¿El reconocimiento te lo dan los demás? Es evidente que sí, en mi opinión, que tú puedes reconocerte todo lo que tú quieras en el espejo cada mañana pero el reconocimiento, por etimología vaya, no está en la mano de uno y todo lo que no está en la mano de uno, pues importa, más bien, nada. A las malas importa nada también pero la importancia mal enfocada, es peor de enfocar, y no es a lo que vamos, o a lo que voy y espero me sigáis, uno a veces, demasiadas veces, con una tediosa frecuencia, como el ritmo de lectura de este blog, en ese plan, en ese mood, pues uno se enfrenta a que le digan que da demasiada importancia al reconocimiento de los demás, cuando me ha importado siempre un pimiento eso, y casi todo, el blog es fiel reflejo, de modo que... ¿A vueltas con el reconocimiento otra vez? No me cuadra para nada con ninguno de mis patrones de conducta en la vida en general pero por el trabajo, que es en los medios, o se intenta y que el reconocimiento te lo da el redactor jefe y de ahí, para arriba pues no te queda otra que enfrentarlo y con el grupo, con la música, en un concierto.... Que reconozcan o no reconozcan es lo de menos, está claro, porque uno tiene que estar firme en un escaso número de convicciones vitales, y no siempre lo está, dicho sea de paso, como debe pasarle a cualquiera, supongo, pero tampoco es ese el tema, a lo que voy o sobre lo que quería reflexionar es que el reconocimiento es una estupidez que funciona conforme a unos cánones que distan mucho de lo que verdaderamente hace funcionar el mundo en la vida real, no es lo mismo, por lo que te reconocen que el reconocimiento pueda comerse y es poco práctico comer humo, o alimentarse de pajas mentales, aunque es del todo posible, el blog vuelve a ser buen ejemplo de esto último, pero no es nada que realmente importa, cuando digo importa me sobra una mano para contar lo que realmente importa y no quiero pegarme un punto de Ramón de Pitis con un lapsus en las enumeraciones, pero oye, importa la muerte, la uno, la importancia número uno, sin duda alguna, es la muerte, eso está claro y la dos, pues la vida, entendida como la panza, como el ansia vital satisfecha, la comida vaya, el sustento, lo que nos mantiene con la ventanilla abierta, la tostada con el café con leche, el café cargado, lo que te da la vida en general que son muchas cosas y ninguna, o todas a las vez, en fin, ya empiezo a pecar de no concreción, el blog me pide mucho que le de alas a lo insustancial y yo le pongo dos motores, no solo alas, planeo de insustancialidad a insustancialidad pero en el aleteo igual rescatamos alguna idea, aunque nada tiene que ver con el trabajo, punto tres, trabajo, en plan Ramón de Pitis, muy grande, pues el tema tres es el trabajo que te da el café con leche y la tostada y la manteca y el horario del desayuno y el trayecto al puesto y la cara del jefe y la cara de la secretaria y caras en general de mucha gente y gente que le echa mucha cara, también, pues eso, el trabajo es la tercera cosa importante, y la cuarta, y lejos me parece que la he puesto, es el amor, que qué voy a decir yo del amor, así que para resumir, la quinta, la risa, que es importante de verdad, lo único importante de verdad, cinco cosas: la muerte, la vida, el trabajo, el amor y la risa. Y en ese orden. Eso es lo importante. ¿Dónde queda el reconocimiento? Me importa un pepino el reconocimiento si me respeta la muerte, tengo vida, trabajo, amor y de vez en cuando, me rió sin querer. El reconocimiento no tiene ninguna gracia y buscarlo es un trabajo perdido, es como... No se me ocurre un buen ejemplo, algo de arena que cuando vayas a alcanzarlo ya se ha desecho, un castillo en la orilla que quieras conservar, no lo sé, es un ejemplo de mierda... Quiero decir, anhelas un cierto tipo de reconocimiento cuando no le has visto las tripas al bicho, cuando sabes de verdad lo que es, o lo vacío que está, realmente no le das la importancia que creías que tenía, antes de conocerlo a fondo, parece y lo será seguramente una obviedad, pero es cierto y creo que altera la cadena natural de anhelos, caso de que exista naturalidad en el deseo, que seguro que sí pero por unos segundos lo he dudado.
seguiremos divagando sobre ello
en próximas ediciones
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