El tejido empresarial en España está lleno de rotos y remiendos: Pero lo que más abundan son los descosidos.
Es para echarse a llorar y estar dispuesto a morir deshidratado. Y aún quedarían fuerzas en el lagrimal.
Ceñirme a mi experiencia sería impúdico, aunque jugoso, y poco orientativo.
Pero tomemos de ejemplo a Iván Chaves, hijo del presidente Chaves, que es como se ha llamado siempre por estos latifundios de Dios al señor vicepresidente tercero del Gobierno.
Si Iván Chavés, hijísimo, no está en el consejo de dirección de una empresa que lo pete en Andalucía, ¿por qué es? Pues porque no hay en Andalucía empresas que lo peten. Falso. Hay está Abengoa, que lo peta. Y habrá más. No te quepa duda. ¿Por qué no está Iván Chaves en consejo de dirección de Abengoa? Igual porque no llegaban hasta allí los tentáculos del entonces presidente. No lo creo. Llegar, llegarían. ¿Por qué se necesita un nivel de competencia que tarde o temprano hubiera ido a la contra del joven Iván? Pues lo desconozco igual, porque no sé cómo se maneja el chico.
mientras escribía esto se me han pasado por la cabeza los hijos de Gaspar Zarrías, ¿tendrá? ¿Los de Griñán? ¿Los sobrinos de todos ellos? ¿A qué se dedican? ¿En qué empresas? No me creo que no tengan enlaces en grandes empresas, ¿están ahí arriba o no? Si no lo están y parece que Iván Chaves no lo estaba, pienso en dos cosas: O la empresa sigue guardando y respetando ciertos códigos, o bien, lo de trabajar de directivo, al fin y al cabo, es trabajar y lo mismo no es tan rentable. Me quedo con esta segunda interpretación. Los hijos de los políticos no se fían de los empresarios, prefieren llevarse ellos mismo la comisión. Prefieren crear sus empresas, para cobrar su tanto por ciento. En lugar de pedir el favor de que coloquen al chaval, el favor es que el chaval capte dinero público o trinque un pellizco en transacciones de otra índole.Coge el dinero y corre. Esa es la clase empresarial de este país: Coge el dinero y corre. Los privilegiados, los que tienen oportunidad o podrían tenerla de elegir empresa en la que trabajar, cobran comisiones. Se dedican a eso. No es ilegal, que dirá alguno. No, claro que no. Pero es significativo.
Tener una empresa no consiste en ganar dinero o no solo consiste en eso, porque entonces es mejor gestionar acuerdos y cobrar. Funcionar al modo arancelario. Eso es hacer negocio de verdad. Tener una empresa significa antes que nada construir sociedad. Es horrible hablar en estos términos y generalizar poque cualquier emprendedor que se esté dejando el pellejo en su proyecto y lea esto, pues lo mismo dice, vaya la misma cantinela de siempre. Por supuesto hay gente por ahí que lucha y que están cambiando el panorama con su trabajo diario, sus ideas, sus empresas. Olé por ellos. Claro que sí. El problema son los empresarios, no los emprendedores. Deberían de darse cuenta ellos mismos cuando cruzan esa frontera y en qué afecta a sus empleados, sus proveedores, sus clientes, en definitiva, deberían tener claro cómo intervienen en el mundo y cómo quieren hacerlo. Ganar dinero, pues sí. Pero sin salir corriendo después. Sin actuar de un modo fraudulento y con unos principios básicos de ética empresarial o aún más allá. de ética social. Claro que si mi abuela tuviera ruedas sería una bicicleta. En fin. Reflexiones, sin más. Sin ánimo de predicar demasiado o de moralizar a nadie. Simplemente eso. Mi reflexión.
Tengo una sed horrible y por más que bebo agua no se me pasa, en otro orden de cosas. Yo creo que la lógica capitalista, de cuando los emprededores pasan a ser empresarios, produce un efecto parecido pero no en la garganta sino en el cerebro.
Y ya.
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