martes, 18 de septiembre de 2012
El regocijo de la noticia
Tengo la impresión de haber hablado de esto ya en el blog.
No con las mismas palabras.
Las redacciones han muerto, esto sí que no lo he dicho nunca.
Las redacciones han muerto. Por desgracia, claro. Muchas de las rutinas de las redacciones siguen claramanete vivas.
¿De qué hablo? El regocijo de la noticia.
Antes era, cuando yo estaba en una hace como medio millón de años, como el que había desde el puesto de vigía. El primero que chequeaba el teletipo daba una voz.
Que patatín patatán.
Según fuera de sorprendente, disparatada, no esperable o realmente trascendente, pues la redacción se revolucionaba. Generalemente había revolución con los muertos. Aunque se preparen obituarios y cuadernillos especiales, la muerte siempre sorprende. Y la redacción se volvía un barco del que achicar agua: esto ya no pasa. O sí, pasa. Pero no debería pasar. O los que siguen peleando la silla en alguna redacción debería saber que esa sensación ya no es exclusiva.
El que da los gritos del teletipo, ahora esta en twitter y es cualquiera.
El shock de la redacción ahora se vive en grupo. Es un shock público. Todos lo sentimos igual. Ya no es excusa, no es tampoco ese plazo extra que antes tenía hasta que la noticia se colaba como una simple frase de última hora en el siguiente boletín de noticias de la radio.
Las noticias ya son de todos a tiempo real.
Las redacciones muertas como están, han perdido ese pequeño privilegio que les daba el tiempo necesario y la mínima ventaja para argumentar un relato antes de que la gran mayoría se diera por enterada: El regocijo de la noticia.
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