Creo que ahí está la trampa, amigos. En decir o pensar que Sánchez Gordillo y los que califican en determinados medios como "su banda" y son el Sindicato Andaluz de los Trabajadores no pertenecen al mismo páis que, por ejemplo, los antiabortistas pro-vida o los que gestionan los colegios concertados, que están vinculados al Opus Dei. Pues sí, todos.
Buenos y malos españoles. Mire usted, es más o menos lo que apuntaba en la anterior entrada del blog: Oiga, que aquí todos somos de esa marca que usted quiere inventarse, incluso los que a usted no les gustan. Y habla a las claras de la diversidad de este país, que a mí me parece un valor a tener en cuenta. Y miren, ni me gustan los jornaleros ni los beatos, ni de unos ni de otros. Pero me gusta que se junten, que argumenten, que confronten y que convivan. ¿Es eso tan difícil?
¿Qué piensan los portadistas de ABC o La Razón? ¿Que Sánchez Gordillo no debería existir, o que está en un error o que hay que convercerle de lo contrario, o exterminarlo, o callarle su peculiar boca de dientes separados? Pénsemos en ello. Porque recuerda a algo, ¿no? A un determinado periodo histórico, ¿verdad? Pues eso. Como dije en la entrada de ayer, tenéis que leer entre líneas, porque yo mismo también escribo tratando de esquivarlas. En definitiva, Sánchez Gordillo es Marca España, caso de que exista la tan traída y llevada marca, y a sus contrarios, oponentes o censuradores no les queda otro remedio que aceptar esa diversidad de opiniones y pensamientos. Y ya está.
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