Es una triste verdad. Que en internet manda Google. Esto quiere decir muchas cosas pero en lo que respecta a mi blog, quiere decir solo una. La puerta por la que entráis aquí no siempre está puesta en el lugar que uno supone que debe ocupar en la fachada, es más, aquí ni siquiera hay fachada. Quiero decir en el fondo que ni siquiera es un edificio. No llego ni al alzado. Uno se esfuerza, por hacer unos planos, por tener una línea, por comentar unos temas o currarse algo, subir una foto y en el fondo, da igual. Creo que es una enseñanza guapa, porque dice un poco como es todo, con o sin Google. Lo que importa de veras y lo que no. Y por desgracia, hay mucho que no. La mayoría es no. Aceptar eso lleva tarea, amigos. Hay entradas con cero visitas que seguirán con cero visitas y siempre serán entradas a las que nadie entró, o bien porque el buscador no las encontró o simplemente porque nadie quiso buscarlas. Es una triste verdad, lo asumo. Lo es porque uno no sabe que será lo que interese, ni sabe a quien ni cómo ni por qué y es casi mejor así. De lo contrario, intentas gustar a los que no conoces y agradar a los que buscan aquello que tu no sabes y lo quieres poner aquí para que lo encuentren sin saberlo y no creo que un blog personal deba ser para eso. La coartada de lo personal me viene estupenda para escurrir el bulto que es exactamente lo que voy a hacer en el segundo párrafo.
Esto es un blog personal. Es una triste verdad. Tampoco aspiro a tener muchas visitas, no aspiro a nada en realidad. No es una carrera. Al empezar con el blog me propuse que fuera algo íntimo, casi de confesión con el ciberespacio lo que, como propósito, yo mismo reconozco que es bastante estúpido. Pero no es el único caso. También tengo varias cuentas y varios perfiles, en Youtube o en Instagram por ejemplo, en los que socializo cero. Nadie los conoce. Ni mis amigos, ni mis allegados, ni si quiera mis contactos en redes sociales... Están o los tengo ahí para despacharme yo, sin más ni más. Despacharme a gusto conmigo mismo y mi mecanismo. Subir vídeos o fotos a mi rollo. Totalmente a mi rollo. Si sabes, por el motivo que sea pero lo sabes, que alguien va a ver o leer esto, lo escribes o incluso lo piensas de otro modo. Me vale lo mismo para fimarte o fotografiarte. A menudo me dan envidia los blogs, personales o no, que realmente aportan cosas. Al ciberespacio y a la evolución de la raza. Me da igual que sean técnicas de productividad personal o recetas de cocina, son aportaciones tangibles. Aportan cosas. Esto, no. No aporta. Es así. No aporto, lo sé. Es una triste verdad. Puede ser un esparcimiento o una tontuna o una distracción para otras cosas, pero lo que es aportar... y bueno, ya he perdido el hilo. Es la ventaja de tener un blog personal en los términos en los que yo administro este mismo. Tengo licencia para perder hilos y para finiquitar abruptamente las entradas, como esta, que no buscareis por Google y que no tienen salida. Me faltaba el título, mira tú. Entradas sin salida me parece bien oportuno.
Y ya.
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