Le pongo el mismo título a la entrada, pero vaya, que ya van más semanas.
Dos. Creo. Tres, quizá.
Se está alargando la cosa demasiado. Van siete canciones, que no es poco.
Siete. Que son más que un ep y pasan ya casi el mini lp. Nunca lo he ocultado, quiero grabar un disco.
Era lo que siempre quería.
Grabarlo todo o mucho, o lo que salga. Porque por ahora, van siete singles. Y eso, sí que no lo quería. Hay un medio tiempo. Pero es un medio tiempo muy loco y bueno, casi que no es un medio tiempo. No quiero aburriros con los temas del tiempo...
El tiempo... La claqueta... Grabar discos es aburrídisimo. Eso vaya por delante, porque no se parece en nada a lo que uno habitualmente hace, que es tocar con un grupo. Al loro siempre. De lo que hace otro. Aquí se sigue un patrón, se sigue un metrónomo. El tiempo... La claqueta... Eso lo odio. Los patrones en general son bastante odiosos. Y me vale para toda la polisemia patronímica y patronalística y patriomonial, casi. En fin, que no se me vaya en las palabras. En los discos, se te va en los sonido. El sonido.... El tiempo... La claqueta... El sonido. Tardé como dos años en darme cuenta de la importancia del sonido. La importancia del sonido para los demás. A mí me importa un pimiento el sonido. Lo manejo a un nivel muy básico. Nunca he sido un gran admirador de la alta fidelidad. Vuelve a servirme toda la polisemía. Esto último es mentira, pero me quedaba muy bien.
Seguiremos con ello...
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