No iba a acabar 2020 sin hacer una tarta y en el horno la tengo. Quería documentar el proceso pero me he acordado de la foto tarde. Y al moverla en la bandeja se ha derramado algo. Tampoco pasa nada. Una hora a ciento ochenta grados y la miró a cada rato. Parece que va a desbordarse. La he colmado hasta los topes. Hacerla muy bien, lo malo va a ser comerla.
miércoles, 30 de diciembre de 2020
Mi primera tarta
martes, 29 de diciembre de 2020
Ejoder o injoder
Todos los verbos tendrían que ser como migrar, con dos modalidades, in y e, como ejoder o injoder
Eopinar o inopinar. Que se hace ahora todo el tiempo. Ehacer o inhacer. Hay mucho inhecho. Con migrar se evidencia e incidencia un perverso punto de vista de que va o viene. Evenir o inirse.
Las palabras serían como el silbido de los pájaro si no designaran lo que luego nos toca sufrir. Esufrir o insufrir. Que es algo muy de sentir propio. Como regular el chorro de agua caliente. Pues lo mismo. Giras la rueda de dolor abrasador y la piel se quema con gusto pues bien. Equemar o inquimar. Luego todas las lenguas se queman igual pero no todo nos parece igual de caliente. Así es queridos míos.
Sonrisas que se deshacen en tus manos
Es mejor escribir aquí que hablar solo o es casi lo mismo, o no hay nada bueno o malo sino aburrido o divertido que es de una cita de mi agenda que va sin atribuir pero con la que coincido del todo. Mientras tecleo estoy dudando de acometer el que sería el último gran reto de este año aciago, hacer una tarta.
Tutorial mediante y a falta de algunos ingredientes que me tengo que agenciar pues lo tengo todo casi listo. Me queda acondicionar idóneamente la cocina y los poyetes que es una palabra que me da grima. Los poyos. Da dentera, no? Tarta de manzana tipo como la de hojaldre pero a lo bizcocho. Bueno, en realidad he visto un par de vídeos y no lo tengo nada claro.
Este año he hecho jabón por primera vez en mi vida y ya hablé de ello aquí, o escribí por ser más preciso. Y he hecho variedades de aloe y lavanda. Intenté de café pero no funcionó. Lo del jabón no es gran cosa pero me sentí orgulloso y lo he usado durante cinco meses. Ahora he hecho unos paquetes para regalar. Más decorativos que otra cosa. Algún jabón he regalado y son resultones. El olor no es del agrado de todo el mundo pero los efectos en la piel sobre todo del de aloe a mi me encantan. Cosas mías es lo que reúno aquí y ahora estoy en la duda de la tarta. El jabón no te lo comes. Es menos riesgo.
Tengo algún reto más. Me costaría enumerar aunque siempre están ahí revoloteando mi cabeza como moscas en órbita a una mierda pero bueno, ahora no se me ocurre. Me gustaría hacer queso y yogurt. En algún sitio estará la yogurtera de ml abuela que era azul y blanca y parecía un ovni. Es más a largo plazo. Pan. Bases de pizza. Mis retos en el terreno comida. Cerveza artesanal también pero lo veo que está un poco más lejano en el tiempo. Antes tengo que pasar por mermeladas variadas. Compota. Salsa de tomate y que dure todo el año. El escalón de las mermeladas y salsas va antes de hacer queso o cerveza. Puede parecer imposible pero hace un año también m lo parecía hacer jabón y ahora me frotó con una sonrisa y me he comprado un molde con cara sonriente. Los resultados no puedo calificarlos por menos que desiguales pero esperanzadores.
La primera remesa me quedó muy bonita. Mucho más contento. Los de aloe vera los hice en el molde de cartones de huevos y quedaron muy graciosos los boquetillos.
martes, 22 de diciembre de 2020
No estás tan mal, ni yo
Mientras noto la carne viva y gelatinosa de la lengua tras quemarme con el café ardiente, me digo: No estás tan mal. Con medio plato de la cena volcado en el pie derecho y media ración salvada al vuelo, exclamó: No estás tan mal. Cuando pienso el número de chicas con las que me he acostado pandemia mediante y con la cara que tengo, digo: No estás tan mal. Con Canelita en mi regazo reclamando mimos para su peluda papada, pienso: No estás tan mal. Al pensar en cómo estaba hace un año y lo que he hecho y terminado, pues aunque me hierve la sangre por lo que me queda, pues me llena de orgullo hasta ser conformista y resignarme al 'No estás tan mal". Que tiene una segunda parte la frase. No estás tan mal para lo mal que te va y es que es verdad. Que buen de variedad y nivel pero que poco amor y que poca durabilidad en general. Que poco en general. Escribo y no lo leo pero cuando repaso un par de líneas, pues me animo y oye, pues no está tan mal. Podría fallar la concordancia o más erratas. Mientrass espero que me llame y me invite a dormir en su casa, me repito: No estás tan mal. Cuando el radiador me abrasa las rodillas pero las orejas están frías, me recuerdo las mismas palabras: No estás tan mal. Si pienso en el dinero de la cuenta y los días de mes que quedan, pienso que es como siempre, fatal pero no tan mal como para alarmarse. Cuando me alarmó por cualquier menudencia, vuelvo a mi lema: No estás tan mal. Y se lo digo al espejo. Se lo digo a mi cuello cuando se queda agarrotado o al brazo cuando se paraliza. Cuando me sale el típico enlace de acordes mil veces oído pues me animo y no lo veo tan mal. Mal está casi todo pero no tanto. No mucho. No demasiado. No lo bastante. No como para alarmarse y sin embargo, el pánico se hace presente en ml intimidad en los momentos menos esperados. Estoy harto de tener esta sensación de choque permanente. De ser una piedra de río. Estar mecido por las circunstancias y la inercia del azar. Una forma de pensar que lo determina todo y que no está tan mal. Como de mal tendría que estar para cantar retirada y abandonar, para rendirse definitivamente y aceptarlo con una sonrisa, que está mal. Que está muy mal mi lengua quemada. Lo peor que puede estar. Que muy mal el miedo. Que mal todo. Y punto. Que lo malo gana siempre. Que se acaba lo bueno y dura menos de lo que tarda uno en percatarse de lo bueno que es. Estamos muy mal. Para qué dar largas. Que llame o no llame y vuelva o no a su cama no pinta nada bien la cosa. Que al amor ni se le ve a lo lejos ni se le espera. Que estoy mal pero no sé nota. Que te juzgan y se equivocan. Que miran y hablan los prejuicios que se comen a las personas. Que me cansa la apatía propia pero mucho más la ajena. Que no tengo nada de paciencia. Que le tenemos al aire. Que cambiamos de acera. Que estamos solos mucho tiempo. Que estoy harto de esta mierda que no estará tan mal pero a mí me tiene harto. Que es una mierda casi todo. Que podría ser peor pero tampoco tanto. Que es peor que un diario. Que es un aburrimiento infinito. Que es lo único que perdura, el tedio. Que tengo menos ganas de navidad que de limpiar la casa. Que no está tan mal, la casa. Me encantaría mentir y decirlo con rotundidad. Que no duermo tan mal, pero tengo los hombros cargados y una tortícolis incipiente. Que no merece nada la pena aunque no esté tan mal. Un drama infinito y un párrafo gordito. A ver lo que tardo en dormir. No estás tan mal pero que acabe ya de una vez. No estás tan mal para lo mal que te va, ni yo.
martes, 15 de diciembre de 2020
Omitir la palabra amor de las canciones de amor
Otro día que aplazo la limpieza. Tengo una letra nueva. El día que haga limpieza. Nuestro amor aparecerá debajo de la mierda, viene a decir con otras palabras. Lo que te di. Lo que te dejaste aquí. Aparecerá cuando haga limpieza y deliberadamente omito la palabra amor. Ese es el quid. Ojo truquito. Decirlo sin decir. Para todo en la vida te vale, beibi. Dilo en el eco que suena en la cabeza. Dilo con las pestañas. Dilo en un puto blog. Dilo en voz alta cuando te vayas a pasear y te pongas a canturrear. El amor aparecerá. La la la
Amante secreto es mi categoría preferida. Amor secreto es más amor. Amor a dos y solo dos. Suele tener corto recorrido pero tiene su emoción. Me pondría a enumerar categorías de amor actuales pero me da toda la pereza. Amor perezoso. Muy corriente. Amor del grifo. Amor a temperatura ambiente. Amor de garrafón o de tinto de verano o de caña y tapa. Amores de barra, que cantaban a dúo Marta y Marília. Qué clase de nombre es Marília. Barra de amor bajando. Loading.
Las canciones de amor con la palabra amor son en todo punto redundantes. Bastante amor hay ya como para además nombrarlo. Mejor no. Tip para compositor aficionado de un idem. La cuestión de cuánto amor metes en las canciones de idem pues es un tema para debatir. A lo que iba es a quitarle grandilocuencia. Luego es todo de lo más corriente, los desengaños y las nuevas ilusiones. Todo muy de andar por casa. Haz la cena. Me acuesto encima tuya. Te pongo los pies encima. Un sofá pequeño contribuye a que el amor aflore. El amor de ver la tele que es el que no aparece en las letras. Yo tengo una que era Amor aburrido y otra Amor destructivo. Tenía la idea peregrina de hacer un Amor algo en casa disco. Pero no. Omitir la palabra va mejor a repetirla en títulos en serie. Amor sin compasión, era la que tenía pensada para el nuevo.
Quiero un amor sin compasión que me diga siempre la verdad sobre todo si causa dolor, quiero un amor sin piedad. Y con un reef que iba a toda ostia. La hicimos muy punk. Sin compasión y sin metrónomo. No cuajó pero sigue en la guantera. El próximo disco me está quebrando la cabeza pero hay un ramillete buena de tonadillas. Que luego será todo como siempre pero por ahora lo veo bueno como nunca. Eso pasa. Y sobre la letra.... Pues no veo nada peor que el amor por pena.... O por miedo o la mezcla.... Amor por no herir que termina por matar. Lo de no hacer daño suele destruirlo todo a la larga. Con toda la buena intención. Amor a mala idea
El rollo de confrontar funciona. Y hoy en día se omite el amor en las relaciones de amor. Por medio de palabras o con cada uno en su casa o de mil maneras. El amor es hippie y anticuado. Es algo que ya nadie busca aunque todos lo quieran. Las letras y por extensión las canciones tienen que servir a esta realidad excluyente de amor. Igual sólo me pasa a mi. Claro que se quieren, muchos y muchas se quieren a más no poder y no pocos se amaran amar vivimos en un mundo en el que el amor da pereza. El amor normalito El de modo usuario. Sin turbulencia. Sin montaña rusa. Sin sube y baja. Sin monólogo interior. Sin Escarlata. Sin juro que no pasaré hambre. Sin épica. El amor es muy de confrontar hoy en día. De te quiero y no te soporto. O eso me pasa a mi. Que soy un pobre infeliz y escribo aquí sobre el acto de escribir y no lo hago y lo mismo con amor pero sin uno, sin una maqueta buena y a tiempo, sin letra y sin la palabra. Sin palabras ya. Venga. Mañana será otro día, señorita. Otro día para aplazar la limpieza, la letra y el huerto.
lunes, 14 de diciembre de 2020
Sombras de meses
Un día al sol vale por todas las sombras de meses. Se disipan las nubes de un soplo y el azul parece bruñido. Como recién fregado. Como de estreno. Con olor a limpio y un aire frío. Un sol pertinente que nos recuerda lo molesta que es la lluvia y lo buenas que son las canciones tristes. Un cielo que espolea. Un viento que despierta. Fue un buen domingo al sol. El cálido mediodía tras el temporal con la tierra mojada lanzando su vapor terroso y la placidez de no hacer nada.
Siempre escampa. Nunca escapa a la melancolía ni el lomo al frío de las seis de la tarde. Pide radiador a gritos. Mesa camilla y su florecer en la penumbra de la tarde. El calor en las pantorrillas y la sensación de otro día perdido. Pensamos mucho y se quedan páginas en blanco en la agenda que a la semana siguiente me cuesta recopilar lo que hice cada día. Pensar mucho. Fustigarme. Sentirme culpable. Sentirme un idiota y creo que no es exclusivo mio. Que nos pasa a todos. Horas y horas de estar pensando, a veces en nada y otras, en cosas malas. Pensando movidas chingas que ni siquiera son reales o no son como nos las figuramos. El agujero negro del cerebro que se traga las horas de autocompadecerse. A mi me pasa.
Y es como si al día siguiente, no existiera. Sobre todo con los bucles obsesivos. Tengo mi poesía que me protege, como decía la canción de Simón and Garfunkel. Tú eres el verso que se atraganta... Bueno, al menos el sol cura. Conté los días solo en el primer confinamiento. Uno a uno en la agenda como anillas de una cadena. El año nuevo parece de hierro. Y oxidado. Viene con el ancla echada. Vamos esperando que acabe de una vez
Y luego qué. Lo tengo claro. No quiero estar solo. Hoy pensé que necesito a alguien para vencer a la muerte. Así de sencillo. Alguien que no sea mortal y que se vuelva familia. Quiero eso pero las cosas pasan. Lo que tú quieras no importa. Lo que te pasa. No disponemos de opciones. No hay elección. Y es bueno que sea así. No quiero estar más días solo pero por otro lado, tampoco tengo abierto el cupo para cualquiera. Es complicado. Por no decir imposible. Es una cuestión estadística. Es peor estar con alguien que no soportas. Y pasa. A veces re dejas llevar o amas y odias al mismo tiempo. Eso es una puta mierda. Mejor solo y con amor aunque sea poco. Hace cosas juntos. Hacer cosas solo y tal pues no es lo mismo. Por mucho que lo intentes. Pienso en todas las veces que fui solo al cine y si tenía tantas ganas de ver la película o que. En una época era una vez a la semana. Ni recuerdo la última que vi. Ni se si están abiertos.
Tener claro lo que quieres pero hacer nada casi siempre o hacer lo que sale. No tener claro ni lo que sale. No salir. Días y días sin salir. Hoy recordé el horario de paseos. El pistoletazo de las ocho de la tarde y todos por la vereda como autómatas. Pasear obsesivamente dentro del horario. No poder salir. Tener claro que no puedes salir y bajar andando a la ciudad. Con dos cojones y corriendo para ser más concreto. Estoy poniéndome en forma de tanto pensar. No salir es agobiante. Antes me agobiaba salir mucho. Conclusión: siempre algo falla. Que eres muy joio, que decía mi abuela y nada te va bien. Pues también. Y mejor. Saberlo. Y contar con ello.
Tener en cuenta todas las mierdas, las de antes y las de ahora. Actuar en consecuencia. No actuar y que sea a consecuencia todo. Liberarse del peso de la decísion y aceptar todo como venga. Estoy viendo una película de espías y no me entero de nada. Son muy buenos. Guardan bien el secreto del argumento. Me cuesta seguir el hilo. Me dan las doce con los ojos como platos. He perdido la rutina de madrugar. Con gusto la perdida. Todo cambia de un día para otro y no me termino de hacer a ello. Es un desconsuelo. Porque pienso mucho y hablo más, dice una amiga. Puede ser. Pero la opción no es el silencio y apagarse el cerebro. Quitarle los plomos o lo mismo, si. Y tirar la llave.
jueves, 10 de diciembre de 2020
Ojos tristes y cuerpo de peluche
Me apetece dulce. Me apetece una merienda. De las de niño. A veces me pasa eso y me concedo algún capricho. Se está haciendo largo esto. Estoy cansado, nos pasa algo parecido a todos los que no estamos desesperados. Hay peña peor o que no alberga esperanza ninguna. Ni toalla que tirar. Es algo que se huele. Luego está la gente que sigue más o menos a lo mismo. No es mi caso. Estoy en un umbral que a veces me nubla la vista y parece un túnel infinito. Hoy soñé que venía mi familia y no le gustaba nada de lo que había hecho y era una zapatiesta. Me levanté mal. De mal humor. Hacia mucho tiempo que no soñaba. O no lo podía recordar al despertar que viene a ser lo mismo. Intento pintar o escribir en el mismo marco de libertad que en el terreno onírico. Sin límites y sin batería en el móvil que me hace escribir rápido. Sin pensar apenas.
Se han borrado los párrafos. De golpe. Dos veces distintas. Me ha cansado. Eran diferentes. Que más da. Da igual que se borren. Todos hablan de lo mismo. Es el tono lo que cambia. Es un pequeño eco. Ayer fue un día horrible. Da igual. Los días se mezclan y se borran igual. Esta bien escribir y seguir buscando el hilo. Inasequible al mal aliento. Siempre en la prueba. Una nueva pirueta. Una excusa mejor. Un lugar en el mundo. Y se borra. Los días se parecen. Sobre todo ahora. Queda poco para que acabe el puto año. Peor año de la vida de todos o en el top 3 con toda seguridad. Canelo ronca. Lo tengo en el otro sofá. 18 retratos llevo. Una fiebre de pintar. Casi se ha gastado la cera naranja y la marrón. Mucho negro en el contorno. Me gusta. Es importante que te guste. Hoy salí a la montaña. La ruta que me gusta. Seguir buscando. Y dejar por escrito algo. Escribír escribir, a ver para cuándo. Y cantar cantar. Hacerlo de verdad. No en modo borrador. Que se borren y volver con el mismo pulso para decir otra cosa. Rutinas locas. Es una hartura de vida a veces pero te pones y la cambias. Simplemente lo haces. Y como eso todo. Si se borra ahora, dará igual. Ya no salimos a respirar. Estamos en la burbuja. Esta la lista de las cosas buenas. Una lista corta. Escribí en mi agenda de proyectos: Cosas que te hacen feliz. La sigo teniendo en blanco pero le he hecho un marco de Cáritas sonrientes. Un círculo, dos puntos y un garabato de sonrisa.
Los ojos tristes no se disimulan. Te puedes estirar los párpados o aplanar las ojeras, ponerte pestaña o engordar la raya pero el brillo tristecillo no lo apagan ni las lágrimas. Llorame un canal y conducelo bien. Dale buen cauce al dolor. Dale sentido después de todo, me dijo. Dale contexto. Dale morena. Dale moreno. Y seguir dando sin esperar nada a cambio que rima y se dice tan fácil pero hoy en día es todo tráfico de atenciones. De que te hagan caso. Me decía hoy a mi mismo hablando solo en la montaña. No me hacía caso ni el eco. No me encuentro. No me atiendo. Los ojos tristes se ven peor en el espejo. Huye del lamento. Como todos. Risas y liviano todo, sencillo. Es una aspiración muy de ahora. Cosas simples que no hagan bulto. Estoy a favor de la no acción pero tampoco entraré en juego. Al final es todo un tintineo. Esta bien borrar. Sin querer. Pero que pase. Pensar que ya estaba guardado. Y no. Ayer se complicó todo. Anteayer se rayó el disco. Estaba contentillo. Y mira, hoy divagando sin motivo y con cuerpo de peluche.
Se han guardado los cambios. Pues claro. Menos mal. Sería la tercera piedra y el mismo tropiezo. Es todo tropiezo o es mejor verlo así, que lo normal es la ostia. Que lo raro es estar de pie. Y dar dos pasos sin llevarse tres leñazos. Que lo normal es que te llueva. Que te cale. Más la mierda cotidiana que el elevado mensaje. Confiar el destino a las lecturas. Bailar por las mañanas con tu música favorita. Y cambiando de canción preferida. Volver a las antiguas como el que pasa por una calle en la que ha vivido. Y señalar los amores perdidos como los balcones que fueron nuestro refugio para las macetas. Seguir regando. Seguir volviendo a la vida que tuvimos. Seguir pensando en ella a diario. Tener sueños raros. Que pase una cagada doméstica de las que me pasan. Un charco. Una gotera. Algo que se rompe. Roturas cíclicas. Ojos tristes. Piel canela que me lleva a desesperar. Ansiedad. De tenerte en mis brazos. Musitando palabras de amor. Mezclar letras. Cambiar frases. Soltar párrafos como el que achica agua. Salvar las ideas del naufragio. Hundirse a diario pero poco y bucear en la gota que colma el vaso medio vacío. Caso de tener vaso. Pero siempre de poco a poco. Paso a paso por la pasarela al vacío. Por la idea peregrina. Por la rima tonta. Por la causa. Por amor. Por aburrimiento. Por pura ansia. Por ponerse una meta. Por seguir. Por no borrarlo. Por el futuro. Por lo que sea. Por empezar de nuevo.
Un final un verso un mensaje. Con eso. Es poco. Para conformarse. Un chispazo. Un brillo de ojos triste. Que es bonito y parece contradicción. Pero no. Una pena que está tristeza sea tan bonita . Una tristeza para ponerla en la repisa. Una pena que pide marco. De plata. De lujo. Una tristeza premium. Todos tenemos una amargadera corriente. Una bajona pertinaz. Un taladro de diario en la oreja con los malos augurios y el mal rollo. Una cosa mala. Luego hay depresiones con botas de clavos y otras más de andar por casa. Tenemos travesías del desierto y oportunidades para predicar. Es un ejercicio individual de convicción pensar que tiene arreglo este mundo loco y enfermo. Complicado remedio. Yo estoy bien. Harto de todo. Pero bueno como casi siempre. Antes ya era una mierda. Ojo. Que tampoco hay que llorar de más aunque tengamos los ojos triste y el cuerpo de peluche. Como mi baby que sigue aquí. Sobado y ajeno al mundo exterior. Bendito sea.
lunes, 7 de diciembre de 2020
Hay un cielo caliente en cada cuerpo
Es una canción de El Niño Gusano, un verso. Tengo puesto el disco ahora. Vuelve a funcionar el plato de vinilo. Hurra. Gracias a mis amigos. Uno tenía el mismo equipo y otro me ayudó a cambiar la aguja de plato y ya. Mira que es fácil el mecanismo. Un motorcillo y andando. Pues vaya quebraderos de cabeza. Desde chico porque tengo ese equipo desde que Paquirri estaba vivo. Una frustración que me acompaña desde siempre cuando se relantiza la voz y parece que canta una ardilla. O lo contrario. Las oscilaciones en general. Desesperanza. Sin motivo aparente. Ganas de estrellar el equipo contra la pared.
Tengo muchos vinilos que podría llamar familiares. Serrat. Neil Diamond. Libertad sin ira. Quilapayun. Y algo guay como Paco de Lucía o Los Ángeles. En 2000 y algo me tocó en un sorteo de Radio 3 el segundo lp de the Strokes y me tiré años sin sacarlo del plástico. Luego he hecho compras recientes un poco erráticas. No se me da bien comprar. Y tampoco tengo mucho dinero así que busco en segunda mano o me dejó llevar por el dos por uno o tres por dos, y acabo con un montón de mierdas. Por resumir mucho. Ojalá poder gastar en eso sin regomello. Pero no.
Luego hace dos veranos, o por ahí, me compro dos discos nuevos, llego a casa y el plato que dice que no anda. Cara de tontico. Y ya está. No los puedo escuchar. Lo de siempre. Que me podía comprar un equipo nuevo, pues si. Pero volvemos a la premisa de no dinero. Premisa uno. Cero presupuesto.
He hecho otro Canelita.
No puedo parar de crear.
domingo, 6 de diciembre de 2020
Retrato de gatos que son como Canelita
jueves, 3 de diciembre de 2020
Los pasos en falso también son pasos
Pues bien. Todo bien. Cansa y me cuesta enganchar tres frases con sentido pero todo va razonablemente bien. Si es que hay algo razonable conmigo, como dice Chucho. Y tengo mucho que contar. Ya estamos en diciembre. Deseando que acabe el puto año pero antes de que acabe, quiero dejar finiquitado un par de asuntos. Y bien. Sería mejor escribir cartas. Querido lector desconocido. Sigo en pie y con ganas de dar la turra. Que ya es. Las ganas. Fase uno. Y acabar algo. Lo que sea. Fase dos. Acabar y que esté mal. Pocos planes contemplan los pasos en falso pero sin ellos no arranca. Hay que darlos. Y el tropiezo es avanzar. En contacto directo con el suelo pero avance. Un erosivo y probablemente doloroso tramo de avance pero avance. Como en las tragaperras. El caso es seguir. Lo mejor posible pero seguir. Y ganar cuando menos lo esperes. El resultado nos da igual. Hemos venido a jugar. Escribir y tener un huerto no es tan distinto. Semillas y remover tierra. Mala hierba y días. Un día. Otro día. Va así y no hay remedio. Se deshace la madeja. Se hila la frase. El sentido aparece como una visita inesperada. Y molesta de algún modo. Estoy cansado y poco lúcido pero sigo. A veces me falta motivo o no encuentro el tono. Lo intento. Lo busco.
He hecho mucho en este intervalo. He hecho un muro. Lo he aplanado. Resultado desigual pero hecho. He proyectado una escalera. Unos escalones. He limpiado el jardín y aún queda. He plantado un árbol. De hojas moradas. Encontré la rama. Esqueje gigante. Espero que agarre. Las palabras agarran del mismo modo. Nos echan raíz en la mente y salen hojas nuevas. Espero las hojas nuevas moradas como prueba de vida. También he hundido en la tierra un par de ramas de limonero. Y otras tantas de rosal. Veremos. Se viene un trasplante masivo de macetas a las jardineras. Hay otra por acabar. Mucho por terminar pero bien. Todo bien. Lo de terminar no es para tanto. Tengo ganas de siesta y estoy cansado. Me repito un poco. No me quejo. Estoy contento. O más o menos. Los pasos en falso también son pasos. El camino tiene que desandarse para volver al itinerario personal y nunca es recto. Ni en una sola dirección. Los pasos son cada uno de su padre y de su madre. Lo mismo son dobles que llegan a un metro que se vuelven cobardes y cortos, o van hacia atrás. Los pasos atrás son pasos y a veces, impulso. El tiempo es determinante en el juicio y hasta que pasa, no podemos saber si fue para bien la retirada. O si era un salto. Seguir es lo importante y sigo. Encontrar el momento y que después aparezca el motivo. Dar pasos. Dárselos a alguien. Consagrar un camino. Cambiarlo luego sin pesadumbre y entendiendo que era ese el rumbo, el que cambia. Me pasa eso mucho. Cambiar las cosas de sitio. Saqué los muebles. Los subí. Luego los puse a cubierto. Acabaron por romperse y volví a bajarlo todo. Saqué el sótano entero. Hice montones de losetas. Gres de una docena de modelos distintos. Los de la anterior obra. Puse la madera a cubierto. Asumo que hay o había muchas cosas sin sitio. Yo mismo. Es difícil asignar sitios y hacer que se queden felices en ellos. Contentillo como poco. Me lo imagino como sedimentos. Algo que nos supera. A mi seguro. O cada vez menos. Paso a paso. Atrás o trabado pero uno detrás de otro. Dos a la vez. Pasitos o pasazos pero algo. Y en eso estoy. No es mucho pero es algo. A ver si mañana acabo.
domingo, 8 de noviembre de 2020
Merodea tus sueños
Carecer de algo que se desea es condición indispensable para la felicidad. Lo dijo Bertrand Russell y es una de las citas que aparece en mi agenda 2020 que se me quedó grabada. Me costó entender la paradoja que plantea y tuve que buscar la cita para adjudicarle un autor. Mi dietario debe ser Made in China porque están las frases en un menudo cuerpo de letra pero no llevan firma. Están ahí flotando en la cabecera de la página como una enunciación sin dueño lanzada al cosmos o a la página en blanco de la agenda. Cada página es un día. Y los viernes, sábados y domingos van juntos en una sola. Las citas se salpican sin orden aparente. Me parece curioso y me pregunto cómo y dónde la maquetarian para obviar en las citas a los citadores.
El deseo como motor de la vida y la felicidad como meta. Que me conformo en mis cortas entendederas con estar contento la mayor parte del tiempo y poco más. Es importante la búsqueda. Más que lo que encuentras finalmente o suele serlo. O lo dijo Russell y es una estupidez o era un conformista. Puede que tener lo que quieras cuando quieras sea menos placentero que cuando se alarga el proceso. Lo de indispensable quizá sea exagerado. La felicidad es un concepto amplio, desde luego y sus encarnaciones son diversas. Es un vértigo asomarse a lo que nos la produce y sorprenderse de su poca entidad como motivos, su escaso peso y lo cambiante del ánimo que ve la presa menos sabrosa cuando la muerde que mientras la acecha. Merodear tus sueños es más gratificante que perseguirlos. Estar agazapado y vivir a salto de mata en pos de lo que sea, y que sea mejor que el lo que sea mismo caso de obtenerlo. Sea lo que sea.
Me figuro que se puede aplicar a muchas situaciones. Estaba pensando en algo de lo que me haya pasado este mes pero ahora no se me ocurre. Un mes raro y más largo y tedioso. A veces apunto ideas. En la misma agenda de las citas sin nombre. El auténtico problema no es si piensan las máquinas, sino si lo hacen los hombres. Esa es la del 2 de diciembre. Va sin nombre. Como todas, claro. Le pega a Asimov. Cuando es la multitud la que ejerce su autoridad, es más cruel que los tiranos. Esa es del 12 de este mes. No hay nada que desespere más que ve malinterpretados nuestros sentimientos. La del martes 10. Suele ir en martes pero no siempre. Están descontextualizadas y es raro. La de la multitud se la endosaria a Brech y la de malinterpretados pues no sé, Truman Capote por decir alguien. Voy a buscarlo. Pues vaya. No he estado ni cerca.
Sócrates. Qué te parece. El de multitudes y tiranos. La otra de Jacinto Benavente. Pues muy bien. No me lo imaginé. Las citas tampoco sirven de mucho más que de breve aleteo de inspiración en el mejor de los casos pero siempre una inspiración confusa y de bajos vuelos. Sonoros aterrizajes sin control. Como en El Gran Héroe Americano. La de Russell me inspiró y de hecho la memorice casi sin querer en el proceso de enterderla. La mayoría de ellas se entienden de un vistazo. Pero siempre deja incógnitas. Sin nombre. Sin contexto. M hace gracia. Voy a ir buscando la agenda 2021 y estoy ansioso por llenarla de cosas sin hacer, por hacer y a medio hacer. El medio hacer es mi medio natural. El por hacer es mi felicidad. Tengo muchas condiciones indispensables en el tema carencia. He hecho virtud de casi todas y apañarme en reducir al máximo el deseo ha sido lo mio en los últimos años. Regular de conseguido. Pero ahí sigo. Estoy en ello. No lo tengo dominado del todo ni falta que hace. Tampoco hay que ser feliz de golpe. Feliz de repente así de un día para otro y llevarte el susto. Una tristeza o un poco de ella hay que guardarse en algún sitio para por lo menos acordarse. Pasa que uno le pillas cariño a las tristezas y las trata con familiaridad. Como si fueran sobrinos. Y las consiente a veces. Tristezas consentidas que acaban en autocomplacencia en el autocompadecerse constante. Una verdadera ruina.
Más que obtenerlos o alcanzarlos, es preferible seguir los sueños y que no se escapen, no perderlos de vista. Tener contacto visual con lo que quieres. Con la vida real que quieres que sea real para ti y salir de tu cabeza. Cabeza irreal a veces la tuya, la mía y la de cualquiera en estos tiempos que no corren, se arrastran. Tiempos de arrastre pero con los sueños en el campo visual. Sembrados a la vista y regados con sudores y afán. No siempre agarra y tira para arriba. No siempre pasa. Salir de la cabeza está bien. Aunque solo sea ponerlo aquí..
Sigo deseando escribir mejor aquí para vosotros y veo carencia y lo mismo eso me da felicidad o... Acabo de reparar que no hay diminutivo de la palabra felicidad. Felicidacita. Felicidadilla. Es que no. Pero eso me da lo de contarles aquí mis cuotas de intrascendencia y mis cuitas y menudencias, una felicidad pequeña, de viaje o de bolsillo, de un solo uso, de pack individual y mira, pues ya es, mi felicidafilla pues para mí se queda.
jueves, 29 de octubre de 2020
Prohibir la noche
miércoles, 28 de octubre de 2020
miércoles, 14 de octubre de 2020
Lo que hago y lo que no
Una P. Mayúscula. Retintada. Borde gordo. Curva pronunciada. Barriga alta. Remate orgulloso. Una P bien grande . Una P de pie. Una P que parece que espera a alguien en una esquina. Una P perpetua. En cada página. Muchas p. Escribo o dibujo una p que es pendiente. Lo que tengo pendiente. P. Y la meto en un círculo. O un cuadrado. Si llevo tiempo con eso, le hago más bordes. El tamaño depende de la implantación de lo que he ido aplazando. P de plazo. P de procrastinación. P de podría ser. P de pictograma. P de pollada. P de playa. P de pérdida de tiempo. P de pintar. P de poesía. P de pendiente es lo que es y a veces es de lo que menos pendiente estoy. Por eso lo anoto en la agenda.
Después de la p mayúscula siempre vienen las mismas palabras. Cocina. Baño. Salón. De cocina salen circulitos y flechas que apuntan a otros redondeles con palabras dentro como hornilla, fregadero, suelo, pollete o frigorífico. Pollete es una palabra que me gusta. P de pollete. Del baño o salón no suele haber divisiones. Barro y friego. Poco más. Lo suelo posponer durante la semana. Cae el domingo y se me juntan a veces varias semanas. Hasta que no quedan platos. O hasta que no quedan camisas. O vasos. O calzoncillos. Es un poco todo lo mismo. Otros círculos con palabras que retinto y retinto suelen ser: lavadora, ropa, armario... Segunda planta. Es otro redondel recurrente al que apuntan las flechas de la p mayúscula. Sótano. Jardín. Entrada de casa. Vivo en un sitio enorme que es un caos aún más grande. Lo bueno es que ensayamos aquí. Una vez a la semana. Se puede hacer ruido. Por ahora los vecinos no dicen lo contrario. Cruzo los dedos. Eso me obliga. Lo de la limpieza, no el jaleo y tocamos en el salón. A lo bruto y sin insonorización ni nada. Vamos a mejorar eso. Estoy en ello. He perdido el hilo. Por eso tengo agenda. Para guardar hilos y para escribir p mayúscula y muchas flechas y círculos. Para dibujar básicamente.
P. Cocina. Flecha. Círculo. Fregadero. Flecha. Círculo. Hornilla. Pollete y basura. Baño. Salón. Barrer. Fregar. Polvo. Tengo una aspiradora pero no la uso desde hace seis meses lo menos. La P también sirve para llamadas pendientes o gestiones o citas o fechas o lo que sea. Tampoco es el grueso... La uso para el listado de lo que no hago y plantar dibujos encima. Garabatos retintados. Negro o azul. Gasto serio de bolígrafo. Alivio de superponer muchas líneas. De abrir surco. Y cuando cumplo con algo pues pongo ok y si no lo hago pues escribo no. Ok. No. Muchos OKs. Mucho no. Muchos nos. Muchos noes. Las p y las o mayúsculas terminan por ser ojos. Ojos y más ojos. La P a veces sirve de ojo y tabique nasal. La K es una nariz puntiaguda. La N es una nariz bocabajo. Ojos y más ojos. Un ok que me mira. Un no que lleva parpadeo. Dibujo caras en lugar de fregar los platos que es siempre o casi el punto uno uno y dónde iré en cuanto acabe con estos párrafos reiterativos. Ya he hablado de esto muchas veces y no es que lo aconseje como método. Ok es guay. Los no al lado o encima de la p mayúscula me deprimen. Pero es lo que hay. No es no. La inacción me come y hay días en los que no como pero siempre hago la lista de lo que tengo que hacer porque igual me sirve de alivio. Me desatora. Aunque no lo lleve a cabo. Poco a poco, me digo. Ánimo y tal porque siempre ando desalentado sea con los dibujitos o la p mayúscula o simplemente leyendo o escribiendo. No es no. Lo que no hago. No lo hago. Ya está. Prefiero no hacerlo. No olvidarme de ello. Retintados. Gastar bolígrafo. Sacar una flecha que apunta a mañana. Al lunes. A otra vida.
Quiero dibujar de verdad. En una habitación. Pensé en hacer la misma agenda. Lunes martes miércoles etc. En un cuadro grande. Alargado. Anotar lo mismo. Lo de la compra del supermercado. Tengo que comprar bombillas por cierto. Ese tipo de cosas que si no la apuntas, se olvida. Bombilla. Y luego ok. Luego la o es un ojo y así, lunes... Martes.... Voy tachando pero con el pincel. Tenia un estuche de óleos. Es un poco rollo montar la habitación de la pintura pero luego va a estar guay pasar tardes allí. Acrílico es otra opción. No estoy muy puesto en el tema materiales. Me gustaría montar yo mismo el lienzo. Investigué alguna vez. No debe ser tan difícil. Y tener la agenda sin garabatos. Toda una habitación para los garabatos.
Me asusta pensar que cuando lo tenga todo listo, no se me ocurrirá nada. Me pasa con el blog. Ponerme a escribir antes de saber cómo. O sobre qué. Simplemente hacer. Por no quedarme en blanco. Es siempre lo mismo. La misma sensación. De urgencia y absurdo. No tengo leche. Café solo. Urgente y absurdo. Hace meses que no le pongo azúcar. Me sienta mejor. He dejado la refinada. Una época, al menos. Me aburro de hacer planes que nunca se cumplen. La tele puesta me molesta a veces. La arreglé hace tres meses. Es todo morralla pero me engancha. Mucho mejor con música. Sobre todo para hacer tareas. Hoy me pongo con la p hasta que sea minúscula. Tengo ganas de poner una chimenea. Aun no hace bastante frío aunque el invierno asoma. Va a ser duro. Le tengo pocas ganas. Y poca leña. O ninguna. Me gusta pasear por el monte y pillar ramas secas. Y piñas. Son pequeños montones. Iba a veces con el carro de la compra de mi abuela y lo llenaba de palos. El fuego los fulminaba en menos de una hora pero me servía para hacer útil el paseo y para el primer fogonazo de calor al llegar a casa con el ocaso a cuestas. Era un plan melancólico pero sostenible. Hoy podría hacerlo. No hace tanto frío pero me apetece bosque. Es repoblado y básicamente un barranco pero me gusta pasear por el bosque que tengo aquí al lado y me saco a pasearme a mi mismo. Como si fuera mi propia mascota. Siempre lo he hecho en las épocas del ánimo más bajo. Lo veo en perspectiva y aún me da más vértigo. Como se jode todo siempre. Es desalentador y tedioso. Tedioso me parece todo ahora. Estoy súper harto y con cabreo. Es mi.movida. me lo como yo solo y no lo suelto con nadie y ahí lo llevo. Lo llevo mal pero lo voy llevando. Que ya es. Igual es el motivo de la terca verborrea.
Otro anagrama que utilizaba con frecuencia era un dibujo de un tallo pequeño con dos hojas. Dentro de un cuadrado. Parecía una mosca. Mal dibujada. O un corazón peor dibujado. Significado era otro. Un cotiledon. Un nacimiento. Un nuevo tallo. De eso iba. Planta algo nuevo. Planta algo cada día. Planta un tallo. Sácale un hijo con raíz y ponlo en una nueva maceta. Un nuevo punto de arriate. Una nueva esquina. Planta algo nuevo cada día. Hay tallos que se caen. Que no agarran. Es importante que sea a diario. Por eso el anagrama. El tallo y las dos hojas. Cada día. Y así crece el jardín y veo crecer esquinas. Es una actitud ante la vida. He encontrado macetas en la basura que han tenido una nueva vida en casa. Me siento bien con eso. Suele ser un Ok con letra gorda. Los ratos al jardín o las macetas siempre se me hacen cortos. Van agarrando y otras, se secan. Es una actitud ante la vida. Tomar eso como enseñanza o como método para la constancia. Eso va en agenda también. No son sólo tachones. No sólo garabatos.
Me impongo tareas diarias para dejar por escrito, o por dibujado siendo más fieles a la realidad, lo que no hago. Tareas pendientes. Tareas diarias. Plantar algo cada día. La P mayúscula y sus flechas y círculos. Y luego la rutina: leer, escribir, tocar... Practicar. Probar nuevos acordes. Nuevas afinaciones. Práctica. Cantar. Cantar en el micrófono. Escuchar. Dedicado a escuchar con los cinco sentidos. Un juego continuo de sinestesia alterada. Y desafine. Mucha lucha contra la nota falsa. La nota impostora. La nota impostada. La nota mal dada. La nota mal avenida. Es un proceso natural o en mi caso lo es y se ve afectado por factores que siempre se me han escapado. Factores que corren rápido. Factores escurridizos. Factores muy cabrones. Y yo también que no tengo ni idea, vamos. Que me pongo y es ensayo y error pero sobre todo, error. Un error bonito a veces. Un error ornamentado. Un error que da el pego pero que no arrebata. Es un terreno incierto. Trato de ganar confianza practicando. Es más parecido a pescar que al karate. Le dedicó horas
Me cansa. Me deja vacío. Lo grabo todo. Estaría bien sacar algo aparte del grupo. Algo distinto que no encaje en lo mismo. Si no has escuchado los discos. Están todos ahí. A tu derecha. Y lo que tienen en común es la rabia cierto tipo de ira De encorajinamiento. Resquemor en el amor. Reproche en el aire. Que eso no es mucho decir. Pero hay poco canto a la vida desde la esperanza. Desde el amor desinteresado . Desde el corazón. Lo bonito. No lo regurgitado. La arcada. Siempre desde el hígado. Siempre la bilis. La mala digestión. El vómito. El rollo ese como de vomitar las canciones. Es trazo grueso lo que digo pero es lo que veo. El nexo. Molaría cambio de punto de vista. Un nuevo punto. Otro estilo. Otra forma de enfocarse. Luego sale lo que sale y el desafine no gana la guerra pero se lleva mucha batalla. No le doy tregua. Lo intento. Que no es poco. Lo sigo intentando.
En la agenda pongo grabar. Significa que grabo. Y me hago un dibujillo con los auriculares y una guitarra colgada y al monigote le pongo barbas y soy yo. Tengo veinte o treinta temas y diez o doce buenas que ya están más de la mitad ensayadas y casi listas para grabar. Un disco nuevo en toda regla. Y un buen montón de descartes. Que ya es. En una situación normal a todos los niveles, estaría buscando fechas para grabar y dando las últimas pinceladas. Pero no es normal. No hay fondos . No hay conciertos. Ni hay futuro. Pero sobre todo no hay dinero. Estamos grabando aquí y no suena tan mal. Autoedición y autoprotección van de la mano. Se la estrechan. Le tengo cangelo al invierno aquí con la chimenea y grabando lo nuevo. Pero me motiva. Este año quizá me atreva por fin con la mesa camilla. Grabar en la mesa camilla. Punto a favor. Estar al loro que no se achicharre ningún cable pero ojo, calentito. O con el culo frío frente al fuego. Eso es lo bueno. En eso estamos. Lo mejor es el trayecto. Tampoco nadie nos pidió nada. El culo frío ya lo traíamos. En esas estoy. Lo que hago y lo que no. Lo que hago sin querer y lo que, por más que quiera, no hay manera de hacer. En esas no estamos. En otras, nos ponemos. En los rodeos. En los dibujitos. En la tontería. O eso siento a veces. Otras, no. Lo veo todo bien en general. Bien jodido.
Algo es algo
He encendido la chimenea. Voy a hacer una foto y la pongo. He hecho tres
domingo, 11 de octubre de 2020
Una lavadora sucia por dentro
Volver a escribir casi a diario es raro. Es como retomar la bicicleta . Como estrenar una o que te la presten. Sentir el aire a ritmo de pedaleo. Volver a tocar. Volver a leer. Sentir la brisa de las páginas al pasar. Y barrer en las esquinas de la imaginación donde se acumula el polvo y la desgana. Limpiar la mente con libros buenos o discos genuinos. Poner un disco que de verdad te gusta. Poner el volumen a tope. Ir a otra habitación y escucharlo bien. Disfrutar con lo sencillo. Lo pensé el otro día. No dejamos de escuchar novedades o música que se comparte en redes sociales y todo son estrenos y lanzamiento y lo nuevo y lo más nuevo de lo nuevo y qué hay de los discos que siempre te han gustado. Pues uno de esos. Lo pones y dices: ah claro. Es como probar un sabor nuevo o pedirte el bocadillo que sabes que es el bueno en el bar del pueblo. Hay gente que solo escucha eso. Que no sale de los discos que le gustan. Es decir que no oyen absolutamente nada nuevo. Nada. Mucha gente. Mucha mucha más de la que crees. Para eso no vale lo de antes. Nada de nada.
Volver a tus discos. Volver a escribir. Volver a estar solo. Volver a dormir en el sofá. Hay migas en la colcha. Ya he cenado . Estoy cansado. Un sencillo cansancio. Voy a tirones. Hoy estrené lavadora. Estaba sucia por dentro. Vaya paradoja . Me quedé pensando en ello. Es una lavadora nueva. Por fuera se ve bien. Le tengo cariño a la vieja lavadora. Se me caído en el pie al sacarla. Nada grave pero me hizo sangre. Tendré que llevarla al punto limpio. Los puntos limpios deberían llamarse puntos sucios en realidad. Estaba sucia por dentro. La lavadora nueva. Ha sido un estreno amargo por qué no decirlo. He puesto un programa sin ropa y con detergente pero no hay mejora. No sirvió de mucho. Escribo tumbado. Con el móvil en ristre y el teclado predictivo. Hoy he bajado toda la madera al sótano. Me quedé con las tablas y dos puertas del portal de mis padres. Lo han reformado. Este verano. Mármol y las puertas de seguridad. La madera la cargué en la furgo. Una de las puertas tiene un cristal. Las dos tienen llave. Hoy bajé todo al sótano ...
Voy a terminar en estas semanas con la sala. Quiero que sea la sala principal de grabación. No sé cómo va a sonar y cómo de insonorizado va a quedar. Tengo que buscar otra puerta. Y dos cristales. He hecho fotos del proceso. Ver hoy toda la madera dentro me ha dado una alegría especial. Me queda un mundo por hacer. Pero poniéndome puede estar listo en dos días. Tengo la sospecha que tendrá su complicación. Ver la madera junta me ha animado pero si pienso en todo lo que queda, me agobio rápido. No tengo prisa. Me da miedo el tema de la lluvia. La posibilidad de que se inunde. Con tormentas fuertes. Voy a hacerlo a mi manera y es mi idea . Eso también me tensa un poco. Estoy en tensión y sin hacer nada la mayor parte del tiempo. Otra paradoja.
Es una mierda cambiar de electrodomésticos si realmente siguen funcionando. La vieja lavadora iba bien. Pero con las manchas era benigna como un profesor mayor a punto de jubilarse que da aprobado general. La ropa quedaba regular. Esta un poco oxidado la entrada del tambor. Y hay restos de color naranja en el cajetín y por donde cae el agua. El aspecto es regular. Más de veinte años la contemplan. Puede que treinta. Sin duda está en el segmento de clásico en el apartado lavadoras. Le tengo cariño. Que estupidez no? El afecto a un electrodoméstico y además viejo y herrumbroso. Es tonto. Lo admito. Debo serlo un poco. Los afectos a objetos inertes son un poco tontos o tontos del todo. Me pasa con una licuadora de los setenta de mis padres y una máquina de hacer palomitas de los ochenta. Me pasa mucho. Debe ser un lastre mental. Otro más.
Hoy es domingo. Los domingos escribo con menos exigencias. Tampoco es que el resto de la semana le pida mucho a estas líneas. Ellas a mi tampoco. Estamos con la balanza bien nivelada. Poco a poco las cosas se hacen. Como si vinieran dadas. Como si fuera la culpa de otro. Como si ese otro no somos nunca nosotros. Siempre pasa algo que no esperas. Eso es el material. De esto. Del lento diario. La desesperanza en general. Lo desesperado en particular. Lo inesperable casi siempre. Al descubrir que la lavadora nueva olía raro, el duelo por la vieja ha ido en aumento y claro. No me lo esperaba. Me ha dado una pena rara. Una pena por lo inerte que hemos quedado que es una cosa tonta. Mis domingos están llenos de este tipo de cosas .
Y he tenido dudas. Cambiar o no. La lavadora vieja estaba herida en sus sentimientos. Y su venganza: caerme en el pie derecho. Aun me duele. Me jode tirar cosas que funcionan. Aunque no las use nunca. Caso de la licuadora. Que roja por cierto. Roja y con franja blanca como el coche de Starky y Huch. Muy bonita. Muy auténtica. Poco práctica. Está en una caja. O eso creo. No se dónde. Ni falta que hace.
He movido las maderas como tres veces en seis meses. Me pasa mucho. Que cambio de sitio las cosas. No tienen sitio fijo o necesariamente las suelto donde sea y luego, estorban y así. En círculos. Me ha pasado más veces en la casa. Con las cajas de mi abuela. Con muchos muebles. Nómadas de habitación en habitación buscando la pared definitiva en la que dejar su silueta blanquecina para siempre. Muchas cosas. Siempre hubo muchos trastos aquí. Yo el primero. Voy poco a poco. Hago lo que puedo. Podría hacer más. Eso seguro. En el rato de divagar ahora podía estar cortando madera. Me pase el confinamiento cortando madera. Es de lo mejor que hacer para pasar el tiempo. Cortar madera a mano. Con la sierra, en mi caso. Fantaseo mucho con una máquina que simplifique el proceso. Sería otra cosa. Con la sierra era muy manual y estaba bien. Para aliviar tensiones. Escribir en el blog y cortar madera viene a ser lo mismo. Me siento orgulloso de reciclar el portal del edificio y las maderas de por ahí, juntarlo todo y que quede bien. Que merezca la pena. Espero que sí. No estoy seguro y tampoco convencido. Pero para hacer algo, a veces es inevitable equivocarse. Una vez al menos. Me gustaría que quedase perfecto a la primera pero tengo mis dudas y mis reservas. Es mi primera vez en la movida de las reformas. Me molan mucho. No tengo ni idea. Ni de eso ni de nada. Lo pienso a menudo. Me vengo abajo con cualquier contratiempo tonto . Es un fastidio ser así. Trato de cambiar eso. Me temo que aparecerá y siempre va a aparecerá un pero, una pega, un problema, un imprevisto, un imponderable, un imposible o un impensable pero el caso es encajar con sonrisa y que nada te turbe. Pero de verdad. Del todo. Cero turbación. No dejarse impregnar de melancolía. Luego no se dónde están las cosas porque no dejo de moverlas. Se me ha perdido el cincel por cierto. Quería escribir sobre ello. Perdí el cincel. Da para entrada nueva. Es todo un tema. Tengo sed y sueño. Me gustaría un postre de chocolate pero no tengo. La semana pasada fui a las 4 de la mañana a por unos dulces al horno. Porque están recién hechos y se deshacen como hojas secas al pisarlas. Unas napolitanas de chocolate que me gustan. Un hojaldre bueno. La panadería del pueblo. Ir de madrugada. Esas cosas me gustan. Pan o dulces recién hechos. Recién salidos del horno. Y el silencio. Las calles dormidas. Ningún coche. Ningún ruido . No es para todos los días pero me gusta hacerlo de vez en cuando. La cuota de chocolate semanal.
Y que he perdido el cincel. Que es un tema capital. En el que entraré con más detalle en venideras entregas de mis nulas aventuras en casa.
Seguiremos con ello.
viernes, 9 de octubre de 2020
Mosca invisible en la garganta
Hoy me he levantado pensando que me había tragado una mosca. No era un sueño, era real. Un bicho me alegraba entre los ojos desde la nueve
Sensación desagradable que te despierte una mosca pero mucho peor pensar que tienes a su amiga alojada en la garganta. Hasta el café pensé que era producto de mi imaginación. La duermevela interrumpida de golpe y que es jodido que te vuelen en el ojo. Sentir ala y párpado. El caso es que al tragar, se iría solo, me dije. Pero no. En el segundo cafe tampoco pero no le di importancia
Intente olvidarme de ello que lo mismo tenía una mosca entre la nuez y el esófago pero conforme venía el pensamiento, lo descartaba de inmediato. La molestia permanecía. Trate de tragar. Trate de escupir. Trate de hacer gárgaras pero seguía notando las alas de la mosca atrapada. Es una mierda porque estaría también nerviosa la criatura
Hora de comer. Todo igual. Ensalada y nada. Lo comento en la mesa y mis padres no dicen nada. No me figuro que habrán pensado. Que se me va la olla. Supongo. No les falta razón. Notaba lo mismo tras medio bollo de pan y el segundo plato. Son las once de la noche y sigo notando eso ahí. Que no será una mosca. Quizá una palomita. Una polilla. Algo parecido deben sentir los gatos cuando se ahogan con su pelo.
Y no he cenado. Voy a cenar. Una nota de polvo. Hebras de tabaco. Quizá un cigarrillo apagado. No lo sé. Aquí hay muchas arañas. Pelo de Canelita. Que lo tengo encima ahora mismo mientras escribo esto. Me clava las uñas suave para que me ponga con la mamduca y le caiga un rebote. Se me sube cuando duermo. Es fácil. Que se pose en mi garganta cualquier objeto extraño mientras estoy en fase rem roncando con la boca en o mayúscula y esté todo el día ahí haciendo notar su presencia. Canelita se me duerme. También ronca.
Lo más probable es que no sea nada. El mal rato se me queda. La vida es así en general. Moscas invisibles en vuelo interior. Que no son nada. Que no obtienen ni réplica en la mesa. Que no merece comentario ni observación. Cuántas moscas invisibles de las que no hablamos llevamos atrapadas en nuestro pensamiento en el cotidiano discurrir de nuestros días. Que pensamos que pasara con el desayuno. Que piensas en general y no pasa cómo piensas o no es nada. Nada. Lo que sentimos es nada para los demás. Nada y no pasa nada. Es una obviedad. Ellos no se han tragado la mosca y no la sienten darse cabezazos ahí dentro. Pero que no sería eso.
Es prudente pensar que nos equivocamos siempre o con frecuencia. Que casi siempre es un error. Con mucha frecuencia. Que no existe. Que es un miedo. Que es algo raro. Espero no haberme contagiado que igual la mosca invisible es un síntoma. Menos mal que casi siempre me equivoco. Me ha dado un respingo de repente. Será algo chungo. Da susto. La mosca al final no es tan mala. Se dará por vencida en algún momento. Claudicara. Tomará tierra. Tomará tráquea y luego haré la digestión de todo esto. Será nada. Eso espero. Que no sea que está alojándose en mi cuerpo el bicho y ha pasado ahí la primera noche pero tiene reserva de una semana en mis pulmones. Da susto. Está la cosa para no asustarse. Las moscas solo molestan. Que no es poco pero que no da miedo. En la garganta molestan mucho. Cuando despiertas, más. Cuando ellas te despiertan se vuelve personal. Es algo personal lo que tengo con los bichos de todo tipo en la casa. Con los mosquitos en verano es serio. Son un poco invisibles también porque son de los que te pican solo de noche y por la mañana no tienes nada. Eso jode mogollón. La verdad es que este diario es un poco absurdo pero hoy me desperté con.... Bueno. Eso. Lo he alargado un poco, igual.
La sensación persiste. Veremos si mañana no es un avispero. Una familia de moscas. O me levanto para acostarme. Que me pasa a veces. Me pasa mucho que luego es nada. Como esto. Como todo esto. Puede que cuando me duerma simplemente se vaya y si he estado en tu garganta, no me acuerdo. Tragada una mosca, tragadas todas. La vida es eso. Tragar saliva.
jueves, 8 de octubre de 2020
Nos consumimos como a las series
Nos consumimos como series. Vamos ofreciendo un piloto que arrebata. Y que engancha. Todos tenemos el personaje muy bien dibujado. Muy bien trazado. Un perfil. Asentado. Y claro. Nos entrelazamos y no siempre surte efecto. No nos engancha. Se queda en capítulo suelto. A veces nos hacemos un primera temporada con personas o personajes con los que apenas surge un diálogo genuino. En el guión se van intercambiando los roles. Se reutilizan las frases. Es el proceso. No es un calco. Pero seguimos unos patrones similares. Necesitamos ese giro. Esa emoción. Ese enganche. Que viene de lo mismo de antaño. Se incuba en incertidumbre. En cambios de opinión. En persecución. En búsqueda. Lo que ocurre en las series. Lo que nos hace ver el siguiente. Lo que nos tiene en vilo. Lo que nos deja con el misterio.
Previamente en tu vida. Y enumeras relaciones de los últimos años como un trailer de presentación. Previamente en tu corazón. Y en el breve resumen evitamos dar protagonismo a nadie del pasado aunque lo tuviera para que no vuelva al elenco. Aunque solo sea el imaginario reparto y como personaje invisible pero personaje al fin y al cabo. Hay lecturas de guión inconscientes en los primeros cafés. Las primeras citas. El párrafo de sinopsis. Las bases de lo que esperas. El nivel de debe y haber. Lo que se pide y se da. Esa negociación va fluida en los primeros capítulos. Y corre libre mientras se desvelan incógnitas. Mientras se aportan datos de cada uno. Gancho para mañana. Previamente en nuestra relación. Y en unos meses estáis de novios sin darte ni cuenta. Es todo fácil. En las horas libres. Sin darte cuenta. Un fin de semana si sí y otro no. Lo típico. Le pillas cariño al personaje. Te sientes identificado.
Conocer a familiares es pasar a la segunda temporada. Relaciones de meses en las que no se llega ni al círculo de amistades es mucho más habitual de lo que parece. Un eterno capítulo piloto que no arranca. Que no despega. Que no apunta. Aunque tengas tus curiosidades. Dura poco. Es difícil 6 fácil a la vez. Enganche tonto. Sin interés real. Querer saber cómo acaba. Cómo termina. Cómo se desarrolla. Hay más interés en llegar al final que en saber qué está pasando realmente. Le das una oportunidad a sabiendas que no llegarás a verlo entero
Se pierde. El interés y el hilo. Se va bien y de un día para otro, no hay trama. Las tramas se suceden pero todos los argumentos se parecen. Pocas historias llegan a segunda temporada. A tercera. A consolidar. A crecer del todo. Con algunas personas o relaciones hay un deja vu. La sensación de haberla visto. De haberla vivido. Y luego se repiten escenarios. El viaje de fin de semana. Hotel. Casa rural. Apartamento de la playa. Se repite argumento con otras frases pero el mismo tono. Los mismos giros. Asusta que sea todo tan parecido.
Lo bueno es el descubrimiento. El enganche genuino. Cuando nos atrapa algo sencillo. Ni es compromiso ni dura. Pero es un trepidar que nos mete de lleno en la historia de ese momento. Ese guión corto y ya visto. Ya leído. Ya vivido. Ya amado. Ya sentido. O algo que se parece mucho. Y tuyo. Eso sí. Esa sensación de que todo es nuevo y propio. Y se vive por primera vez
Nos pasa a todos que somos presa del entusiasmo y devoramos pasajes de tres en tres o cuatro en cuatro. Horas seguidas. Darnos el lote. Igual que los fines de semana libres. El puente. Las vacaciones. Los días como episodios seguidos. Que se suceden. Y luego volvemos a nuestro otro ritmo. Amor a plazos. Amor en horas extras. Amor a ratos. Amor a distancia. Enganches a los que llamar amor porque no hay otra palabra que se me ocurra. Previamente en nuestra noción de amor. Y así vamos. Entramos y salimos de personas y de la vida de personas que se vuelven protagonistas o secundarios o secundarias de lujo o no pasan de cameos que no cuajan. En general es como un bufet de emociones en los que llevamos dos pinzas y una venda en los ojos. Y poca paciencia y mucha hambre. Y en el fondo pienso que es todo aburrimiento o constumbre y más vacío que nunca. Más súbito. Más tramposo. Peor escrito. Los guiones de nuestros amores se han vuelto pulp. Serie b. Bajo presupuesto. Un spin off constante del que fue el primer amor. Una mierda. En general. Una serie mala que engancha. Así lo veo. Espero estar más animado mañana. No lo creo pero no pierdo la esperanza.
En general me aburren las series porque en general están hechas para eso. Para llegar a aburrir. Como el amor. Eso creo yo. Un poco deprimente pero así es.
Batería baja en general
Va a rachas. Como todo. Voy. Poco más. Voy yendo. Lo hago. Es duro estar siempre a medias. Hasta los más afanosos en enjaular el azar en sus rutinas firmes y constantes, se chocan con lo inesperado. Se sorprende el que nunca cambia nada. Salta. Se agolpa. Se lía. Se nubla. Se complica. El verbo va en impersonal. Como su destino. Sin sujeto. Sin explicación. Es un hecho que tiene vida propia. Que cambia. Que se tuerce. Que va por inercia. Podemos tratar de intuir la trayectoria en la deriva de los acontecimientos y contar con ello. Lo intento. Batería baja. Está bien que algo te obligue. Ir al grano. Buscarlo. Obligarse en férreas repeticiones. En pasos medidos. Practicar. Contar los minutos. Como una coreografía. El baile de las horas. El giro del mediodía. Con todo previsto. Obligarse a dar margen y a pararse a respirar. Tomar aire. Divagar sin rumbo. Suspiro grande. Está bien obligarse a cosas. Menos a amar o a querer. Obligarse a ser optimista frente al caos. A ser el propio caos si es necesario. A no rendirse que se dice pronto cuando te ves vencido a diario. Es solo hacer y seguir. Pensar en lo que toca. Olvidar lo que no. Lo prioritario. Verlo. Saberlo. Buscarlo. Dejar que nos encuentren las palabras. Volver a buscar en el diario. Lo que vimos. Lo que pasó. Donde fuimos. Saber los pasos. Contarlos. Como un baile. Como una vida en la que te sacan a bailar. Como seguir una claqueta. Como elegir el tempo de tu existencia. Y no perderse. Que es lo normal. Perderse es lo normal. Estar perdido es el estado natural. Encontrar algo es la excepción. Llegar a entenderlo. Obligarse a entender. Obligarse a leer.
Ayer volví a abrir un libro. Es bueno obligarse. Retomar buenos hábitos. Es lo suyo. Estuve leyendo. Poco a poco. De Pasolini. Una vida violenta. Estoy con ello. Lo intento. A veces es lo único con lo que quedarse, Los intentos. Volver a probar. Cada día un reto nuevo. O el mismo, de nuevo y mantener el pulso o el ánimo o la ilusión. Mantener algo. Lo que sea. Volver a vibrar. Altas frecuencias. Esto es duro de leer. Y da la impresión que es por pereza. Por no pulir. Por no parar. Es como es y ya está. Todos los días intento racionalizar y mejorar. No estoy tan mal. Me voy a proponer en serio volver a leer. Varios libros a la semana. Cosas variadas. Actuales. Ponerme al día. Cultivar el entusiasmo. Creo que se puede. Predisponerse. Querer querer. Estar listo para el amor. Estar listo para las novedades editoriales.
La prosa poética me mata. Hoy ha sido un largo dia. Una puta mierda. Llevo una semana horrible. Un mes tedioso. El verano ha sido muy feo. Estoy harto de todo y de casi todos y todas. Me he cansado de mi bucle. Este blog es para poder quejarme si quiero y quiero. Quiero salir de bucles y entregarme a la queja más chillona y frenética. Queja de todo. Querer quejarme. De lo largo que es todo. De los tropiezos. De los malentendidos. De lo mal que escribo. De lo mal que vivo. De lo mal que rimo. De cómo le come la moral la frase a la idea y se ponen a pelear. Y acaba en nada. Un largo dia. Muchos rodeos. Muchas vueltas. He vaciado una habitación. Lo contrario de la inspiración, eso tengo. Un derrotismo que me quita las ganas. Pero pasa. Y lo cuento y parece que pasa menos. O me alivia o eso pretendo. Probar. Escribir bien. Vivir bien. Entender lo que pasa a mi alrededor. De lo que formo parte y de lo que no. Lo que me necesita y lo que no. Muchas vueltas. Batería baja. Cinco restante. Son las dos. Me cuesta dormir. Esto es narcótico o es lo que pretendo. Una charla a la que abrazar como una almohada. Unas ganas de estrujar palabras. De encontrar ritmo a una nana. Un cuento que te vuelque los párpados. Me pongo podcast. Historia. El universo. Voces de doblaje que son familiares. Huyo del silencio. Las noches vienen dobles. Largas de más. Llevas noche acumulada. Te pesa. Me agobia. Hay cosas sin resolver. No tienen importancia y tampoco tienen soluciones. No hay remedio. Solo seguir. Solo remar. Solo tomar. Solo reír. Solo esperar. Solo escribir y rimar. Solo esperar que fuera la poesía la respuesta. Lo era. Después de todo. Solo éramos poemas. Éter. Aleteos líricos de escasa altura. Intentos de mérito pero de poco vuelo. Aterrizajes súbitos. Malos despertares.
Descanso mal. Estoy al principio de algo nuevo. Nueva etapa. Nuevo camino. El mismo paso temeroso. Volver a escribir a diario. Buscar acordes nuevos. Cantar en el micrófono. Escucharme mejor. Escuchar a secas. Prácticas. Lo intento. Con ganas. Es un nuevo punto de partida. Hay épocas. Va por rachas. No puede ser de otra forma. Si es algo artístico no es una ruta prefijada ni con indicaciones. Vamos a tientas. Palpando. Como en una cueva. Me siento bien. No siempre pero casi todo el tiempo. Me cuesta conciliar el sueño . Dormir es importante. Para despertar de buen grado. Con buen tono. Preparado. Si vas mal al abrir los ojos, será malo todo lo que veas. Ayer me puse videos sobre el subconsciente. Hay material extenso en Youtube. Una mezcla. Charlatanes. Neurología. Magia. O algo parecido. Muchos conferenciantes con sus crecepelos emocionales. Con un libro con su método. Con sus consejos. Poder mental. Proceso cerebral. Herencia genética. Constelaciones familiares. Son vídeos relacionados. Hay material para dos universos. Efectos de la luna. Planetas en danza o en movimiento retrógrado. Un rastreo de influencia. Pensamiento mágico. Búsquedas. Batería baja. Se va a apagar. Así debe ser morir. Dos de batería. Dos y trece. Antes de las cuatro y media no me duermo nunca. Mañana ya va torcido. Unas veces siento haberlo dicho todo mil veces y otras, que no digo nada. Las dos y cuarto. Mañana será otro día y volveré a ser el mismo. Trastabillado. No es nada importante pero lo digo . Lo siento. Estaría bien que .... Uno de batería. Publicado. Adiós
miércoles, 30 de septiembre de 2020
La soledad es un bosque
domingo, 20 de septiembre de 2020
No vaya a ser que Dios no exista por tu culpa
Llevo meses sin escribir. Ahora que es todo parecido a la ficción pues cuesta reunir los pormenores de una mísera existencia. Los mismos problemas. Llevo años sin leer. Más grave lo veo el desinterés por pasar páginas. Hago lo mismo. He grabado mucho. A lo loco. Sin nombre de pista. A chorro. Horas y horas seguidas. Algunas canciones y muchos archivos a secas. Sin titulo y los distingo con un metralleteo de dedos a teclas random. Sintitulojfhjjk o Sintitulofgfrrr o Sintitulo77tr7. En ese plan. La vida es un poco eso. Los días que se suceden. Podría haber estado tentado de escribir un diario. Hubo un tiempo que me encantaba leerlos. Libros de memorias y del estilo. Ya menos. Antes en una noche me volcaba 200 páginas y ahora me prestan libros y no los abro. Si estás deprimido y no sabes por qué, ponte a leer. Esto del blog no cuenta. No vale un pimiento. Ni verde ni rojo. He tenido crisis de fe en mis pimientos. Cosas que pasan. Uno busca y busca pero nunca te encuentran. Es un trabajo artesanal. Bonito, desde luego. No se puede permitir que deje de serlo. Y volver a empezar. O no darlo nunca por terminado que es lo mejor. Leer es lo primero que haré cuando termine con este párrafo. La muerte es de pocas palabras. La vida es, sobre todo, la charla intrascendente. O su escritura en paralelo. Tener algo claro. Eso ayuda. Y lo veo todo en llamas. El humo no deja frotarse los ojos. Es todo increíble. Inédito. Aburridísimo. Histórico pero muy lento. El yoga es muy lento para mí, me dijo una vez mi madre. A mi me pasa eso con todo. Lento estoy yo. En todo excepto en lo de grabar pistas y no ponerles nombre. Una y otra y otra. Voces y voces y voces. Coros como de una cabra con buena intención. Una cabra tenor. He limpiado el ordenador para poder grabar pistas y más pistas sin control. Que no es que haya descubierto la pólvora. Pero siempre tiré del micro del móvil. O la webcam. O de audios de WhatsApp. Para grabar el entusiasmo espontáneo de cuatro acordes medio trenzados y dos o tres frases con gracejo o intencion. Buena. Casi siempre. Y el desafine de la madrugada. O la soledad. Y darle a grabar. Y ya. Esas eran las mimbres y el nivel sonoro así que la cosa ha mejorado. Mucho y bien. Cierto que era casi imposible empeorar. Pero nunca se sabe. No hay que dar nada por hecho. Más que nada porque soy yo el que lo hace. Como el café. Voy a echarme otro. La realidad se ha vuelto tosca. Opaca y ruda. La mía al menos. Y que no le echó azúcar al café. Eso influye. Todo. Los aderezos lo son todo. Poner la música alta ayuda. A mi al menos. Con auriculares me voy a la luna. No estoy acostumbrado. Me gusta. Es como bucear. Es todo inmersión. Lo digo a veces en los ensayos a veces. Hemos ensayado. Que es algo, también. He pillado tallos y los he puesto en latas. Queda bien. Sobreviven. Yo también. Todo al día. Ahora es la berrea en Somiedo, dicen en la tele. Hace frío para tener las ventanas abiertas. Conservo el humo y el calor corporal. O lo que sea. Estrategia de conservación en general. Y de no leer y no escribir. Mutismo. Esperando. No se el qué. Que acabe de una vez y sobre todo, que sea bien. Final feliz y tal. Sin bajas. Básicamente eso. Quede aquí como oración. Es todo en ese plan. O es como lo recuerdo. Rezaba así. Creo. En torrente. Sin orden. Mezclando deseos y disculpas o reconcome con buenas intenciones y ganas de juntar borrones para planear cuentas nuevas. He encendido el ordenador. Tengo un ritmo juguetón. Lo mismo lo grabo o lo mismo no. Me ha dado tiempo a todo. A fliparme y cansarme de la flipaera. Tiene poco recorrido. Tampoco tiene que tener nada. Nada en especial. Es una búsqueda. Es perder. Tiempo pero también entusiasmo o ilusión o llamalo como quieras. Ignorancia. Perder las ganas es necesario. Llega. Como en los matrimonios. Supongo claro porque nunca me he casado. Y ahora me pasa eso. Que estoy a punto de divorciarme de mis tonadillas inventadas de poco fuste. Tengo que ponerle las cuerdas a la acústica. Era distinto componer en plan cantautor. Al final eres lo que eres. Quieras o no. Soy un desastre. Quiera o no y lo peor es que a veces quiero. He querido muchas veces. Quiero a menudo. Quiero sin querer a veces. Sin apercibimiento. Sin mucha altura también es verdad. De miras o de vuelo. Son trayectos cortos. Baches. Turbulencia. En fin lo típico. Es lo que pasa si no lees y no escribes. Es como montar en bicicleta, te dices a ti mismo mientras te vas cayendo. La inercia hace el resto. Para todos. Como en los matrimonios, supongo. Prefiero suponer a terminar por saberlo. A terminar en general . Llevo mal los finales incluidos los felices. Por eso no uso mucho punto y aparte. Todo seguido. Como los archivos sin título. Como los días encerrado. Como la soledad del cautivo. Como la canción de la esperanza. Siempre hay una. Es una mierda pero es verdad. A veces dos. Es muy personal. Lo que da esperanza. Y lo que la quita. Son tonterías que diría mi abuela. Se refiere a que no hay que atender a eso. La atención la tenemos muy mal. Yo al menos que siempre he sido muy despistado. Hay que centrarse me dijo y me vengo al blog a disertar. Bien José bien. Sigue así. Si. Muy bien. Me ha venido a la cabeza una anécdota graciosa. Menos mal que no las cuento aquí. Perdería chispa. Eso pasa o me lo creo yo. Uno tiene que creer. Como para rezar. Que ya uno desconfía un poco. Las primeras plegarias. No las tienes todas contigo. Pero pones de tu parte. No vaya a ser que Dios no exista por tu culpa. Pues rezas y rezas con el corazón. Pides de verdad con examen de conciencia o promesa o ya cada uno como le de a entender su alma. Cosa sería. Almas. No quiero hablar de más pero hay requerimiento. De contenidos extra. De entrega premium. Pide de ti y te tienes que dar. Hay que darle. Es un hecho. Hoy es domingo. Eso es otro. Hechos, no palabras. Hechos de los apóstoles. Hechos como mis archivos sin título. Ahí están. Hechos. Un poco por hacer o a medio hacer. Vale. Puede ser pero eso es parte del proceso o sea que bien. Los primeros rezos son los peores. Las primeras crisis de fe. No vaya a ser que Dios no exista por tu culpa. A eso me refiero. Los primeros trazos. Encender los micros. El papel en blanco. Esas mierdas. Es todo lo mismo o muy parecido. Un poco cansado todo esto. Por eso pasó meses metido bajo el agua. Dudo si buceo o es un ahogamiento lento. Lento es. Sea lo que sea. A veces pasan cosas buenas. Pocas pero pasan. Echo de menos lo inesperado. Nuestra agenda era un poco así. Canelita está que se sube por las paredes. No se qué quiere. Estamos igual. Come más que yo. Duerme en la cama y yo en el sillón a veces . Al amanecer viene a contarme lo que ha soñado. Ahora quiere contarme algo también. Le queda aprender a hablar. Nos íbamos a echar unas charlas de campeonato sobre el sentido de la vida. Canelita es un filósofo bajo esa carita de gatito gordo y mimoso es un verdadero maestro en el arte de vivir el día a día. Le gusta más beber de los charcos que el agua clara. Eso nos 7ne en cierto modo también. Somos callejeros y mimosos. Dos gotas de agua. Dos peludas gotas de agua. Es todo una búsqueda. Lo digo porque no pillo el hilo ni el rojo ni ninguno. Es un hecho. Hay hechos malos pero ser, son. Sones del puerto sones de otros mares. Coros de sirena y voces y voces y voces. Solo con vocales. La la la. Coros como los Beach boys pero mal. Unos encima de otros . Disimulo malo. Justo lo que no hay que hacer. Lo primero que hago para ya descartar. A descartes no es mala manera. Canelita es muy de Descartes. Y muy empirista cuando le da el hambre nerviosa. Como todos supongo. Hay nervios. Esta el ambiente raro y feo. Pocas ganas de nada. En general. Y estrechez. Se ve angosto el sendero. Se disipa el horizonte y jodidos como nunca pero perdidos como siempre . Con experiencia. En perdiciones y en la desorganización. Con callo en el caos. Con un mapa de caminos equivocados. Con el cuerpo hecho a no salir si no hay fiesta o no gastar en nada. Ganas de nada y nada que gastar, salvo la paciencia. Basta de buenas intenciones y mensajes de ánimo de copia y pega. La cosa estaba fea antes y ahora es imposible y asfixiante. Nunca mejor dicho. Una persecución. Una habitación que se inunda. Una bola de acero que nos persigue. Una bomba con un reloj contando hacia atrás. Y tic tic tic todo el puto día. En las cabezas de todos. En el hambre nerviosa. En la calle. Leer es un buen plan. igual el único. Pero vamos que estoy harto de buenos augurios. Salimos juntos. Salimos unidos. Salimos mejores y no. Nada. No salimos. Seguimos jodidos. Seguimos sin salir y a peor. Que no es agorero. Hechos y esa mierda de sensación de lo peor no ha llegado. Igual no tiene que llegar. Lo peor somos nosotros y ya estamos aquí. No está mal decir que todo es una mierda. Que estamos jodidos de la cabeza. Que el estilo de vida quizá nunca vuelva y es lo que hay. Un puto desastre. Quieras o no. No vaya a ser que el entusiasmo general se vaya a la mierda por mí desesperación. Por mí culpa. Por mí gran culpa. Esa mierda y todo lo otro. En fin veremos qué pasa. Hoy voy a intentar leer por la noche para variar. A ver.