jueves, 24 de julio de 2014

Fase loca de los gatos

Hace poco lo tuve claro, ella era hace un año como la loca de los gatos y empezaba a estar un poco más integrada en su ambiente, en su pueblo, pero poco, sin gana, a la fuerza y aún no, eso seguro, quería conocer gente nueva y volvía y llamaba y me buscaba, pero de ese modo, ajena al mundo exterior, en plan mal, sin esperanza, sin ánimo de reconstrucción y lo pensé, en el coche, en el coche pienso, debería de grabarme unos buenos cedes para el coche y olvidarme de pensar mientras conduzco, pero pienso, suena la radio y pienso, entonces pensé: Estuve contigo en la post ruptura cuando eras como una loca de los gatos. ¿Y? ¿Qué paso después? Pues que se fue y me dejó los gatos sin estar yo loco. ¿Loco? No, aún no. Tuve primero la infraestructura heredada de abandono. ¿Saben? Eso que dicen. ¿Lo de que al final el hábito hace al monje? Pues el abandono pide una tramoya, una puesta en escena y esa era la de ella, lo tenía mucho más claro yo, de eso siempre me he sentido orgulloso, de ser inflexible en determinados límites, traicionas mi lealtad y estás fuera, fuera, sin excepciones, sin componendas, fuera y punto, se acaba rápido, pero con ella fue distinto, supo hacerlo, que fuera necesario yo, mi asistencia por decirlo así, en esa fase oscura, en esa resituación, en el ejemplo que digo al final me comí yo el pastel, rodeado de gatos, de sus gatos, de esa sensación molesta de no pertenencia a lo que nos rodea... Me explico mal. No pertenencia a lo que nos rodea. Ojalá me entendáis. Y mira que digo cosas, eh, que lo intento pero mal. Poco claro. Pero eso. Me tuve que volver loco, rodeado de sus gatos y ella de repente, renacía de lo que me alegro, sinceramente, de verla salir de ese agujero de auto compasión... Pero claro, tampoco veo bien lo de dejarme a mi dentro. A mi costa, no. Eran o éramos casi siempre como dos caras de la misma moneda y siempre fue así mientras estuvimos juntos, que si uno estaba bien, al otro le pasaba algo, parecía necesario, como si tuviéramos que repartirnos la suerte, la escasa o escasísima, un bien muy escaso y muy mal administrado, pero bueno, seguramente, eso no fuera así, ni nada de lo que dijo lo fuera, ni probablemente haya motivo, seguro que no, para escribir esta entrada u otras similares que no me sirven ni a mi ni a vosotros para absolutamente nada, a no ser, claro, que ese comportamiento lo podamos abstraer, no tengo café ni leche, a la hora que es un manchado me vendría de perlas, la ventana está entreabierta, una brisa amable de mañana limpia y a estrenar, me apetece darme de una ducha, y quitarme de encima esta entrada, la fase de negación del mundo o del nuevo mundo post ruptura, esa fase negación que se acompaña de esporádicos encuentros sexuales y puntuales fantasías de reconciliación, vuelta a intentarlo, segunda oportunidad, perdón, nuevo estatus, esporádicos encuentro sexuales, siempre de por medio, es fundamental, necesario, que opere el olor, los viejos hábitos, lo que estimula los sentidos a un nivel que escapa de nuestro alcance, y con eso, esas herramientas, esas mimbres, irle dando de comer a los gatos callejeros, irse pertrechando en un escenario de desvatación, un paisaje senil de abandono o peor, destruido por la ira, por la rabia de haber perdido algo bonito, de haberlo extraviado pero, ojo, siempre en compañía, un dolor a pachas, una melancolía en un solo plato al centro de la mesa, para compartir, una frustación para dos, media ración de recuerdos y otra media de desesperanza, por supuesto manteniendo las visitas, en otro régimen, dos o tres semanas, pero sin fallo, con llamadas, siempre bien escogidas, algo picantes, mensajes claros: quiero follarte o emails que no dicen nada, y quieren decir exactamente eso, por medio de frases sencillas, canciones, escuché esto y me acordé de ti, mira, una oferta de trabajo, unos cursillos, un plan de becas, qué se puede decir si te mandan una oferta de trabajo, pero de ese modo, con sutileza, su especialidad, con esporádico de todo, y ese aliciente del de vez en cuando, sintiendo seguro pero lejano, se mantiene el nervio, o si no el nervio, si la atención, el estar pendiente y además el mundo exterior apesta, y está permitido porque lo está, salir con otros pero no es una opción, no para mí desde luego y para ella tampoco en la fase loca de los gatos porque las cabezas están ocupadas, y el panorama es de refugiado, no idóneo para conocer gente, en plena huida no se forjan amistades mientras corres despavorido de la infelicidad, nuestras cabezas estaban a otras cosas, en sus desordenes, en sus pasiones o en sus patológicas maneras de regirnos, y no creo que a esas alturas no quedase corazón a ninguno de los dos, pero si lo nombramos como espacio representativo o simbólico, pues me vale también, ocupados teníamos los corazones pero sobre todo, como digo, la mente, es difícil conocer gente nueva sin deshacerse de ideas viejas, sin los clichés compartidos de pareja que son una verdadera losa, o eso pienso yo ahora que me veo libre de ellos y me gustaría volver a tenerlos, pero mejores, los clichés o la pareja, una pareja mejor, que es un pensamiento estúpido, en general, creer que esta es la buena, que la que va a llegar va a ser mejor que la que se fue, que nos enfrentaremos mejor a los mismos problemas, como si fueran los mismos, que no vamos a caer en las mismas trampas, como si no cambiasen las trampas, que nos va a salir bien esta vez, que es la definitiva, que esta vez, sí, que es la buena y siempre pensamos así, que esta es la buena, que ya nos toca ser felices, que nos lo debe la vida y todo eso es morralla, pura morralla, porque el amor es como las olas, todas se rompen, todas acaban, y uno aspira a ser marea, una ola infinita, lo más grande posible pero bueno, no es fácil, se hace lo que se puede, lo malo es ser agua estancada, lo malo es no moverse y ese momento particular estar solo, eso es lo que no mola ni un pescao, porque al menos en lo que se hace el embalse y te vas embalsando, si tienes algo de compañía y un poco de sexo esporádico, pues como que no notas que te estás convirtiendo en el hábitat perfecto para miles de mosquitos, y sapos, y no sé qué mas, una charca, ser la charca... Ser charcas no parece una buena idea pero al menos no sé, no estás solo, no pasas la fase locx de los gatxs en soledad, en completo abandono y aún peor, figurándote que la otra parte ha vuelto a encontrar el amor, y es feliz, y se ha mudado, y vive con él, y quizá en un valle, en un pueblecito, o en vete a saber, y lo veo mal que después de tanto tiempo, no contar al menos con la certeza de un cierto tipo de panorama, no hablo de detalle, esta especulación, este texto serían totalmente innecesarios, pero bueno, quizá lo sean en cualquier caso, y me ponga excusas, soy muy de hacerlo en temas de este tipo, de distintas visiones, o cosmogonías sentimentales, está bastante claro que no todos sentimos lo mismo, ni de la misma manera, eso es seguro, al final tampoco creo que sea eso lo que importa, es como una máscara, que no era del todo verdad, que se cambia en función de la persona con la que estás y que, mientras estás, esa persona existe, te sirve, es útil, no puedo quitarme de la cabeza su actitud práctica, incluso en los días de amor más kamikaze, ella era así, lo hacía todo por un motivo, y cuando no había motivo, lo hacía sin saber por qué o sin saber cómo explicarlo, pero no era una persona impulsiva o no en el día a día, querer a la persona equivocada es un drama y querer a una persona egoísta es una carrera hacia ninguna parte, nunca llegarás, nunca la alcanzarás, siempre falta algo, siempre sientes que no lo has conseguido, yo soy exigente y puede que también desagradecido pero tengo una lealtad a prueba de bombas, tampoco me gusta presumir de fidelidad pero la disfruto de verdad cuando el amor es compartido, no hay ínfulas de conquistador, ya no, o no con ella, al menos, con la menos indicada quizá y cada día, en serio, cada día lo pienso: De buena te has librado. Buena, buena. Luego la penilla o lo que quieras, pero la certeza de estar mejor y de haberme quitado un buen peso de encima, es patente como mínimo una vez en cada jornada, hay cien mil recuerdos, debería decir que van en aumento, lo que me sorprende y en cierto modo aterra pero vaya, creo también que he conocido demasiada poca gente en estos meses, que eso es el motivo de todo, que ella no era tan especial, y desde luego que no era diferente a las demás, también pensaba que se me iba a olvidar de una estación a otra y parece que no. Tampoco tengo problema por tener ocupada la memoria pero es evidente que me hace un flaco favor. En su fase loca de gatos, estuve ahí. Me pidió llamarme todos los domingos. Como en la cárcel, tener opción a llamada. Una llamada semanal. La llamada de los domingos de la ex. Ella estaba llí, poniendo platitos de leche a los gatos, en bata... Es un simil emocional. Su auto estima iba en bata. Y yo estaba allí. Un buen día se perdió, me dejó rodeado de bichos maullando y me echo encima la manta con la que ella se refugiaba del mundo. Y ahí estuve, pasando solico, bueno no, con los gatos, con sus gatos, pasando la fiebre, mi convalecencia, mi enfermedad, mi melancolía... Y ya estoy bien.
Ya estoy bien.
En serio.
Bien.
Cualquiera lo diría.
Pero sí.
Ya estoy bien.
Los gatos ya están por ahí.
Vuelven a ser del todo libres.
Los gatos ya están, los suyos, por ahí, buscándose la vida.

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