miércoles, 30 de septiembre de 2020

La soledad es un bosque

No. No leí ni una línea. Tengo varias cosas pendientes. Es odioso eso. La sensación de tirar de un carro de ideas sin hacer. De libros sin leer. Cosas pendientes. Películas, discos, series, lo que sea. Retos íntimos. Metas secretas. Iluminaciones centelleantes. Planes singulares. Proyectos en el papel. Listas de cosas por hacer. Prioridades y calendario. Tareas pendientes. Propósitos y principios. Pocos finales. Nula concreción. Nebulosa de fugaces ingenios. Olvido lento. Caos y cansancio. Ideas inconexas. Sin materializar. Por hacer. Por ver.  Por leer. Varios comics me esperan y tiro de ellos. Van en el carro de lo que quisiera materializar su lectura y un libro sobre jardines verticales, regalos de mi reciente cumpleaños. De alguna idea es una bendición librarse. Pero aunque la desestimes a bote pronto te persigue como un obstinado encuestador callejero. Queriendo convencerte de que no la dejes. Que no la olvides. Como una amante que no quiere dejar de serlo. Ideas para algo. Un relato. Una canción. Una letra. Un dibujo. Un videoclip. Lo que sea. No es fácil dejarlo ir. Es necesario. Desestimar sin miedo. Aliviar las alforjas de lo que no se hace pero que seguimos portando con un peso invisible. Indivisible a veces. Tiene que ser como es. Como casi todo. No se puede deshacer el pack
Y el pack lleva un intenso testeo de sentido. Para qué.  Y cómo. Para cuándo y ahí queda. En las esquinas sin barrer del almanaque. Entre pelusas que parecen cachorritos. En la ventanilla cerrada. En la sala de espera del olvido tenaz. En el sitio que merece, te dices y el diálogo interno deriva en reproche. Es un mecanismo raro que trato de descifrar para poder ahorrar tiempo. Justo lo contrario de lo que parece.



El cielo tiene color de gachas. Las noticias son todas deprimentes. Pienso en algo que realmente importe para escribir sobre ello. Nada parece que tenga que ver conmigo. A veces anticipo o me veo frente a una nueva etapa y otras, no. Me pesa la piel. Parece que tengo que sujetar las nubes con la mirada. Que se caen si parpadeo. Un escalofrío que me recuerda que son nervios. Son solo nervios. Terminaciones nerviosas. Y es como me siento ahora, me dijo mientras se me entrecruzan los brazos como si no fueran míos. Aguantar frente a la inercia. Sostenerme. Sacar cabeza. Usarla. Buscar un sentido a todo esto. Debe tenerlo. El agua busca su cauce. Todo desemboca en desamor. Por el mismo motivo. El tema es la lista invisible de cosas pendientes. Afectos en este caso. Casos pendientes y perdidos a veces o perennes en el alma. Ojo, alma. O llámalo genética. El gen de mañana lo haré. El gen de no te quiero volver a ver. El gen de que te jodan. Y el conjunto de lo que no pasó, no se hizo o fue sin ser. Sin sal. Sin saber por qué. El caos del corazón y el eco del ejército de músculos que siguen sus órdenes. Firmes. En el alma. En formación. Paso ligero. De maniobras. Con el proyecto de vida que es el campo de batalla cotidiano. La trinchera de las facturas. De hoy. De la cena. De la película que ponen en la tele. De beber otra copa. De seguir y no preguntar sobre todo. Fiar al tiempo los frutos de nuestra felicidad y regar y replantar a diario. Encontrar motivos y olvidar los patrones de comportamiento que nos han traído aquí. Me pesa el amor no dado. Nos pasa a todos. Lo que no pasó. Lo que nos pidió y no. Lo que ni nos atrevemos a pedir. A perder. A reconocer. Es una guerra y nada está a salvo. Cada vez más la deserción se impone. Guerra de guerrillas de corazones heridos y descorazonadores estios. La soledad no se tiñe el pelo. La soledad es paciente y sabe que vas a volver a mecerla en brazos. La soledad sabe que le vas a contar un cuento para dormirla y que va a llorar. En el valle de lágrimas, la soledad es el bosque.


Lo que permanece es la herrumbre y los errores. Es la constante. Es la equis.  Paso del tiempo. Paso ligero. Paso quebrado. Paso miedoso. Dos adelante y tres atrás con uno en un charco y otro, torcido. Pasos perdidos. Es todo poesía o es la excusa. Que rimen las caídas. Que sea alegórico el vuelo. El breve despegar hasta el golpe. Las ganas de que acabe la contienda. Que sea fluido. Que no cueste. Que sea. El tiempo sin saber o sin tener consciencia de el. Un peso más. Un lento discurrir. Agua entre las manos. Sed entre los dientes. Ganas de escalar. De seguir. De alzarse frente a la deriva. De conquistar perspectiva. De ganar altura. De picar. De perder pero bien. De labrar el horizonte. De pintar la pared de colores. De hacer algo estúpido. De simplemente dibujar. Siempre he dibujado. Tengo una venda y le hago un garabato. Esa es la idea. Idea pendiente. Idea perdida. Idea por partes. Idea con más ida que vuelta. Idea a la brasa. Idea vuelta y vuelta. Idea quemada. Idea congelada ppr dentro. Idea cruda. Y tengo una agenda para todo eso en la que sólo dibujo. Dibujo encima de lo que no he hecho. Pongo una p mayúscula. Lo he contado mil veces. Mil vueltas. La P es pendiente. El OK es resuelto. Es no pendiente. A veces solo tacho. Tachones sobre tachones con un par de ojos grandes que le dibujo y ya es alguien. Debería haber una enseñanza de todo esto que sacar. La P y los OKs que terminan por ser ojos. Muchos. Ojos planos y mucha tinta. Tachar alivia. A mi por lo menos me sirve de algo. No se. Van a descender las temperaturas. Muy pocas ganas de frío. Tengo maderas que quemar. Debería darme un paseo por el bosque de la soledad a recoger leña. Es un trago la infelicidad pero cuando eructas pues ves que no era para tanto. Pensar en otras cosas. Dibujar otras cosas. Los ojos y las caras son fáciles. Cabezones y cuerpos imposibles. Agenda de tachones con ojos. Garabatos mirones. Muñecotes curiosos con trozos de lo que no has hecho. Un relato. Un videoclip. Una canción. Un dibujo. Un empeño. Tanto da lo que sea. Damos igual. Es duro de asumir. Puede ser una motivación. No era para tanto. Cuando se hace la digestión. Cuando todo acaba o se toma un descanso. Cuando se pierde el hilo. Cuando no hay ganas. Estoy un poco perdido pero tengo un par de certezas. Hay que barrer. Hay que fregar. Los platos.  El suelo.  Baño. Cocina sobre todo. Lo voy dejando. Cosas pendientes. Series. Libros. Comics. La colada. La aspiradora. Limpieza siempre lleva al lado la P mayúscula muy mayúscula. Voy semana a semana. Cuando vienen a ensayar. Suelen llegar y el suelo está mojado. No pasa nada por las pisadas. Lo llevo. Medio bien. Medio mal a veces. Va para un año aquí ensayando. Ni una queja de vecinos. Ni un comentario. Algo se escuchará pero por ahora todo bien. Hago videos a veces.  De cuando estamos aquí y tocando y tal. Sin mucha chicha. No molan no se si es por la luz o la cámara o que. Me gustaría hacer un remix. O borrarlos yo que se. Siempre hay una P mayúscula por ahí subida a la chepa. Una P que pesa. Estamos grabando. Maqueta o premaqueta. No se cómo llamar o para qué va a dar. Pero bien. Es algo. Son muchos temas. Y he aprendido. Un poco. Nociones. Lo mínimo. Que ya es.  El domingo pasado me grabe por primera vez tocando batería. Que ya es. Muchas ideas. Ideas crudas. Ideas desafinadas sobre todo. Y muchos coros. Algún que otro teclado mal tocado. Y a lo bruto. Bastante mal sonorizado todo. Voy pillando onda. Es azaroso veo. Como con todo. Hacerlo. Y ya está. Que no vale para nada pero como con todo. Voy a comerme un croissant con chocolate. Hacerlo y ya está. 

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