Los políticos tendrían que ser como los presidentes de la comunidad de vecinos. Es decir, un marrón.
Es decir, el cargo tenía que ser un marrón.
Lo mismo que cuando te llaman para una mesa electoral.
Pues igual: Vaya putada, que este año me ha tocado ser concejal. Pues así. Mala suerte, amigo. Te ha tocado en el equipo de gobierno.
Con alguna forma rotatoria de distribuir los cargos.
No tendría que ser una prevenda para escalar socialmente o hacer negocios, o enriquecerse, o a barrer para su lado. No, nada de eso.
Tendría que ser una putada. Encargarse de lo que nadie quiere: gestionar los pagos, arreglar los rotos, supervisar los presupuestos, tratar con el portero, poner fin a las goteras, cambiar el servicio de limpieza si no funciona o gestionar el gas oil para la calefacción.
Para mí la clave es ésa. Así, nadie querría ser presidente del gobierno, ni alcalde. Igual que nadie quiere que le toque lo de ser presidente de la comunidad de vecinos, o tampoco de interventor en una mesa electoral, pues igual. Una enchufada. Un coñazo. Un trabajo para los demás. Una labor sin ánimo de lucro, sin posibilidad de lucro.
¿Cómo se hace eso?
No lo sé, pero molaría.
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