No se admitirán preguntas. Y punto. Y los señores periodistas, tragan. O mejor, los señores jefes de los curritos de a pie dicen: "Estate ahí". Y traen material: la comparecencia sin réplica, la escenificación del mensaje o el lema unidireccional que saldrá en titular. Y te dan hasta el trabajo hecho, ¡encima te quejarás!
Pero, y si resulta que el trabajo de esas personas con libretas, bolígrafos y grabadoras es precisamente eso: hacer preguntas. No es nueva la movida. Se dijo en campaña. Se amenazo con recogida de firmas. Se hicieron comunicados de FAPE. Se instó a la clase política al compromiso que conlleva no evadir preguntas o negar respuestas. Pero nada. Nada de nada. Se van por la puerta de atrás.
Todos, en especial los que gobiernan, sean los que sean, a los que les toque, o en función de un territorio u otro. Todos se escapan llevándose las respuestas. Pueden no contestar. Es un derecho, está claro. Decir: Sin comentarios. Más fácil, imposible. Pero no tengo tan claro que tengan derecho a ni siquiera oir la pregunta. Ni siquiera.
Lo que sonroja es luego proclamar la trasparencia. Somos trasparentes en nuestra defensa de la opacidad. No contestamos preguntas. Es más: no se permite formularlas. Es la sociedad sordomuda. No oigo y no respondo. Y da igual, FAPE o FAPA, porque resulta que es un activo tener media declaración que la competencia no tiene y los jefes dirán siempre: "Estate ahí" y a ver. Se entiende que el oficio conlleve ese exclusivismo que a mí me parece estúpido en fondo y forma pero que es evidente que manda.
Si no se admiten preguntas es porque las respuestas no serían del todo admisibles, opino yo. Decir: Sin comentarios, no es decir poco. Es una respuesta, la mínima expresión de lo considerado como respuesta pero ya es algo. Huir de la pregunta es otra forma de responder. Mucho peor. Me vale igual para Mourinho y Karanka que para Mariano y Soraya.
Y de rondón cuelo esto otro: den de comer a los periodicos nacionales, señores ministros. No hagan declaraciones al Franfukter o cómo se llame o al Financial Times o al que sea. Oiga, que tienen cabeceras de su cuerda. Pues, una de esas. O de las otras. O en EFE. O no sé dónde. Pero de la casa, producto informativo nacional. Apoyando la causa. En fin.
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