El cliente, no sé. El jefe, no.
lo hablaba hace poco con un compañero de los medios. Al jefe siempre hay que llevarla la contraria, le dije.
Se reía. Es lo mejor para un periódico, le dije, llevarle la contraria a los jefes.
Cuando insistí, me contestó: Bueno, no siempre se equivocan.
A lo que yo dije, no, no, aunque lleven razón, hay que llevarles la contraria. Se volvió a reir.
Yo hablaba de ello y ahora escribo esto totalmente en serio. No de risas. Hay que llevarle la contraria al que manda, para que se mantenga la buena salud del periódico, su diversidad de criterios, aunque también le dije al compañero que con este método basado en la contradicción por sistema, suele pasar que se dura poco en las redacciones de hoy en día, en las que priman los seguidistas que opinan poco en general, rechistan menos y se van los últimos pase lo que pase, haya páginas o no, por costumbre.
Pues no. Ni hablar del peluquín, que es una expresión que me gusta.
Dígale que no a su jefe, joven plumilla. Atrévase.
Los periódicos no son mejores por más horas que echen los que hacen la pelota a los jefes. Esto no se lo dije, porque igual se daba por aludido y no era plan. Hay que llevarle la contraria a los jefes, me reafirmo aunque eso no te convierta en un redactor popular, a la larga y si te prolongan el contrato, es la mejor forma de que te hagan algo de caso.
Y vete a saber, igual algun día te acaban llevando la contraria a ti.
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