso de grabar, ya estamos con las voces. Nuevo disco. Estoy excited como dicen los americanos. So excited con el nuevo disco. Las guitarras. bien. Sufrimiento extremo grabándolas y repitiendo y repitiendo y repitiendo. Extremo. Pero el resultado es óptimo. El disco lo estamos haciendo íntegro en Abeto 5. Lo que me llena de orgullo y satisfacción. O sea que orgulloso, satisfecho y excited. Mi current mood.

Ir o no ir, esa es la cuestión
Retomando el tema pues opino que ir y volver a ir y luego ir otra vez, es lo que hay que hacer, de hecho, lo único que se puede, se debe o se tiene que hacer....
Le puse de ejemplo que conocí o más bien, escuché por primera vez a Betunizer porque iban en gira a la Línea de la Concepción y fue como, ein... Esto lo tengo que escuchar yo. Y a eso me refería que no es la gente que te ve, la gente que va al concierto o la que se lo encuentra de casualidad, es lo que esos conciertos hacen en el resto. No podemos dejar de contemplar que se presupone que si tocas por ahí, es que te está yendo bien... Que eso es otra. No, obviamente va mal. Pero va y esos que se acercan y dicen: Eh, que te veo que estás en todos sitios. Pues esos.... No van a ir a verte pero ven que vas a que no te vean y eso es un valor, lo tengan o no en mente y lo tengan o no del todo claro pero ese valor que a los soldados se les presupone, los músicos lo tienen que demostrar con pequeñas gestas cotidianas como ir a taquilla a un lugar donde no te conoce nadie... A taquilla. Vamos a taquillas, somos héroes. A ver, no. Es que lo haces o no lo haces.... Vamos camino de los cuarenta conciertos este año y en todos, hemos ganado dinero. A veces, cinco euros. Pero los hemos ganado. Enalguno, nada. hemos tocado por la bebida y por cubirr la fecha pero nos hemos asegurado de dejar contento al personal y asegurarnos una próxima noche en unos meses. Hemos clavado  la bandera y la comida o la bebida nos ha permitido estar un día más en la carretera... En uno de los conciertos que peor salió, poca gente, cero bebidas, cero euros...A los tres días, nos sacaron una foto en el periódico. Algo que ni en la mejor de las hipótesis, podríamos haber conseguido con esfuerzos publicitarios o de promoción. No hay mejor promoción que tocar y tocar y tocar... No es fácil porque tocar y subirte a un escenario con una decena de personas delante es incomodo para todos. Es jodido para el público que si muevem sus copas un poco más de la cuenta, los cubitos suenan con eco chocando contra el cristal del vaso. Es chungo para todos un concierto vacío. Y es el enemigo a vencer, ese vacío... Esa invisible presión a la que nos somete la intimidad no buscada y si lo consigues, si eres capaz de reorientarlo y llevarlo a tu terreno, pues pasar a ser todo lo contrario, algo de verdad especial... Escribiendo sobre esto me siento un poco ridículo, no voy a negarlo. Hablo desde la experiencia de haber dado unos cuantos conciertos este año pero desde la total ingenuidad de todo lo demás y sin querer ni pretende aconsejar o no sé. emplear un tono que aleccione de ninguna manera, porque creo que es imposible tomar un modelo o un camino que funcione seguro. No se puede comparar ninguna banda con otra. No son comparables las trayectorias. Ni el público, ni el interés suscitado. Solo hay pocas cosas en común: los grupos se conocen si los ves en vivo, eso es un hecho, no hay modo mejor de llegar directamente a la música de un artista que tenerlo delante y escucharlo a poco metros en un bar pequeño. Además hay algo más: el valor. Que me decía una amiga, cuando éramos adolescentes, que las chicas ya saben que estás nervioso. Cuentan con ello cuando das el paso y te acercas para intentar ligar. Saben de tu miedo y ven tu valor, el coraje de intentarlo. Es común el trato regulero a los grupos, es también un denominador mínimo válido para todos los que cargan con sus amplis por esas carreteras de Dios, que se les reconoce el coraje de intentarlo. Nada de esto se traduce en beneficio. Pero o lo haces o no lo haces.
En 2015 lo hemos hecho.
No sé qué pasará en 2016.
Pero un grupo tiene que ir. Siempre. Tocar. Siempre. Intentarlo. Siempre.
Olvidarse de los amigos, de convencer por el wasap a las amistades para que se gasten los cinco euros de rigor y que le den a asistir en el evento, no, eso no vale para nada, y olvidarse del barrio, de la ciudad, de la batalla de bandas de la provincia, tienen que pensar de otro modo: global, que te oigan en todos sitios, que llegue a cuantos más sitios mejor y no dejar de pensar que hay mucha más gente que no les conoce y podría gustarle, que gente que les conoce y no les gusta. Esto es un hecho. Y tener cierto ojo en lo que se pone la ilusión, planificarlo lo más posible en frio. Ir siempre. Pero sabiendo que se va al matadero. Que se ganan de uno a uno. Que es difícil. Que se hace duro. Que se complica, siempre. Que es maravilloso el tiempo que hay magia en el escenario.
Que hay que hacerlo y no pensarlo.
Como tantas otras cosas de la vida. Es lo que opino, al menos, hoy.
Ir. Sin cuestión.

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