"La persuasión, ha escrito Michelstraedter, es la posesión presente de la propia vida y de la persona, la capacidad de vivir a fondo el instante sin la maniática angustia de quemarlo pronto, de atraparlo y utilizarlo de vistas a un futuro que llegue cuanto antes y por tanto de destruirlo en espera de que la vida, toda la vida, pase velozmente. Quien no está persuadido consume su persona en la espera de un resultado que siempre está por llegar, que no existe nunca. La vida como carencia, como desse, aniquilada continuamente en la esperanza de que la dificil hora presente no haya trascurrido, a fin de que haya terminado al gripe, se haya superado el examen, se haya celebrado el matrimonio u obtenido el divorcio, terminado un trabajo, hayan llegado las vacaciones, se haya pronunciado el dictamen del médico. Se spera sperando / che vegnara l´ora / de andar in malora / per piú no sperar / (Se espera esperando / que llegará la hora / de acabar en mala hora / para ya no esperar más. )
La "retórica", o sea la organización del saber, es el enorme engranaje de la cultura, el febril mecanismo de la actividad con la que los hombres incapaces de vivir consiguen engañarse, protegerse de la aniquiladora conciencia de su falta de vida y valor, no darse cuenta de su vacío. Al salir de la biblioteca y dirigirme al barrio de pescadores me pregunto si las dos mil ciento setenta y cuatro página de Neweklowsky son también un bastión de la gran muralla de la retórica que oculta la vista y la conciencia de la misma nada".
pág. 60
"El Danubio" Claudio Magris
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