Que el rey de un país al borde de la intervención se vaya a cazar elefantes a África, ¿es malo? ¿Por qué es malo? ¿No genera confianza en los mercados? Realmente, ¡son sus días libres! ¿Ya no podrá viajar a países remotos o subir a un barco y navegar? ¿No podrá asistir a batidas o regatas? ¿Depende de las piezas y el país o del cabotaje y las millas nauticas? ¿Tiene que ver solo con la ostentación?
Quizá sea más el poder de respuesta. Que te pillen malamente. La capacidad de reaccionar ante un imprevisto. Añade: No volverá a pasar. Es decir, se planificará la repuesta ante imprevistos, o ¿qué? Vale por lo del perdón, se acepta. Once palabras. Vaya economía de medios. Perdón en pocas palabras, ok. Perdonado, por lo menos por mi parte aunque no tengo claro: ¿El qué? ¿El viaje? ¿El tropezón? ¿El safari? ¿El escándalo? ¿El golpe de cadera?
A mí que el rey pida perdón me ofende. Es como tomarme por tonto dos veces. Perdón, de acuerdo, suponte que acepto el perdón pero extiéndelo a toda tu casta. Para que sea un perdón histórico de veras, avanti con tutti borboni. Y no me resisto a decirlo, o a escribir: Esto, su majestad, no es EJEMPLAR.
Mira que es solo un discurso al año, y que es dificil pillarle en un renuncio, pero ahí va: Esto no es un comportamiento ejemplar.
No lo es, Juan Carlos. No es malo pero los elefantes muertos, no son ejemplares, seamos sinceros. Y no hace tanto de las navidades. Pero, y ¿qué? La Historia es cabezona y no se construye con perdones, sino con constumbres. Resulta que la caza es una constumbre con un profundo carácter regio y mire por dónde, este desastre se conoce porque un nieto suyo menor de edad, su Majestad, se pega un tiro en un pie en una jornada de caza. De abuelos a nietos, la constumbre de matar animales en los días de campo. Campo en el amplio concepto de la palabra, de aquí a África.
Pídame perdón por todo lo que aparentemente es ostentoso o injusto, ¿o no? Cazar no es delito tampoco, bueno, no lo es en según que temporadas o que cotos, pero vayamos al caso. Pídame perdón por cazar, por vivir a tutti, por navegar, por los safaris, por los caprichos, por los lujos, por los privilegios que le reporta la corona. Pídame perdón por sus privilegios, ¿o no? A ver, que si no quiere, pues no, pero no me pida perdón porque le ha salido mal la jugada y le han pillado con el carrito del helado y con el elefante, como quien dice, a cuestas sacándolo de la cacharrería.
¿Puede un rey pedir perdón por los privilegios de ser rey? Es absurdo. ¿Debe un rey disculparse por los safaris? ¿No estamos en momento de cazar elefantes? ¿Es por que son elefantes? ¿Si es jabalí, sin problema? También tienen colmillitos. ¿Se le puede disparar a las perdices? ¿En Extremadura se puede cazar pero en otros continentes, no? ¿Dónde están los báremos? ¿Número de conexiones por avión? ¿Tamaño de las piezas? ¿Montante total de la expedición? Vale, perdón, pero perdón, ¿por qué?
Igual, siendo bienintencionado y queriendo leer entre líneas, el perdón viene de no estar cuando se le necesitaba. Como el padre que no llega a tiempo de ver a su hijo en el partido de beisbol, en pelis americanas, muy clásico. Aquí el partido de beisbol era su nieto herido. No estar, cuando se le requería. Y que se complique el tiempo libre. Nos puede pasar a todos. D e repente te llaman para que vuelvas al trabajo unos días antes, y resulta que se te pincha una rueda, o se te rompe un tobillo, o se te pierde el pasaporte, se complica, simplemente se complica. Pues eso. Supongo que el perdón es por llegar tarde. Debería ser por eso. Desde luego, cada portada extrae sus conclusiones. Por eso, las corto pega. Y por el empacho del adjetivo histórico.
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