miércoles, 29 de octubre de 2014

Sin alarde ni exceso no hay verdadero poder

Me sorprendió en la película American Gangster, el momento en el que Frank Lucas aparece con un abrigo de chinchilla en un combate de boxeo, y busqué la foto real, Aquí pueden consultar la verdadera historia del traficante al que dió vida en la pantalla Denzel Washington y ver esa foto real, mucho más descarada que cómo se retrata en el film. Me pareció terrible que los criminales fueran capaces de señalarse de ese modo, de ostentar, de ser excéntricos, actuar como nuevos ricos con su riqueza ilicitamente amasada. Ese atrevimiento, esa chulería y ese exhibicionismo ilógico desde cualquier punto de vista, me parece, por otro lado, tan humano y tan disculpable desde esa premisa. Me lleva a barajar muchas cuestiones filosóficas, en primer lugar, que no tiene sentido ser rico si no puedes hacer alardes de ellos, demostrarlo más allá del ámbito de familia y allegados, si no puedes hacer ver a los demás, a todos los demás, que lo eres es una forma de no serlo del todo, El exceso. Iba a eso. Excederse en las muestras de poder, de dinero.,, Es tan feo el dinero como concepto.

Todo esto me lleva a la reciente y estrambótica historia del personaje, bautizado así por la prensa, El Pequeño Nicolás. Aquí pueden consultar un resumen de la historia de este joven timador adscrito al Partido Popular. Al chico se le fue de las manos... El CNI y la casa Real fueron sus abrigos de chinchilla, pero si no se le va, si se mantiene discreto, con sus tretas pero a un nivel más casero y sin los delirios de la seguridad nacional, pues lo mismo sigue ahí y acaba de alcalde en un pueblo del cinturón madrileño de aquí a dos lustros... Por suerte, no. Lo comparaban con la historia de otro Frank, Frank Abagnale Jr. que también fue un timador de altura y fue capaz hasta de hacerse pasar por médico en un hospital, que ya hay que tener sangre fria. También tiene versión en Hollywood, Atrápame si puedes era el no muy afortunado título y Di Caprio ponía la cara al joven impostor. No creo que de El Pequeño Nicolás (por cierto, una colección de libros infantiles que me encantaba de pequeño y que creo que debería tomar medidas para que no se la identificase con el siniestro y trilero joven madrileño) no creo decía que se le haga biopic al chaval en la industria de cine nacional que está más a los Torrentes y a los apellidos vascos y esas cosas. Pero pasa con Lucas como con Nicolás, la ostentación... Ese pecado. Se pierde todo por culpa de querer presumir, de querer mostrarlo... Lo malo es lo otro. La otra parte. ¿Qué pasa si el chico se corta un poco? ¿Qué pasa si prosigue con esas prácticas pero con una mentalidad más práctica, más empresarial, de menos postureo? Se haría una flamante carrera de cargo público y eso es el mayor problema. El camino para llegar a puestos de responsabilidad se abona mostrando dotes de conseguidor y chanchullero. Es grave y es un hecho. Que por mitad se le cruce la neurona al chaval y se le vaya de las manos con fiestas, con Puerto Banús, etc etc... Pues ojo. Ya se pasa a otro personajes reciente de Di Caprio, va entrando más en el terreno del Lobo de Walt Street cuando se trata de estafa piramidal. Pero a ver, que estamos hablando de un chaval que se coló en la coronación del Rey. Es grave. Es demencial. Es algo que deja en evidencia desde mi punto de vista, hasta a la propia Corona. Y si no se le va... Sigue ahí,.. Hace carrera... Sin el abrigo de chinchilla....

Hace poco, cuando murió Robin Williams, un amigo escribía en Facebook que cómo era posible que alguien que fue capaz de hacer tanto reir, de emocionar, tuviera dentro tanta tristeza y se contestaba a sí mismo diciendo que quizá sea siempre así, que es una forma de ajustarlo y que el ajuste (él no usó la palabra ajuste pero bueno) se queda dentro de la persona y bla bla bla, y lo relaciono con el poder, con el dinero, con la notoriedad.... Quizá sin alarde, sin exhibirse, sin mostrarlo, sin excesos, no hay un verdadero poder.... No tiene que ver con lo prosaico de hacer reir y hacer llorar de Williams, va por otro lado, pero es el mismo mecanismo: las dos caras de la moneda. Sin alarde ni exceso, no hay verdadero poder. Sin tristeza y soledad, no hay verdadera risa, o emoción.
En fin, esta reflexión última va un poco forzadita, de acuerdo... En realidad la intención de esta entrada era otra: prevenirnos de los cautos. Ojo a los cautos. Cuidadito con las aguas mansas.

Porque imagínate el peligro de los cabales que se presten a parecidos tejemanejes.
¿Cuántos pequeños Nicolases tenemos esperando turno con más estrategia y más paso corto a meter cabeza y gestionando sus mínimas áreas de poder con su alicuota porción de tiranía?
Apunto al sistema. A la escalera.... A la podrida escalera....
A que los méritos sean, por ejemplo, de conseguidor y no académicos....
A que las relaciones, el estar bien relacionado, pese más que la valía personal....
A que los padrinos, reales o ficticios o semi ficticios como en el caso de Nicolás, sean credeciales definitivas....
A que todo ese sistema de valores es, realmente, una porquería....
A que sin el alarde y el exceso no lo sabríamos....
A que... en fin.... Me parece simplemente terrible que esa esfera pública se manejen conceptos tan de apariencias, tan endebles.... Tan corruptores, tan poco ejemplares....
Y que me parece indignante.

En suma, esto era para escribir que si Nicolás y otros mil que habrá como él, si no se pasan de la raya.... Si siguen haciendo carrera, son los que nos gobiernan.

Ayer le escuché en una tertulia, no recuerdo a quién. Ernesto Ekaizer no fue, pero alguien como él.... Que no eran un par de manzanas podridas, que lo que estaba podrido era el cesto.
Estoy muy de acuerdo con eso.

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