No hay términos medios. No podemos admitirlo.
O eres bueno. O eres malo.
No puedes estar a medio camino. O eres serio. O eres un pamplinas.
O eres negacionista. O eres positivista.
No hay neutro, como en el castellano.
O estás imputado. O eres cargo público.
No se pueden ser más de dos cosas a la vez, y especialmente, no se puede ser malo y bueno a la vez.
Pero, claro, esto es una historia. Muchas, en realidad. Somos historias. Es decir, pasan cosas. Cosas. Inesperadas, a veces. Pocas veces. Pero pasan, las cosas y los imprevistos. La situación de partida no cambia. Solo hay buenos y malos, pero no son siempre los mismos. Cambian, claro. Si no, ¿qué emoción tendría? El que siempre es bueno, proverbialmente bueno, bueno hasta dar asco, bueno de necesidad, bueno a espuertas, bueno en esencia, bueno como no se imaginaría nadie nunca jamás lo malo que un buen día podría llegar a ser hasta convertirse en inmutablemente vil.
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