jueves, 16 de mayo de 2019

Borrarla del todo de una vez por todas

Pues no es tan fácil. No hablo en plan metafórico. Textual, es una condena. No sé qué hago mal. No será una sola cosa. No sé qué falla. Pero sigue ahí. Da igual lo que haga. Como un castigo de los Dioses. Se aparece. Como el Cid. Es una mierda. NO sé qué coño hago mal. Eliminar. Pero no. Luego está la parte de los recuerdos y bla bla bla. Hablo del móvil. De los contactos y las aplicaciones. NO sé ni cuántas agendas hay. La borraba y volvía a aparecer. Nunca antes tuve que borrar a nadie. No suelo borrar. Ni bloquear realmente. Me he hecho un experto. Bueno, tampoco. En realidad, sigo sin saber ni una mierda. No sabía cómo se hacía, no era yo de eso. Basta con no escribir. Me bastaba con pasar del tema. Pasar a saco. Todo iba bien. Suficiente para mí con ignorar. Nunca nadie me dio tanto la lata o me genero un problema chungo hasta tal punto de tener que eliminarlo. Bloquear, eliminar número.... Y toda esa mierda. Nunca. Hasta ahora. Hasta ella. Una especialista en el tema. O sea, todo lo que sé del tema bloqueo, lo aprendí de la señorita. Gracias. Aunque no es que me sirva mucho. La borraba. Volvía a aparecer otro día.  Buscar: opciones. Borrar. Eliminar contacto. Ver en la libreta de direcciones. Eliminar. ¿Eliminar definitivamente? Sí. Y ya. Volvía a borrar. Allí estaba otra vez otro día al buscar un número y poner la primera letra de su nombre. Como una maldición. Como una alucinación. Como un mal sueño. Mil demonios. ¿Cómo es posible esto? Borrar otra vez. Un bucle infernal. Como la relación misma. Olvidarse de otras cosas es complicado igual. Cuando he visto ropa suya la he quemado. Unas bragas y  un pantalón de chándal. Tengo la intuición de que hay más cosas. Según las descubro van al fuego. Tengo un montón de hierba seca. La quemo de vez en cuando. Siempre con la manguera en la mano para apagar las llamas a poco que se aviven. Es una tontería, lo sé. Pero siempre me ha sentado bien quemar las cosas de las ex. Siempre lo he hecho. Antes en la chimenea. Esto es una puta oficina de objetos perdidos cuando cortamos. No sé por qué. No es que lo queme todo. Y tampoco que no se lo devuelva. Aparecen bajo montones de ropa. En el cuarto de la lavadora. Los trapos sucios. Lo de siempre. Enredado entre los trapos sucios. Estoy a favor de un cierto grado de diplomacia en las rupturas por el bien común, tampoco con idea de llevar una amistad porque no creo en eso, en ese tipo de amistad post amor, aunque me encantaría creer y ser capaz de llevarla a cabo. Pero no. Con no ser enemigos me apaño. Ya me vale con eso. Y con no enemistarte con tus recuerdos, eso es importante, antes o después de borrarla. O mediante. O mientras se consume del todo la llama. Como con las bragas quemadas. Hay que tener el agua corriendo y  estar al tanto, esto es metáfora. Borrarla del todo de una vez por todas con la manguera en la mano. Esperar el momento. Que llega. Que tarda. Que te envenena. Pero que se pasa. Pasa como pasan todas las cosas, lentas cuando se esperan con ansía y en un suspiro cuando no avisan, y casi ni nos apercibimos. Qué mierda de percepciones. En las rupturas es cuando más acuso la mierda de percepciones que tengo. Aún no he almorzado, tengo un hambre feroz. Lo mismo con eso miro peor. Pero quería contar lo del proceso de borrado. Lo he hecho tantas veces. Lo hemos hecho tantas veces. Contarlo, es otra forma de borrar. Por lo pronto, de borrar la posibilidad de contarlo. Borrar detalles. Ir al grano. Borrar lo que sobra. Prepararse a borrar nuevas cosas. Pero el caso, resumiendo mucho, que esto me da para lío severo y mucha palabrita y mucho de mucho, mucho de todo, pero a lo que voy, que hay que borrar de la agenda de contacto de Google. Puto Google. Era su culpa. El email seguía ahí. No es que nos escribiesemos muchos correos pero eso parecía ser la causa. Ser contacto. Y joder, mientras escribía esto, he hecho la prueba: ¡Sigue ahí! Esto es de risa. Es un desastre. La última vez que hablamos me dijo: Te borré y entonces se desbloquea el número. Pues vale. Pero creo que no. Y pienso: Joder, no puede ser Google tan cabrón solo conmigo. Ella tenía hotmail. Puede que eso lo explique todo. Quiza debería recuperar mi cuenta de Yahoo. No tengo ni idea de cómo funciona. Tampoco es que me interese. Pero me hace gracia. Lo he vuelto a probar. Y parece que sí. Que aunque lo borre. Al volver a encender el móvil, vuelve a aparecer. Joder. Qué mierda. La cosa es no buscarlo. Lo busco por comprobar. Y ese es el error.  De una vez por todas.

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