Pues bien. Todo bien. Cansa y me cuesta enganchar tres frases con sentido pero todo va razonablemente bien. Si es que hay algo razonable conmigo, como dice Chucho. Y tengo mucho que contar. Ya estamos en diciembre. Deseando que acabe el puto año pero antes de que acabe, quiero dejar finiquitado un par de asuntos. Y bien. Sería mejor escribir cartas. Querido lector desconocido. Sigo en pie y con ganas de dar la turra. Que ya es. Las ganas. Fase uno. Y acabar algo. Lo que sea. Fase dos. Acabar y que esté mal. Pocos planes contemplan los pasos en falso pero sin ellos no arranca. Hay que darlos. Y el tropiezo es avanzar. En contacto directo con el suelo pero avance. Un erosivo y probablemente doloroso tramo de avance pero avance. Como en las tragaperras. El caso es seguir. Lo mejor posible pero seguir. Y ganar cuando menos lo esperes. El resultado nos da igual. Hemos venido a jugar. Escribir y tener un huerto no es tan distinto. Semillas y remover tierra. Mala hierba y días. Un día. Otro día. Va así y no hay remedio. Se deshace la madeja. Se hila la frase. El sentido aparece como una visita inesperada. Y molesta de algún modo. Estoy cansado y poco lúcido pero sigo. A veces me falta motivo o no encuentro el tono. Lo intento. Lo busco.
He hecho mucho en este intervalo. He hecho un muro. Lo he aplanado. Resultado desigual pero hecho. He proyectado una escalera. Unos escalones. He limpiado el jardín y aún queda. He plantado un árbol. De hojas moradas. Encontré la rama. Esqueje gigante. Espero que agarre. Las palabras agarran del mismo modo. Nos echan raíz en la mente y salen hojas nuevas. Espero las hojas nuevas moradas como prueba de vida. También he hundido en la tierra un par de ramas de limonero. Y otras tantas de rosal. Veremos. Se viene un trasplante masivo de macetas a las jardineras. Hay otra por acabar. Mucho por terminar pero bien. Todo bien. Lo de terminar no es para tanto. Tengo ganas de siesta y estoy cansado. Me repito un poco. No me quejo. Estoy contento. O más o menos. Los pasos en falso también son pasos. El camino tiene que desandarse para volver al itinerario personal y nunca es recto. Ni en una sola dirección. Los pasos son cada uno de su padre y de su madre. Lo mismo son dobles que llegan a un metro que se vuelven cobardes y cortos, o van hacia atrás. Los pasos atrás son pasos y a veces, impulso. El tiempo es determinante en el juicio y hasta que pasa, no podemos saber si fue para bien la retirada. O si era un salto. Seguir es lo importante y sigo. Encontrar el momento y que después aparezca el motivo. Dar pasos. Dárselos a alguien. Consagrar un camino. Cambiarlo luego sin pesadumbre y entendiendo que era ese el rumbo, el que cambia. Me pasa eso mucho. Cambiar las cosas de sitio. Saqué los muebles. Los subí. Luego los puse a cubierto. Acabaron por romperse y volví a bajarlo todo. Saqué el sótano entero. Hice montones de losetas. Gres de una docena de modelos distintos. Los de la anterior obra. Puse la madera a cubierto. Asumo que hay o había muchas cosas sin sitio. Yo mismo. Es difícil asignar sitios y hacer que se queden felices en ellos. Contentillo como poco. Me lo imagino como sedimentos. Algo que nos supera. A mi seguro. O cada vez menos. Paso a paso. Atrás o trabado pero uno detrás de otro. Dos a la vez. Pasitos o pasazos pero algo. Y en eso estoy. No es mucho pero es algo. A ver si mañana acabo.
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